Por Simon Johnson
El Partido Republicano cuenta con algunos temas potencialmente ganadores para las elecciones presidenciales y parlamentarias estadounidenses de noviembre. Desde hace mucho tiempo los estadounidenses mantienen su escepticismo respecto del gobierno. Tienen una tradición de resistencia a los excesos estatales que se remonta a la fundación de su país. Esta tradición legó a los estadounidenses de hoy un rechazo por los subsidios públicos y una aversión cultural ante la «dependencia» de la asistencia estatal.
El Partido Republicano cuenta con algunos temas potencialmente ganadores para las elecciones presidenciales y parlamentarias estadounidenses de noviembre. Desde hace mucho tiempo los estadounidenses mantienen su escepticismo respecto del gobierno. Tienen una tradición de resistencia a los excesos estatales que se remonta a la fundación de su país. Esta tradición legó a los estadounidenses de hoy un rechazo por los subsidios públicos y una aversión cultural ante la «dependencia» de la asistencia estatal.
Pero
el candidato presidencial Mitt Romney y otros miembros líderes de su
partido han jugado esas cartas de manera completamente equivocada en
este ciclo electoral. A Romney aparentemente lo entusiasmó la idea de
que muchos estadounidenses, los que forman parte del llamado 47%, no
pagan impuestos federales a la renta. Cree que se ven como «víctimas» y
son «dependientes» del gobierno.
Pero
esto deja de lado dos cuestiones obvias. En primer lugar, la mayor
parte del 47% paga una gran cantidad de impuestos sobre sus ingresos,
sus propiedades, y los bienes que compran. También trabajan duro para
ganarse la vida en un país donde el ingreso medio de los hogares ha
caído a un nivel inusitado desde mediados de la década de 1990.