Por J. Bradford DeLong
Cuatro veces durante el siglo pasado, una porción importante del mundo industrial cayó en profundas y largas depresiones caracterizadas por la persistencia de un alto nivel de desempleo: Estados Unidos en la década de 1930, los países industrializados de Europa occidental en esa misma década, Europa occidental otra vez en los ochenta y Japón en los noventa.
Las dos últimas caídas de la lista todavía arrojan una larga y oscura sombra sobre el desempeño futuro de la economía. En ambos casos, el regreso de Europa o Japón (si es que se produjo o producirá) a una tendencia de crecimiento económico similar a la de antes de la crisis les llevó (o les llevará) décadas. En cuanto al ejemplo de Europa a fines de la década de 1930, no sabemos qué habría pasado si el continente no se hubiera convertido en un campo de batalla después de la invasión de Polonia por la Alemania nazi.
Cuatro veces durante el siglo pasado, una porción importante del mundo industrial cayó en profundas y largas depresiones caracterizadas por la persistencia de un alto nivel de desempleo: Estados Unidos en la década de 1930, los países industrializados de Europa occidental en esa misma década, Europa occidental otra vez en los ochenta y Japón en los noventa.
Las dos últimas caídas de la lista todavía arrojan una larga y oscura sombra sobre el desempeño futuro de la economía. En ambos casos, el regreso de Europa o Japón (si es que se produjo o producirá) a una tendencia de crecimiento económico similar a la de antes de la crisis les llevó (o les llevará) décadas. En cuanto al ejemplo de Europa a fines de la década de 1930, no sabemos qué habría pasado si el continente no se hubiera convertido en un campo de batalla después de la invasión de Polonia por la Alemania nazi.
Solamente
en el caso restante la tendencia de crecimiento a largo plazo
permaneció inalterada: los niveles de producción y empleo en Estados
Unidos después de la Segunda Guerra Mundial no acusaron el impacto
macroeconómico de la Gran Depresión en forma considerable. Por supuesto,
si no hubiera existido la movilización para la Segunda Guerra Mundial,
es posible, e incluso probable, que la sombra de la Gran Depresión
también se hubiera extendido sobre el crecimiento económico de los
Estados Unidos después de 1940. Al menos, ese era el panorama a fines de
la década de 1930, con altos niveles de desempleo estructural y
capitalización por debajo de la tendencia, antes de que la movilización y
las guerras en Europa y el Pacífico empezaran en serio.
En
Estados Unidos, ya podemos ver señales de que la crisis iniciada en
2008 proyectará su sombra hacia el futuro: desde hace un tiempo, las
proyecciones de prestigiosos analistas (tanto públicos como privados)
respecto del PIB de Estados Unidos a largo plazo se vienen revisando a
la baja.
Podemos
poner como ejemplo la participación de la fuerza laboral: lo habitual
es que este indicador deje de caer una vez superado el punto más bajo
del ciclo económico y que a partir de allí empiece a ascender otra vez;
pero en los últimos dos años y medio la participación de la fuerza
laboral no ha dejado de disminuir. Hay al menos algunos responsables de
política monetaria que creen que la reciente reducción de la tasa de
desempleo en Estados Unidos (que en gran medida se debió a la
disminución citada) es una razón tan valedera para adoptar políticas más
austeras como si la causa hubiera sido un aumento del nivel de empleo.
En Europa, mientras tanto, se verifican más o menos los mismos procesos y
las mismas respuestas (incluso, con mayor fuerza).