Por Martin Khor
La
Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible
conocida como Río+20, que conmemoró el vigésimo aniversario de la Cumbre
para la Tierra celebrada en 1992, finalizó con manifestaciones de
decepción por parte de amplios sectores de los medios de comunicación y
de las organizaciones no gubernamentales (ONG) medioambientales, para
quienes el documento final aprobado por los Jefes de Estado y de
Gobierno y sus representantes de alto nivel contenía escasos compromisos
nuevos de acción.
Su
descontento era comprensible, pues la Conferencia Río+20, la mayor
reunión internacional de dirigentes mundiales que ha tenido lugar este
año, había generado grandes expectativas. En efecto, se esperaba que las
graves crisis económicas y ambientales que afronta el mundo llevaran a
la adopción de medidas decisivas que estuvieran a la altura del vigésimo
aniversario de la Cumbre para la Tierra, conocida oficialmente como la
Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el
Desarrollo.