Por Nouriel Roubini
Mientras el crecimiento del
PBI, inferior a su tendencia previa, y el elevado desempleo continúan
afectando a las economías más avanzadas, sus bancos centrales han
recurrido cada vez más a políticas monetarias no convencionales. Las
medidas se sirvieron cual una sopa de letras: PTIC (política de tasa de
interés cero); FC (flexibilización cuantitativa, o compras de bonos
gubernamentales para reducir las tasas de largo plazo cuando las tasas
de referencia de corto plazo son cero); FCr (flexibilización del
crédito, o compras de activos privados orientadas a reducir el costo del
capital para el sector privado); y OBPF (orientación basada en promesas
sobre el futuro, o el compromiso de mantener la FC o la PTIC hasta, por
ejemplo, que la tasa de desempleo alcance un cierto objetivo). Algunos
incluso llegaron a proponer una PTIN (política de tasa de interés
negativa).
Sin embargo,
las tasas de interés se han mantenido obcecadamente bajas y las de
desempleo, inaceptablemente altas, en parte debido a que el aumento de
la oferta monetaria posterior a la FC no condujo a la creación de
crédito para financiar el consumo privado o la inversión. En lugar de
ello, los bancos han acumulado el aumento de la base monetaria en forma
de reservas excedentes ociosas. Hay una restricción crediticia, ya que
los bancos con capital insuficiente no desean prestar a acreedores
riesgosos y el lento crecimiento, junto con los elevados niveles de
endeudamiento de los hogares, también ha deprimido la demanda de
crédito.