“Es el sistema británico – el “libre comercio” – el más gigantesco sistema de esclavitud que el mundo haya visto jamás, y por tanto es la libertad lo que gradualmente desaparece de cada país sobre el cual Inglaterra pretende obtener el control”
“Adoptando el “libre comercio”,
o sistema británico, nos colocamos a nosotros mismos junto a los
hombres que han arruinado a Irlanda y la India, y están ahora
envenenando y esclavizando al pueblo chino”
Henry C. Carey, economista estadounidense partidario del proteccionista “Sistema Americano” y asesor económico del presidente Abraham Lincoln, 1793 – 1879.
“Los abogados del
capitalismo son muy propensos a apelar a los sagrados principios de la
libertad, los cuales están personificados en una máxima: los afortunados
no deben ser refrenados en el ejercicio de la tiranía sobre los
desafortunados”
Bertrand Russell, filosofo, matemático y escritor británico, 1872 – 1970
El pensamiento neoliberal es el presente valedor de la ideología del
libre comercio. Su pensamiento es por ellos mismos calificado como único
y carente de alternativas válidas. Es el que, actualmente, se enseña e
impone en medios de comunicación y universidades. Supuestamente ha
alcanzado la preeminencia intelectual porque siendo contrastado con
todas sus alternativas se ha demostrado superior. Nada más lejos de la
realidad. Si se hubiera contrastado con los datos reales, se hubiera
llegado a la conclusión que ninguna nación hoy industrializada lo puso en práctica en su desarrollo económico. No se a cierta a comprender desde la buena fe a qué responde la imposición de una ideología nunca usada para el progreso económico y social.
Dado este déficit de realidad que sufre el actual pensamiento único es
lógico que nos enfrentemos a tan grande precariedad intelectual entre
nuestros “expertos”. Parece que el intelecto haya sido nuevamente asolado por esa especie conservadurismo montaraz – teñidas muy habitualmente sus visiones de un dogmatismo acérrimo –impenetrable al discurso lógico y a la fuerza de las pruebas. De esta forma se ha sembrado la ignorancia en los últimos decenios. Y
nada mejor para extender el obscurantismo que hurtar a la sociedad y a
nuestros estudiantes de las pruebas y los datos empíricos, los hechos
históricos, que dejarían desnudo y desacreditarían de plano, un
pensamiento – el neoliberalismo o libre mercado – que es fácilmente
rebatible.
El neoliberalismo es una ideología, no una ciencia. Nuestros alumnos
están siendo educados en un conocimiento parcial. Van a ser técnicos sin
ningún tipo de perspectiva general ni ninguna capacidad de valorar las
consecuencias de sus acciones. En la universidad se está
haciendo común el rechazo al conocimiento histórico – bien se entorpece
su enseñanza o se mitifica su realidad –, a la interdisciplinariedad en
pos de enseñar la verdadera economía. Nada hay de verdadero
en un pensamiento que falsifica la realidad histórica, política y
social. Un pensamiento contenido en una burbuja al resguardo de su
exposición a la realidad. Lo que se está enseñando son los intereses de una clase social, una determinada forma de ver el mundo y actuar sobre él donde
el enriquecimiento individual, la codicia y el afán de conquista –
competencia – tienen unas consecuencias terribles para la mayoría de la
sociedad y el desarrollo económico y social de las diferentes naciones.
Realmente ¿Qué nos están hurtando? ¿Cuál es la historia del desarrollo
capitalista? ¿Son los mercados libres? ¿Es la mano invisible? ¿Es un
Estado alejado de la vida económica? Podemos decir sin temor a
equivocarnos, con el respaldo de los hechos, que no. Verdaderamente es
una historia de intervención estatal, proteccionismo,
conquistas, agresiones militares, imperialismo, desposesiones,
colonialismo, tratados desiguales, esclavitud, trabajo infantil,
explotación sin igual de los seres humanos y el medio natural. Volviendo a citar a Bertrand Russell:“[El
capitalismo] es una sociedad en la cual una minoría muy pequeña de
propietarios somete a la explotación al resto de la población, arremete
contra la naturaleza y despilfarra los recursos naturales del planeta”.
Por tanto, si la historia y sus hechos no dicen que los países desarrollados han llegado a ser ricos gracias al “libre comercio”, sino debido al proteccionismo y la intervención estatal ¿por
qué somos bombardeados con una información radicalmente diferente?
¿Existe una grave deshonestidad intelectual? ¿Únicamente estamos
aprendiendo un pensamiento lleno de prejuicios y dogmatismo? No se
puede obviar que Reino Unido, por ejemplo, basó en gran parte su
expansión industrial y comercial en la destrucción de industrias y
mercados que le hacían la competencia como la manufactura de la lana
irlandesa, el algodón indio, o las guerras del opio contra China. Una
práctica de imponer bajo coacción, agresión o tratados desiguales una
apertura comercial de nuevos mercados que todavía es usada en nuestros
días.
¿La “mano invisible”? La realidad a pesar de lo que nos cuentan los
teóricos neoliberales es bien distinta. La mano era bien visible. Reino
Unido se desarrolló con políticas intervencionistas y proteccionistas.
Sus gobernantes – el primero, Enrique VII – se dieron cuenta que tenían
que dar un enorme giro a sus políticas para dejar de ser una nación
relativamente atrasada en la última década del S.XV. Más tarde – con
Isabel I – logró el monopolio de los mares con el fin de conquistar
nuevos mercados y colonias. Monopolio logrado con una ingente inversión estatal en construcción naval. A
partir de 1721, Robert Walpole comenzó a impulsar las nuevas industrias
manufactureras que darían a Inglaterra mediante su promoción y
protección la hegemonía tecnológica antes de mediar el S.XIX.
A pesar de eso se considera a Inglaterra la cuna del “laissez – faire” y a Francia del proteccionismo, cuando el grado de proteccionismo británico había sido mucho mayor que el francés hasta 1860. Nos enfrentamos, por tanto, a un pensamiento ilusorio. Una propaganda muy poderosa y muy dañina. Reino Unido alcanzó la primacía tecnológica[“detrás de unas altas y duraderas barreras arancelarias” P. Bairoch], sólo
entonces viró su política hacia un régimen de libre comercio que sólo
20 años después de su adopción se tambaleaba ante la competencia de
otras potencias. Tuvo que ser la dura bofetada que recibió Francia de
realidad, cuando el retraso tecnológico se hacía cada vez más evidente,
que Napoleón III se vio obligado a girar a una política más
proteccionista e intervencionista.
“[Inglaterra] adoptó el
Libre Comercio con una lentitud dolorosa: 84 años hubieron de
transcurrir desde la publicación de La Riqueza de las Naciones hasta el
presupuesto Gladstone de 1860; 31 desde Waterloo hasta la victoria
ritual de 1846… En 1848, el Reino Unido tenía 1.146 artículos sujetos a
derechos arancelarios; en 1860 tenía 48, siendo todos ellos, menos 12,
artículos de lujo o semi–lujo. Habiendo sido [el sistema arancelario británico] el más complejo de Europa…” K. Fielden.
Todas estas medidas auspiciadas por todos los Estados fueron
acompañadas de otras encaminadas a la creación y el fortalecimiento de
instituciones sociales. No era el “libre emprendimiento” individual lo que llevaba al desarrollo económico sino las política públicas y las instituciones sociales fuertes. Esto se refleja en el pensamiento estadounidense de la “escuela americana” que bebía directamente del proteccionismo británico: “Por
más industriosos, ahorrativos, creativos e inteligentes que sean los
individuos, no pueden compensar la falta de instituciones libres. La
historia también enseña que la mayor parte de las capacidades
productivas de los individuos provienen de las instituciones sociales y
de las condiciones bajo las cuales se sitúan” Fiedrich
List. Tanto copió Estados Unidos el proteccionismo de sus hermanos
británicos que el historiador Paul Bairoch los llamó: “la madre patria y bastión moderno del proteccionismo”.Para concluir ¿Qué más deberíamos saber? ¿Qué políticas aplicaron realmente las naciones actualmente hoy más ricas en sus procesos de industrialización y desarrollo económico? El especialista en desarrollo económico de la Universidad de Cambridge Ha–Joon Chang nos enumera las siguientes políticas verdaderamente realizadas por Reino Unido, Alemania, Francia, EEUU, Suecia, Bélgica, Países Bajos, Japón o Suiza para alcanzar la industrialización y la preponderancia tecnológica:
- Protección arancelaria para ayudar a la creación de nuevas industrias mediante una política de promoción activa y coherente.
- Concesión de monopolios, incluso, cárteles.
- Implicación del Estado en industrias clave.
- Subsidios y subvenciones a la industria, a la agricultura y a la exportación.
- Prohibición de exportación de materias primas sin manufacturar, es decir, sin tratar y aportarles un valor.
- Controlar la calidad de los productos manufacturados para la exportación. Búsqueda continuada de una alta calidad y valor añadido en los productos.
- Prohibición de importaciones de productos que se puedan realizar dentro del país.
- Atracción de trabajadores extranjeros cualificados y capacitación de los trabajadores nacionales. Reino Unido, por ejemplo, en un principio importó trabajadores cualificados flamencos, holandeses y alemanes. Y, más tarde, prohibió la emigración de trabajadores nacionales cualificados.
- Apoyo al espionaje industrial, robo de tecnología, copia de maquinaria, etc. No reconocimiento de las patentes extranjeras.
- Favorecimiento de la importación e introducción de maquinaría y tecnología avanzada extranjera para su copia.
- Prohibición de exportar tecnología avanzada a los competidores.
- Inversión en educación pública – primaria y universitaria – Construcción de escuelas y universidades. Alemania, además, reorientó su educación desde la teología a la ciencia en el S.XIX.
- Inversión en “mejoras internas”, es decir, obras públicas e infraestructuras – carreteras, transportes, canalizaciones, teléfono, telégrafo, ferrocarril, electricidad, irrigación agrícola, etc. – con menor o mayor colaboración privada.
- Creación de institutos de investigación gubernamentales. Financiación de las políticas de investigación y ciencia. Concesión de becas para el estudio en el extranjero y la investigación.
- Asunción de una política social en menor o mayor medida según cada país.
- Esta es la historia del “libre mercado”. En ningún lugar encontramos la libertad o el desarrollo autónomo e independiente. Por todos lados, está la mano del Estado, el intervencionismo, las subvenciones, los aranceles, etc. Se nos niega conocer que los economistas clásicos eran partidarios de la intervención estatal con el fin de destruir la producción rural a pequeña escala convirtiendo a los campesinos en precarios trabajadores a sueldo de las fábricas. Asistimos bien a una tergiversación y manipulación de la historia que pone en entredicho la honradez profesional de ciertas personas, o bien, a un gravísimo desconocimiento de la realidad que pone en duda la competencia intelectual de algunos.
- Por último ¿El Estado reducido? ¿Los mercados naturales? ¿De verdad? No guardan eso los hechos históricos:
“No había nada natural en el laissez–faire; los libres mercados nunca pudieron haber existido simplemente permitiendo que las cosas siguieran su curso. De la misma manera que las fábricas de algodón – la principal industria de libre comercio – fueron creadas con la ayuda de aranceles proteccionistas, ayudas a la exportación y subsidios indirectos a los salarios, el propio laissez–faire fue aplicado por el Estado. En los años 30 y 40 tuvo lugar no solo una explosión de leyes que anulaban reglamentos restrictivos, sino también un enorme aumento de las funciones administrativas del Estado, que pasó a estar dotado de una burocracia central capaz de cumplir con las tareas impuestas por los partidarios del liberalismo. Para el utilitarista típico… el laissez–faire no era un método para obtener una cosa, era la cosa que quería obtenerse” Karl Polanyi.
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