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domingo, 12 de agosto de 2012

Un símbolo de dignidad

 Por Alberto Garzon Espinosa


El martes un grupo de trabajadores del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT) entró de forma organizada en dos grandes superficies y se llevó sin pagar un importante número de productos de primera necesidad, con objeto de repartirlos entre los más necesitados. Como consecuencia, el ministerio del Interior ha ordenado ya la detención de los responsables. Varios días después podemos confirmar, a mi juicio, que la acción del SAT ha sido un completo éxito.
Comencemos por el contexto social. Según UNICEF en España un 17,1% de los niños están bajo el umbral de la pobreza, mientras que Acción contra el Hambre denuncia que un 25% están desnutridos. Al mismo tiempo dos millones de españoles se beneficiarán de las ayudas que la Comisión Europea ha enviado este año -con un total de 67 millones de kilos de comida- para combatir el hambre en nuestro país. A nadie se le escapa que las organizaciones solidarias han visto dispararse sus necesidades para poder atender con eficacia a una población crecientemente empobrecida.

jueves, 2 de agosto de 2012

Hay que estudiar economía

 Por Alberto Garzón Espinosa


Decía la economista Joan Robinson que el principal motivo para estudiar economía era precisamente para evitar ser engañados por los economistas. Esta era de hecho una de las consignas que establecimos de cabecera cuando dimos origen en España al movimiento de estudiantes por una economía crítica. Los que entonces éramos estudiantes considerábamos que estábamos siendo engañados por los propios economistas, y que nuestro propósito era estudiar todo lo posible para contestar a todas las falsas afirmaciones que continuamente se lanzaban desde determinados sectores. Llamamos economía crítica al conjunto de ramas y pensamientos enfrentados a la teoría económica dominante, que por entonces y de momento hasta ahora era la teoría económica neoclásica.
Nuestro propósito era más complicado de lo que parecía, pues nuestro estudio y esfuerzo era doble. Por una parte teníamos que estudiar las teorías dominantes, que eran las que queríamos criticar, pero a la vez teníamos que estudiar a las teorías heterodoxas, que eran las que debían sugerirnos nuevas formas de entender la economía. Un esfuerzo doble, mucho más agotador y por supuesto nada reconocido. Al fin y al cabo, tanto como estudiantes, investigadores o incluso profesores los economistas heterodoxos están condenados a la marginación.