Por Ricardo Molero Simarro
La relevancia de los factores de demanda
para explicar el crecimiento fue planteada en los años treinta de manera
prácticamente simultánea por Michal Kalecki y John Maynard Keynes. La
principal conclusión de la teoría de la demanda efectiva es que el gasto
determina la renta de una economía. Keynes mostró que la propensión
marginal al consumo decae cuando el ingreso total se incrementa. Por su
parte, Kalecki consideró la existencia de diferentes propensiones a
consumir por parte de los salarios y de los beneficios. Esto permitió
plantear la posibilidad teórica de que la redistribución de la renta
nacional entre los trabajadores y los capitalistas afecte al nivel de
producción. Sin embargo, prácticamente nadie analizó las implicaciones
que eso tiene para la teoría del crecimiento económico hasta que Amit
Bhaduri y Stephen Marglin (1990) lo hicieron.
En su modelo estos autores partieron de
considerar a los salarios reales como el coste de producción más
relevante, pero también como el determinante más importante de la
demanda agregada. Como coste, su incremento tiene un efecto negativo
sobre la inversión, debido a que los márgenes de beneficios se reducen
al crecer los salarios. Sin embargo, como fuente de ingresos, su
incremento tiene un efecto positivo sobre el consumo, gracias a la mayor
propensión a él que tienen los salarios en comparación con los
beneficios.
De este modo, el aumento de los salarios
reales y el de la participación de los salarios en la renta nacional,
pueden tanto beneficiar como obstaculizar el crecimiento. Esto dependerá
de cuál sea el componente dominante de la demanda agregada. Si es la
inversión, un incremento de la participación salarial tendrá un efecto
negativo sobre ella. La mejora del consumo no será suficiente para
compensar la caída de la inversión. La participación salarial debilitará
el crecimiento. Por el contrario, este será promovido si la
participación de los beneficios en la renta nacional se incrementa,
gracias a que, con ella, lo hará también la inversión.
Bhaduri y Marglin denominaban regimen
“exhiliracionista” a este patrón de crecimiento guiado por los
beneficios. Este tipo de crecimiento no sólo beneficia a los
capitalistas, sino que también beneficia a los trabajadores desempleados
por medio de los nuevos empleos que genera. Sin embargo, la creación de
puestos de trabajo se logra a expensas de los salarios reales medios de
los trabajadores que ya tienen un empleo. Además, el consumo
decreciente (consecuencia de los menores salarios) en un contexto de
mayor capacidad productiva instalada generada, puede acabar ocasionando
una crisis de sobre-acumulación/sub-consumo después de años de
crecimiento guiado por los beneficios.
Por el contrario, si el consumo es el
componente dominante de la demanda agregada, entonces un incremento de
la participación de los salarios en la renta nacional tendrá un efecto
global positivo sobre la demanda, a pesar de su negativo efecto sobre la
inversión. Este regimen es denominado “estanacionista”. El crecimiento
está guiado por los salarios. El efecto positivo del consumo sobre el
grado de capacidad utilizada permite lograr un montante total de
beneficios mayor (e incluso una tasa de ganancia más alta) en un
contexto de menores márgenes y participación de los beneficios en la
renta nacional.
Los autores llaman “capitalismo
cooperativo” a este resultado, el cual les permite afirmar que “el
capitalismo no es necesariamente un juego de suma cero” (op.cit.: 382).
Sin embargo, los autores también tienen en cuenta los límites a los que
se enfrenta la cooperación entre capital y trabajo cuando los mayores
salarios generan una presión a la baja sobre los márgenes de beneficio,
En el corto plazo esta comprensión de las ganancias puede dar lugar a un
conflicto entre las diferentes facciones de la clase capitalista. En un
plazo más largo puede generar una crisis de sub-acumulación. En
conclusión, el crecimiento no se encuentra asegurado en ninguno de los
regímenes considerados en el Modelo Bhaduri-Marglin.
Durante los últimos años este modelo ha
sido aplicado al análisis de los modelos de crecimiento de diversos
países. Teóricamente, en el contexto de una economía crecientemente
abierta, como la economía mundial actual, los resultados obtenidos para
el regimen estanacionista se pueden ver alterados, ya que el efecto
negativo que la menor participación salarial tiene sobre el consumo
puede ser compensado por el efecto positivo que los menores costes
laborales tienen sobre las exportaciones. Sin embargo, la mayor parte de
los estudios econométricos sugieren que, a pesar de ello, las economías
desarrolladas (como Alemania, Estados Unidos, Francia, Japón o el Reino
Unido) se encuentran predominantemente guiadas por los salarios. Aunque
algunos de los estudios han alcanzado resultados contradictorios entre
sí al aplicar el modelo a una misma economía (para un resumen de estos
trabajos ver Stockhammer y Onaran, 2012).
Apenas se han llevado a cabo análisis de
los modelos de crecimiento de las economías subdesarrolladas, excepto
algunos trabajos tentativos que se han centrado en economías como las de
China, México, Sudáfrica, Turquía o Tailandia. Estos pocos trabajos han
llegado a la conclusión de que las economías analizadas se encuentran
predominantemente guiadas por los beneficios, al menos cuando la
apertura de cada una de ellas es tomada en consideración. Sin embargo,
los análisis preliminares del efecto que las políticas de ajuste
salarial puestas en marcha durante las últimas décadas han tenido sobre
el desempeño de la economía mundial señalan que dichas políticas han
afectado negativamente al crecimiento (Onaran y Galanis, 2012).
Esto se debe a la imposibilidad teórica de que todos los países logren
ganancias simultáneas de competitividad externa, una cuestión acerca de
la cual Bhaduri y Marglin ya advirtieron.
Algunos desarrollos teóricos recientes
han intentado endogenizar el comportamiento de las variables
explicativas del modelo. La vía principal de hacerlo es considerar el
efecto que tienen los rendimientos crecientes a escala (posibilitados
por la mayor utilización de la capacidad productiva instalada) y el
progreso técnico sobre las participaciones del trabajo y el capital en
la renta nacional. En el contexto de un regimen estanacionista, el
incremento de la productividad laboral puede dar lugar a una caída de la
participación de los salarios, reduciendo el impacto positivo que los
mayores salarios reales tienen sobre el crecimiento. De modo que, para
ser compatible con un crecimiento estable, la productividad laboral debe
aumentar a una tasa que permita mantener la participación salarial en
un nivel relativamente constante a largo plazo.
En este modelo, el incremento tanto de
los salarios, como de la productividad se encuentra determinado
simultáneamente por la competencia inter-capitalista y el conflicto
entre la clase capitalista y la clase trabajadora (Bhaduri, 2006). El
progreso técnico es una consecuencia del intento de los capitalistas de
compensar el crecimiento de los salarios reales a través de la mejora de
la productividad laboral. Por lo tanto, las políticas de ajuste
salarial tendrán como efecto una ralentización de las tasas de progreso
técnico.
Por otro lado, en los dos regímenes de
crecimiento planteados por el modelo se pueden dar resultados tanto de
equilibrio, como de falta del mismo, es decir, tanto estables, como
inestables (Bhaduri, 2008). La relación entre la producción y la
distribución se puede explicar a partir de la combinación de análisis
por el lado de la oferta y por el lado de la demanda. De este modo se
elude la necesidad de depender, como la economía neoclásica, del efecto
sustitución capital-trabajo para explicar el progreso técnico y de la
productividad marginal para explicar la distribución de la renta entre
capital y trabajo.
De hecho, la conclusión principal del
modelo es que no existe una respuesta universal al problema del
crecimiento económico. Tanto las políticas favorables al capital, como
las políticas favorables al trabajo pueden promoverlo, dependiendo de
cuál sea el componente dominante de la demanda agregada.
No obstante, una de las limitaciones del
modelo es que no tiene en cuenta los límites históricos del proceso de
acumulación analizados por economistas políticos anteriores. Como es
habitual en economía, el modelo tampoco analiza los límites ecológicos
del crecimiento, ni las desigualdades de género, debido a su falta de
consideración de la dimensión física de los procesos económicos y de las
actividades económicas externas al mercado. Aún así, el modelo es muy
útil para evaluar las actuales políticas puestas en marcha frente a la
crisis. Estas están profundizando el ya regresivo patrón de distribución
de la renta al adoptar políticas favorables a los beneficios en
economías que se encuentran guiadas por los salarios, obstaculizando, de
esta manera, su recuperación.
- Bhaduri, A. and Marglin, S. (1990): “Unemployment and the Real Wage: The Economic Basis for Contesting Political Ideologies”, Cambridge Journal of Economics, 14 (4), 375-393.
- Stockhammer, E. and Onaran, Ö. (2012): “Wage-Led Growth: Theory, Evidence, Policy”, PERI Working Paper Series, 300.
- Onaran, Ö. and Galanis, G. (2012): “Is Aggregate Demand Wage-Led or Profit-Led? National and Global Effects”, ILO Conditions of Work and Employment Working Papers Series, 40.
- Bhaduri, Amit (2006): “Endogenous Economic Growth: A New Approach”, Cambridge Journal of Economics, 30, 69-83.
- Bhaduri, Amit (2008): “On the Dynamics of Profit-led and Wage-led Growth”, Cambridge Journal of Economics, 32, 147-160.
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