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miércoles, 7 de mayo de 2008

DIVORCIO ENTRE CONOCIMIENTO Y SABIDURIA

Es evidente que vivimos en el medio de una revolución delconocimiento. También es evidente que esa revolución no cambia lasconductas humanas desarrolladas por la sociedad de consumo. Elconocimiento pareciera estar divorciado, en este caso, de la sabiduría.Si así no fuera, veríamos políticos preocupados hondamente por elcambio climático y por las desigualdades que se profundizan cada vezmás entre los que ganan en un día lo que no podrán consumir en elresto de su vida y los que ganan en toda su vida, cuando tienensuerte, lo que los otros ganan en un día. No priorizar, teniendo adisposición los medios para hacerlo, estos dos temas capitales es unaprueba irrefutable de que el conocimiento, aunque haya algunosejemplos en contrario, sigue divorciado de la defensa de la vida. Y,cuando hablo de defensa de la vida, hablo de una defensa militante,que surja del convencimiento de que la miseria que deshumaniza a losmás postergados, también deshumaniza a quienes permiten que ella exista.Es imposible comprender, desde una lógica que no sea la del dinero yla especulación, que en un planeta donde un tercio de la poblaciónvive en condiciones infrahumanas se hagan planes para utilizaralimentos básicos, como el maíz por ejemplo, para producir lo quealguien, acertadamente, ha llamado necrocombustibles.Gasolina que, en el colmo de las paradojas, requerirá muchocombustible fósil para poder ser producido. Lo que importa es novariar el modelo de civilización que privilegia el "tener" y ha debidoinventar las benzodiazepinas y el Prozac para que el "ser", nuestraverdadera esencia, siga sosteniendo el esqueleto de la gran mentira.¡Que coman las poderosas cuatro por cuatro, la gente puede esperar!Que siga este festín estúpido e insensato de producir carros quedevoran el combustible fósil que faltará a nuestros descendientes yque envenena el aire que respiramos los actuales habitantes de laTierra con consecuencias que, seguramente, también transmitiremosgenéticamente a quienes vengan después de nosotros.Que Estados Unidos sea un propulsor de los biocombustibles es natural,pertenece a su lógica de desprecio por la vida que manifiestapermanentemente con su conducta belicista y su desprecio por losderechos humanos (basta recordar Hiroshima, Vietnam, Abu Grahib,Guantánamo y el millón de muertos en Irak para eximirnos de másexplicaciones), pero que Brasil, país biófilo por excelencia, dondeviven millones de hambrientos, sea un entusiasta patrocinador de estedisparate escapa a toda lógica y nos pone, una vez más, frente a lafatal evidencia de que sabiduría y conocimiento parece que aún no hansido presentados.Ver al presidente brasileño con Condoleezza Rice hablandoelogiosamente sobre este tema es realmente desalentador.¿De qué sirve la revolución del conocimiento si el mismo no se empleapara proteger la vida, mejorar su calidad y procurar que todos puedanaspirar a disfrutarla con un mínimo de dignidad?PUBLICIDAD. autor GUILLERMO GIACOSA, PERU21, 3/22/2008