Por Yanis Varoufakis *
“Determinadas
economías de la Eurozona siguen deprimidas y con un nivel de demanda agregada
que cae más a cada día que pasa. Su depresión incrementa la probabilidad de una
desintegración de la Eurozona, mientras que el incremento de la probabilidad de
una desintegración de la Eurozona contribuye a agravar su depresión. En algo
hay que ceder. Si no se afronta la depresión de España, de Grecia, de Portugal,
la Eurozona, simplemente, se agostará y morirá. Desgraciadamente, a causa de
los errados fundamentos de la Eurozona, la depresión de la periferia no puede
afrontarse con una gestión macroeconómica normal de la demanda agregada. A
menos que se “fuerce” al euro a tener el mismo valor en toda la Eurozona, la
depresión de la periferia irá a peor y la Eurozona perecerá. A menos que se
ponga por obra cierta mutualización de la deuda sin necesidad de pedir a los
contribuyentes alemanes que garanticen las deudas de otros, la depresión de la
periferia conspirará con la crisis del euro para poner fin a la Unión Europea.
Y finalmente: lo último que necesita Europa es otra burbuja para restaurar la
demanda agregada. No; lo que necesitamos es erradicar, no sólo los síntomas de
la crisis, sino también sus causas subyacentes (esto es, el desbalance de las
inversiones productivas). Necesitamos, en una palabra, un New Deal inteligentemente diseñado para Europa, con el Banco
Europeo de Inversión a la cabeza.”
El problema que presenta toda crisis es que
elimina el tipo de escasez que contribuye a que funcionen propiamente dos
mercados cruciales (el mercado de trabajo y el mercado de dinero/capital) y lo
substituye por otro tipo de escasez que causa el colapso de esos dos mercados: la escasez grave de demanda agregada.
Eso es lo que ocurrió en los años 30 en EEUU y Europa. Y es lo que está
ocurriendo ahora, pero con un giro abominable, en países como Grecia y España.
¿Puede reflotarse la deprimida periferia de la eurozona estimulando la demanda
agregada y sin que se formen nuevas burbujas? ¿Cómo tendría que ser un New Deal para la Eurozona?
De la escasez de demanda agregada a la depresión
Una vez en las garras de la escasez de demanda, una macroeconomía
entra en una depresión. Eso significa que las reducciones salariales generan
paro y que los tipos de interés cero no consiguen ya estimular la inversión. Si
el gobierno introduce la austeridad y apoya el poder negociador de los
empresarios para reducir los salarios, el resultado es una ulterior reducción
de la demanda agregada y una profundización de la recesión. Esa macroeconomía
podría tener la suerte de escapar a la depresión, si se cumpliera una de estas
dos condiciones:
(a) el ambiente exterior es boyante, lo que ayuda a la economía a
incrementar la demanda de sus exportaciones; y/o
(b) comienza a hincharse alguna burbuja (por ejemplo, en los mercados
financieros y en los bienes raíces) que dispara el consumo, el cual, a su vez,
impulsa la inversión y, a la postre, restaura la demanda.
Un buen ejemplo de (a) fue el Canadá de los 90. En lo que hace a (b),
no se me ocurre mejor ejemplo que el llamado “modelo anglosajón”, es decir, el
modo en que, bajo la cobertura ideológica del sinsentido neoliberal, el Reino
Unido y los EEUU salieron de la recesión de 1979-82 por la vía de cultivar
burbujas masivas en sus mercados inmobiliarios y financieros.
Huelga decirlo: no todas las caídas de la demanda agregada inducen una
depresión. Alzas y bajas de la demanda agregada forman parte de un ciclo
económico normal. ¿Qué es lo que convierte una recesión en una depresión?
Históricamente, eso sucede cuando se han hinchado grandes burbujas en los
mercados financieros e inmobiliarios (burbujas que siempre van de la mano),
causando la entrada de flujos masivos de capital en una economía y, luego, en
la cúspide del desarrollo económico que han alimentado, estallando.
Desaparecidas las burbujas, lo que de repente queda es un enorme
sobreendeudamiento. En las atinadas palabras de John
Lanchester, todos deben a todos, y nadie puede pagar. Cuando, llegados a
este punto, el gobierno busca poner cotos a sus acrecidos déficits por la vía
de la austeridad, el desapalancamiento seca el crédito, las empresas colapsan,
la confianza se funde, se dispara el desempleo, y entra en erupción una triple
crisis –deuda/deflación/quiebra bancaria— que lleva a la depresión.
Depresión en la Eurozona: los casos de Grecia,
España, etc.
En el caso de las economías deprimidas de la
Eurozona, al retrato hasta ahora dibujado hay que añadirle todavía una arruga:
incapaces de devaluar sus monedas, y privados de un prestamista de último
recurso, países como Grecia y España están atrapados en una imposible trampa
mortal. Con un BCE dispuesto a asegurarse de que ningún banco morirá nunca, por
enfermo que pudiera estar, una red zombieficada, mortiviviente, de muy
distintos sistemas bancarios se mantiene “en vida” sin, no obstante, disponer
de la menor capacidad para cumplir con sus deberes bancarios normales. Forzados
periódicamente a recapitalizar esos bancos zombies (a los que el BCE no ofrece
sino liquidez), los agobiados soberanos de la Eurozona se ven atados, ellos
mismos, a un megalito que se hunde. Cuanto más tratan de resucitar a los bancos
para dar una hilo de vida a las empresas, tanto más se hunden en la
insolvencia. Un hecho, éste, que los mercados conocen (por lo que desisten de
prestar a esos bancos) y que los depositantes locales temen (por lo que
trasladan su dinero al exterior). Así, paulatinamente, los circuitos de crédito
mueren con unos bancos reducidos a la única función de canalizar todo capital
que sigue en esos países dejados de la mano de dios hacia los países
superavitarios. En un interminable círculo de ruina y destrucción, el hecho de
que los países superavitarios estén ahora mismo experimentando tasas de interés
sin ejemplo histórico, por lo inusitadamente bajas –cortesía de la fuga de
capitales desde las desventuradas naciones deficitarias—, reduce los incentivos
de los políticos de los países superavitarios para actuar en ayuda de las
naciones deprimidas y sacarlas de la trampa mortal.
Así las cosas, hablar en términos convencionales
de la demanda agregada es entre una tautología y un… lujo. La demanda agregada
es la suma de G+I+(X-M), en la que G es el gasto público, I es la inversión y
X-M es la exportación neta. Para países como Grecia y España, las
condicionalidades de la Troika abaten G, y el colapso de los circuitos de
crédito garantizan que I será negativa. El único estimulillo viene de X-M,
puesto que M (las importaciones) caen en picado y las empresas que todavía
producen algo salen fuera en busca de clientes (empujando así X al alza, hasta
donde lo permitan las condiciones exteriores). En una palabra: la demanda
agregada está por los suelos en nuestros países, y cavando un agujero hacia…
China (en la medida en que la Troika impone su mandato y los bancos caen más
profundamente todavía en su estado de zombiedad).
En suma, pues: la idea de los economistas
alemanes de Kantoos’, según la cual Grecia, España y otros están
experimentando una sequía de demanda agregada es, la cosa no ofrece duda, casi
tautológicamente verdadera. Es como decir que un paciente de cáncer terminal
está experimentando un montón de dolor. Es verdad, pero no resulta de
particular ayuda desde un punto de vista analítico. La cuestión es: ¿cómo se
consigue restaurar la demanda agregada, sin reconstruir las burbujas que, al
estallar, originaron el problema?
La Modesta Proposición
Como Stuart Holland y yo hemos venido sosteniendo desde hace ahora más
de dos años, la tarea en que debería empeñarse Europa es la de la restauración
de la demanda agregada sin que se formaran nuevas burbujas de deuda pública y
de deuda privada. Para conseguirlo, Europa necesita tres cosas (para un
análisis detallado de nuestra propuesta, pulse aquí):
1. Restaurar
los circuitos de crédito
El pánico bancario en los países deficitarios no
se frenará, a menos que un euro en una cuenta bancaria española vuelva a tener
el mismo valor presente que un euro en una cuenta bancaria alemana u holandesa.
Para que eso ocurra, es necesario volver a reducir a cero la probabilidad de
una desintegración de la Eurozona, algo que no pueden conseguir ya campanudas
declaraciones de la Sra. Merkel o del Sr. Draghi: lo
que se precisa es la plena integración de los sistemas bancarios de la Eurozona
en un único sistema supervisado por el BCE y recapitalizado/nacionalizado por
el ESM-EBA [Mecanismo Europeo de Estabilidad-Autoridad Bancaria Europea, por
sus siglas en inglés; T.].
2. Centralizar
parte de la deuda de la Eurozona
Una unión monetaria precisa de una deuda común.
No sólo porque eso reduce los costos del empréstito de países como España e
Italia en un momento en que están abocados a la insolvencia, sino porque la
mutualización de la deuda actúa como un amortiguador que previene el desarrollo
de un efecto dominó tras un pánico bancario. Además, una deuda común actúa como
señal a los mercados de que la Eurozona no puede romperse. Nuestra propuesta de
bonos emitidos por el BCE estaba concebida para suministrar un método sencillo
de creación de esa deuda común, sin necesidad de cambiar los Tratados, sin
necesidad de que Alemania tuviera que garantizar la deuda de otros Estados
miembros y sin necesidad de preocuparse por los llamados problemas de azar
moral.
3. Convertir
el ahorro ocioso en inversión rentable
Como dicho más arriba, no queremos que una nueva
burbuja cree la demanda agregada que falta. Europa no puede repetir el grosero
error de la era Thatcher, cuando las pérdidas de demanda agregada debidas al
desplome de la capacidad industrial y a los recortes del sector público fueron
reemplazadas por una gigantesca demanda agregada generada por las burbujas
gemelas del Big Bang de la City londinense y de la efervescencia del sector
inmobiliario. No; lo que Europa necesita es hallar una vía para canalizar las
existentes montañas de efectivo ocioso (tanto de las grandes empresas que están
sacando fuera su dinero, como de los bancos que, ahora mismo, prefieren
estacionar montañas de euros en el BCE a tasas de interés cero) hacia
inversiones potencialmente rentables. Para hacer eso, lo que sugerimos es dinamizar
el Banco Europeo de Inversión (BEI) en conjunción con el Fondo Europeo de
Inversión (FEI) y con el BCE apoyando (podría emitir bonos-BCE de consuno con
el BEI y con el FEI).
¿Cómo ayudaría eso a economías deprimidas como la
de Grecia o la de España? Pues asegurando que el flujo agregado de inversiones
hacia esos países sea proporcional a la escasez de demanda agregada en los
distintos Estados miembros (en tanto que la distribución de esas inversiones
dentro de un país, por ejemplo, España, se dejaría a la decisión del BEI-FEI
conforme a principios bancarios normales).
Conclusión
Determinadas economías de la Eurozona siguen
deprimidas y con un nivel de demanda agregada que cae más a cada día que pasa.
Su depresión incrementa la probabilidad de una desintegración de la Eurozona,
mientras que el incremento de la probabilidad de una desintegración de la
Eurozona contribuye a agravar su depresión. En algo hay que ceder. Si no se
afronta la depresión de España, de Grecia, de Portugal, la Eurozona, simplemente,
se agostará y morirá. Desgraciadamente, a causa de los errados fundamentos de
la Eurozona, la depresión de la periferia no puede afrontarse con una gestión
macroeconómica normal de la demanda agregada. A menos que se “fuerce” al euro a
tener el mismo valor en toda la Eurozona, la depresión de la periferia irá a
peor y la Eurozona perecerá. A menos que se ponga por obra cierta mutualización
de la deuda sin necesidad de pedir a los contribuyentes alemanes que garanticen
las deudas de otros, la depresión de la periferia conspirará con la crisis del
euro para poner fin a la Unión Europea. Y finalmente: lo último que necesita
Europa es otra burbuja para restaurar la demanda agregada. No; lo que
necesitamos es erradicar, no sólo los síntomas de la crisis, sino también sus
causas subyacentes (esto es, el desbalance de las inversiones productivas).
Necesitamos, en una palabra, un New Deal
inteligentemente diseñado para Europa, con el BEI a la cabeza.
Apéndice: algunos comentarios a las tesis críticas del grupo alemán Kantoos Economics
(KE)
1. KE: “Canalizar más demanda agregada hacia
Grecia, empero, es un proceso lleno de dificultades. Los bancos necesitan
recapitalización… Pero igualmente importante es que los inversores (y los
depositantes) estén convencidos de que Grecia permanecerá en el euro. ¿Cómo se
consigue eso? ¿Acaso obligando a los depósitos griegos a regresar a Grecia, a
modo de dispositivo de compromiso? Un desafío jurídico, por decir lo menos.”
No es precisamente un desafío, es una
imposibilidad dentro de una
sociedad liberal y un mercado único. También es innecesario. Los
inversores sólo se convencerán de que la Eurozona se mantendrá, si se unifican
los sectores bancarios. Pura y simplemente. (Véase Política 1 de nuestra Modesta
Proposición.)
2. KE: “Los griegos necesitan mandar una señal fuerte y creíble de que su compromiso
con el euro es definitivo. Los fondos europeos de inversión no sirven
directamente a este propósito; sólo indirectamente, haciendo menos mala la
situación. Yo creo que este aspecto se subestima, pero es importante.”
Los griegos nunca han dejado de mandar esta
señal. En las últimas elecciones, los tres partidos más votados (incluida
Syriza) se comprometieron inequívocamente con la permanencia en la Eurozona.
Además, los sondeos de opinión muestran más de un 80% de apoyo a la permanencia
en la Eurozona. Así pues, el compromiso del pueblo griego con la Eurozona jamás
ha estado en cuestión. Fue la Sra. Merkel la que sugirió que cualquier
discrepancia griega con los términos y las condiciones del rescate sería
interpretada como un NO de Grecia a la Eurozona. ¿Imaginan ustedes lo que
habría ocurrido, si el NO irlandés o francés al Tratado de Lisboa hubiera sido
interpretado por Berlín como un NO a la UE? ¿Con qué derecho puede decirse que
una objeción de un pueblo europeo a un determinado Tratado o acuerdo equivale
rechazar Europa o la Eurozona? No, repito, el problema no es una falta de
compromiso griego con la Eurozona, El problema es más bien la falta de un plan
europeo para hacer sostenible la Eurozona.
3. Respecto de nuestra propuesta de un New Deal para Europa administrado por el
BEI-FEI (véase Política 3 de nuestra Modesta Proposición), KE dice: “Los bonos
del BEI, de acuerdo con Yanis, ¿serán servidos por el país que se beneficia de
la inversión? ¿Cómo podría hacerlo Grecia? ¿Y qué pasa, si el país beneficiario
no los sirve o no puede servirlos?”
Eso NO es precisamente lo que nosotros
proponemos. Lo que proponemos es que el BEI-FEI financie directamente proyectos
rentables en Grecia y en otras partes. ¿Quién devuelve la deuda de los bonos
BEI-FEI emitidos para llevar a cabo esas inversiones? Pues los proyectos de
inversión mismos. No Grecia, no España, no el reino Unido, etc. Supóngase, por
ejemplo, que el BEI financia una línea ferroviaria entre Patras y Munich,
uniendo así la red de trenes de alta velocidad de Europa Occidental con la
Europa Sudoriental (un proyecto de infraestructuras muy necesarias que, dicho
sea de paso, beneficiaría enormemente a las empresas alemanas y francesas).
Nuestra propuesta es que el BEI financiara eso sin implicar a los Estados
griego, eslovaco y austriaco. Es decir, lo financiaría como si fuera un banco
de inversión privado, basándose en principios puramente bancarios, emitiendo
bonos BEI como ha estado haciendo desde hace 20 años (y con el posible respaldo
de una emisión neta de bonos por parte del BCE). En lo único que deberían
implicarse los Estados es en dar las correspondientes licencias al proyecto y
en la expropiación de terrenos. ¿Y cómo debe devolverse la deuda de esos bonos?
Con los ingresos del ferrocarril que van directamente a los depósitos de
garantía bloqueados del BEI-FEI. Corre por cuenta del BEI-FEI (tal vez en
colaboración con el BCE) cribar y elegir proyectos que tengan expectativas de
elevados rendimientos.
4. KE: “La inversión es un negocio arriesgado, y
alguien tiene que estar dispuesto a asumir el riesgo.”
Desde luego. El BEI ha venido haciéndolo por
décadas. Y tiene un brillante registro en punto a sacar beneficios de ello.
Todo lo que Europa necesita hacer es aprovechar su capacidad para realizar
inversiones rentables y liberarla de la exigencia de cofinanciación por parte
de los soberanos insolventes.
5. KE: “Los bonos del BCE propuestos por Yanis no
sortean este problema. Se trata (¡eso se espera!) de una transferencia, si se
hace por debajo de tasas razonables que toman adecuadamente en cuenta el riesgo
(nota: no dije tasas de mercado). Está bien decir que Alemania tiene que cargar
con alguna parte de ese riesgo, y estoy de acuerdo. Pero seamos honrados
intelectualmente y comencemos por reconocer esos riesgos.”
Vale, seamos honrados con los riesgos. Yo
sostengo que, bajo la propuesta de los bonos del BCE, Alemania correría muchos
menos riesgos (si es que corriera alguno) que los que correrá bajo un mal
diseñado Mecanismo Europeo de Estabilidad.
6. KE: “No creo que debamos tener demasiada fe en
instituciones políticas a la hora de gestionar bien esas inversiones. No creo
que pueda entusiasmar a nadie el registro de esfuerzos similares al respecto en
Alemania del Este, o para lo que al caso hace, de los fondos estructurales en
Grecia o España. Proyectos como el de la Política Agrícola Común (PAC) son otro
ejemplo europeo de despilfarro del dinero del contribuyente que, a día de hoy,
y a despecho de la crisis nadie discute.”
Estoy de acuerdo. El de la Alemania del Este es
un buen ejemplo de lo que hay que evitar. Lo mismo ocurre con los fondos
estructurales administrados por Bruselas. Precisamente por eso proponemos
nosotros al BEI como pilar de las políticas de inversión de la UE. ¡No a
Bruselas! En lo tocante a la PAC, su propósito, desde el comienzo, no fue el de
la eficiencia ni el de la justicia, sino 2comprar” el apoyo de los campesinos
franceses y alemanes a una unión aduanera que les causaría problemas al tiempo
que proporcionaba enormes beneficios a la industria pesada. Nunca fue más que
un pago lateral del capital oligopólico industrial a los rentistas agrarios.
7. KE: “Puede que el BEI tenga un excelente
registro hasta ahora (¿alguna prueba?), pero en parte, porque pudo desarrollar
sus negocios sin ser molestado por los políticos europeos.”
Es harto posible. Mantengamos, así pues, el BEI como zona libre de
política. Pero liberémosle también de una necia restricción política que le
impide proporcionar a Europa muchos beneficios potenciales.
8. KE: “La necia sobreinversión antes de la
crisis… debería también hacer cauteloso a Yanis: sí, tenemos un problema de
demanda agregada (también conocido como problema de subinversión)… pero
necesitamos asegurarnos de que todo fondo europeo de inversión es competente y
no se ve estorbado por las fuerzas nacionales que, en parte, llevaron a Grecia
al punto en que ahora se encuentra.”
No podría estar más de acuerdo. En los términos
de mi narrativa preferida, no necesitamos otra serie de burbujas. Lo que
necesitamos es erradicar las causas de la desintegración de la Eurozona y
derivar los ahorros hacia la inversión rentable, real.
9. KE: “Las exportaciones son otra forma de
dirigir la demanda agregada hacia Grecia. ¿Cómo consiguieron los países
asiáticos arreglárselas para convertirse en los exitosos exportadores que ahora
son?”
Grecia tiene que mejorar sus prestaciones
exportadoras. Eso es indiscutiblemente cierto. Pero no podrá hacerlo hasta que:
a) las empresas griegas rentables orientadas a la exportación recuperen el
acceso al crédito, y b) se reemprenda la inversión en esas empresas. Las tres
políticas de la Modesta Proposición son un prerrequisito tanto para a) como para
b). ¿Las tres? Sí. Pensemos en España, por ejemplo. Su potencial exportador es
excelente. No obstante, sin un sistema de crédito que funcione y mientras el
Estado y los bancos sigan fundidos en un abrazo mortal, el potencial exportador
no contribuye a restaurar la demanda agregada.
10. KE escribe que el crecimiento a largo plazo
precisa “… de un sector público eficiente, de una regulación sensible, y
ocasionalmente, incluso de políticas industriales como zonas de exportación.
Precisa de conocimiento local y de políticas locales centradas en el
crecimiento. Los fondos foráneos de inversión pueden ayudar, pero mientras
Grecia ocupe el lugar 155 (sobre 183 países) en el ranking de protección de los
inversores, el puesto 90 en punto a protección jurídica de los contratos y el
último en el índice general de negocios en la OCDE, no tengo la menor idea de
cómo podría arraigar allí el crecimiento a largo plazo con las solas
inversiones del BEI.”
No podría. Hasta que, y a menos que, el Estado
griego se reforme a sí mismo y los inversores que se encuentren con reglas
simples, sensibles y que funcionan, el crecimiento a largo lazo no levantará
vuelo. Pero permítaseme dejar una cosa clara: la creencia –prevalente en
algunos círculos alemanes— de que más austeridad “forzará” a los griegos (y a
su Estado) a adoptar esas reformas es patentemente errónea. Así como Yeltsin
dio mal nombre a la democracia a comienzos de los 90 (permitiendo a Putin luego
pisotear importantes derechos democráticos a la vista del escaso entusiasmo
público registrado en la defensa de esos derechos), la palabra “reforma” se
asocia ahora en Grecia a miseria, desesperanza, indignidad. Cuanto más prosiga
la depresión, cuanto más se profundice, tanto menos reformable será Grecia.
España está entrando por la misma senda. E Italia.
Yanis
Varoufakis es un reconocido economista
greco-australiano de reputación científica internacional. Autor del aclamado The Global Minotaur (Zedbooks, Londres
2011: una larga reseña crítico-analítica del libro se puede leer en SinPermiso Nº 12, en prensa)
FUENTE: SIN PERMISO
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