Por Vicenc Navarro.
Un tema que está acaparando gran
atención en los centros políticos y mediáticos de Estados Unidos es el
notable crecimiento de las desigualdades de renta y riqueza que ha
ocurrido desde los años ochenta, y que se ha acentuado todavía más
durante estos años de crisis. Es importante resaltar que el debate no es
sobre si se han incrementado las desigualdades, sino sobre las causas
de este crecimiento. Nadie cuestiona que haya existido este aumento. El
debate se centra, pues, en las causas y consecuencias del crecimiento de
estas desigualdades. Las posturas conservadoras y liberales, bien
reflejadas en los escritos de intelectuales como James Q. Wilson,
colaborador del “Washington Post”, Charles Murray, Director del
“American Enterprise Institute”, y el columnista David Brooks, del “New
York Times”, cuestionan que tal crecimiento de las desigualdades se deba
a las políticas públicas iniciadas por el presidente Reagan (aunque
algunos autores consideran que tales políticas se iniciaron en los
últimos años del mandato del presidente Carter) y continuadas por los
presidentes Bush, padre e hijo, y también, por cierto, por el presidente
Clinton. Estas políticas incluían una reducción de la carga fiscal de
las rentas superiores (aunque el presidente Clinton las aumentó al
inicio de su mandato), una desregulación de los mercados financieros
(particularmente acentuada durante el gobierno Clinton, con la
eliminación de la Ley Glass-Steagall) y una reducción del gasto público,
incluyendo el gasto público social, entre otras medidas que se han
acentuado en estos años de crisis.