Por Vicenc Navarro
Se están publicando
más y más informes, libros y artículos (ver Ellen Brown “Making the
World Safe for Banksters”. CounterPunch, 05.09.13) que están
documentando cómo se inició el proceso de desregulación de la banca, que
desembocó en la enorme crisis financiera a los dos lados del Atlántico
Norte. Cuanto más se publica, más se sabe de lo que en realidad puede
definirse, sin reservas, como una conspiración en la que participaron
activamente dirigentes de la banca estadounidense (tales como Goldman
Sachs, Merrill Lynch, Bank of America, Citibank y Chase Manhattan Bank) y
personajes responsables de las agencias reguladoras de la banca del
gobierno federal de Estados Unidos, tales como Larry Summers y Timothy
Geithner. El primero era (cuando la conspiración se inició) el segundo
de a bordo del Ministerio de Hacienda, dirigido por el ex banquero
Robert Rubin, durante la Administración Clinton, y el segundo, era el
encargado de Asuntos Internacionales del mismo Ministerio.
El objetivo de ese
proyecto era conseguir la desregulación del capital financiero en EEUU y
también en el mundo. El primer paso fue la desregulación en EEUU a base
de eliminar la Ley Glass-Steagall, la ley aprobada en 1933 por la
Administración Roosevelt que claramente diferenciaba la Banca Comercial
de la Banca de Inversiones, un punto clave para proteger a la mayoría de
ahorradores y depositantes en la banca frente a la especulación,
característica de gran número de actividades de la Banca de Inversión.
La Administración Clinton, como resultado de la presión del centro
financiero de EEUU, Wall Street, y con la ayuda de sus agentes en el
gobierno federal, eliminó dicha Ley y, con ello, tal diferenciación. Una
consecuencia fue el colapso de Lehman Brothers.
El segundo paso era la
desregulación de la banca a nivel mundial. Ello requería el cambio de
las reglas de la Organización Mundial del Comercio (World Trade
Organization), y para ello se nombró a Geithner embajador de EUUU en
dicha organización. Su objetivo (que consiguió que se aprobara) era
cambiar las reglas de juego para la banca, mediante un addendum que
aparentaba ser menor (conocido como addendum del Financial Services
Agreement), que prohibía, en realidad, la regulación de las inversiones
bancarias, incluyendo las especulativas.
Un problema que los
conspiradores tenían es que el 40% de los bancos hoy en el mundo son
bancos públicos (la mayoría de estos bancos existen hoy en los países
BRIC -Brasil, Rusia, India y China-, que representaban el 40% de la
población mundial). Y para complicarles más las cosas a los
conspiradores, muchos de estos bancos estaban en países musulmanes,
donde la usura es, no solo un pecado, sino también un acto criminal, lo
cual dificultaba las políticas financieras de carácter especulativo.
Estos factores, por cierto, han protegido a estos países frente a la
especulación financiera y han sido menos afectados por la crisis
financiera a nivel mundial. Países que fueron particularmente
resistentes a esta desregulación fueron los llamados “enemigos de EEUU”
(según el testimonio dado en el año 2007 por el general Wesley Clark,
que era el jefe de las fuerzas militares de la OTAN, Democracy Now!
2007) que incluían Irak, Siria, el Líbano, Libia, Somalia, Sudán e Irán.
Todos estos países eran islámicos, no pertenecían a la Organización
Mundial del Comercio, y lo que era “peor” es que tampoco pertenecían al
Bank for International Settlements en Suiza, la organización que
supervisa los bancos a nivel mundial. Según el General Clark, estos
países estaban en la lista de países que el gobierno federal de EEUU
había considerado como países cuyos gobiernos deberían cambiar en los
próximos cinco años. Y, según Ellen Brown, lo están intentando
conseguir.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario