La advertencia es de Gemmo Lodesani, director de la oficina del PMA en Bruselas, quien se encarga de las relaciones con la Unión Europea y de conseguir recursos financieros para cumplir el principal mandato de esa organización: combatir el hambre en el mundo.
De visita no oficial en Brasil, y en entrevista con IPS, Lodesani recordó que las tres cuartas partes de los más de 1.000 millones de hambrientos en el mundo son campesinos pobres.
Considerados población vulnerable, esta población rural sufrirá mayormente las consecuencias del recalentamiento planetario por calamidades como sequías e inundaciones.
"Ya vemos un impacto del cambio climático sobre los patrones de producción de comida. Sabemos que hay áreas pobres del mundo que serán más pobres por falta de lluvias. Esto ya ocurre, la desertificación", alertó Lodesani.
"Y es necesario ocuparnos de esto ahora y de manera específica", añadió el experto, quien ya coordinó programas de emergencia de ayuda alimentaria en países como Sudán y Costa de Marfil.
El informe de esta agencia de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) titulado "El cambio climático y el hambre en el mundo. Responder al desafío" señala que hasta 2050 el porcentaje de personas desnutridas en el mundo podría aumentar de 10 a 20 por ciento.
En ese sentido, el directivo destacó la necesidad de implementar programas específicos de desarrollo sustentable, vinculados a "la utilización de los recursos de la tierra para producir comida", sin empeorar aún más el ambiente.
Al referirse a los biocombustibles, producidos por países como Brasil, el funcionario del PMA consideró que, aunque por un lado disminuyen la contaminación ambiental, es necesario continuar las investigaciones en curso para determinar sus desventajas.
Como la producción de biocombustibles exige una mayor utilización de áreas cultivadas, Lodesani llamó la atención sobre la necesidad de que esto no ocurra en desmedro de las superficies destinadas al cultivo de alimentos, "sobre todo pensando en que nuestra población será de más de 9.000 millones en cuarenta años".
El aumento de la población mundial, según Lodesani, es otra de las amenazas a enfrentar, "cuando ya 1.000 millones de personas viven con un nivel nutricional por debajo de lo recomendado por organismos internacionales como la Organización Mundial de Salud".
Cuando en 2050 los habitantes del planeta lleguen a sumar más de 9.000 millones habrá nuevos desafíos para garantizar una nutrición adecuada y, por tal, plantea un nuevo círculo vicioso de la pobreza a resolver.
"De los más de 1.000 millones de personas que pasan hambre hoy, tres cuartos son campesinos pobres. Esto quiere decir que quienes no tiene un nivel nutricional suficiente para tener una vida normal, y sobre todo una vida productiva, son los mismos que tendrían que producir", acotó.
En los últimos años, el PMA priorizó las compras de comida para sus programas de ayuda alimentaria a los países en desarrollo.
Lodesani recordó que en los últimos tres años esto representó 80 por ciento de las compras totales, en valores cercanos a 2.500 millones de dólares, casi 1.500 millones de dólares para los países africanos, sólo en 2008.
"Lo que pretendemos hacer ahora es ir lo más cerca posible donde la comida es producida. Antes comprábamos a partir de los sistemas comerciales existentes, lo que es bueno, pero esos sistemas no siempre benefician a los pequeños productores pobres", destacó al referirse a una nueva iniciativa del PMA llamada "Compras para el Progreso".
El programa pretende crear las condiciones para que los campesinos pobres tengan acceso al mercado y con eso puedan tener un plus de ganancias, además de garantizar con su producción las necesidades de sobrevivencia de su familia.
El programa, que se aplica con la ayuda de la Unión Europea en países como Honduras y Mozambique, busca ese acceso al mercado mejorando la calidad de los productos y acondicionándolos de forma adecuada para la venta.
Además, inicialmente el PMA garantiza la compra de esa producción para que pueda competir con los precios de otros proveedores internacionales.
Lodesani mencionó otros desafíos sobre los que "hay que continuar vigilantes", como el valor de los alimentos, todavía caros según los índices de costo producto de base de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
Esta situación, según el directivo del PMA, es común también en países en desarrollo en los cuales "hay disponibilidad de alimentos, pero camadas importantes de la población no acceden a ellos".
Según el informe "El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2009", producido por la FAO y el PMA, de las 1.020 millones de personas que hoy sufren hambre en el mundo, 642 millones están en Asia y el Pacífico, 265 millones en África subsahariana, 53 millones en América Latina y el Caribe, 42 millones en Medio Oriente y el norte de África, y 15 millones en los países industrializados.
El primero de los ocho grandes Objetivos de Desarrollo para el Milenio (ODM) acordados en 2000 por los gobiernos en la ONU plantea reducir a la mitad para 2015 el porcentaje de personas que padecen hambre en el mundo, partiendo de los indicadores de 1990.
Para alcanzar la meta inmediata de reducir de 90 a 100 millones la cantidad de personas desnutridas en el mundo en 2010, Lodesani dice que el PMA necesitará casi 4.500 millones de dólares.
No sólo es necesaria la ayuda de los países ricos sino que también de otros en desarrollo, tanto operativamente como con recursos financieros.
"En relación a América Latina continuaremos con la estrategia de trabajar cada vez más con los recursos que ya existen en esos países, porque se trata de una región en desarrollo, pero que puede aportar recursos propios para este tipo de programas", apuntó.
"La tendencia es cada vez más ésta, es decir, países que financian programas con el PMA, pero a partir de recursos propios", agregó al citar el caso de Brasil, que ya puso a disposición de esa organización 80 millones de dólares.
Según Lodesani, el PMA podría también participar en nuevos programas de asistencia técnica en el gigante sudamericano. Puso como ejemplo iniciativas para "mapear y detectar la población mas vulnerable", entre ellos, los beneficiarios del programa de ayuda conocido como Bolsa Familia.
El directivo definió a Bolsa Familia como "un programa muy importante de protección social en el ámbito de la seguridad alimentaria".
"Sabemos que Brasil está interesado en este tipo de joint venture (iniciativa conjunta)", añadió Lodesani.
Bolsa Familia, uno de los programas más populares del gobierno brasileño del izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva, concede una pequeña ayuda monetaria mensual a 11 millones de familias pobres, destinada en su mayor parte a la compra de alimentos.
Algunos consideran esta iniciativa como el motor de crecimiento de las economías locales donde están sus beneficiarios.
AUTOR : Frayssinet, Fabiana
FUENTE : GLOBAL
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