Las negociaciones comerciales de la Ronda de Doha fracasaron estrepitosamente el 29 de julio arrastradas por las mismas discrepancias entre países ricos y pobres que la signaron durante sus casi siete años de vida.
Una disensión irreparable entre Estados Unidos, por un lado, y China e India, por otro, precipitó el final de la conferencia de ministros convocada por la Organización Mundial del Comercio (OMC), que había llegado a su novena jornada de sesiones.
El ministro de Relaciones Exteriores de Argentina, Jorge Taiana, interpretó que lo ocurrido con Doha es un fracaso de un intento de los países industrializados de dar poco y pedir mucho. "Y eso no fue aceptado en líneas generales por los países en desarrollo", dijo a IPS.
"Y me parece que ese desequilibrio impidió resolver estas negociaciones", insistió.
La chispa de este siniestro político internacional fue un asunto caro a los países en desarrollo, el establecimiento de un mecanismo de salvaguardias especiales que elevaría los derechos de aduana cuando las importaciones de productos agrícolas superaran cierto nivel y causaran perjuicio a los campesinos de las naciones pobres.
"Es increíble que hayamos fracasado en un solo tema", lamentó el ministro de Relaciones Exteriores de Brasil, Celso Amorim. "No es que la cuestión no sea importante para algunos países, pero ya habíamos resuelto muchos otros asuntos intratables", agregó.
El director general de la OMC, Pascal Lamy, dijo que de una lista de 20 tópicos en discusión ya se habían alcanzado posiciones convergentes en 18. Pero la brecha no pudo cerrarse en el tema 19, deploró.
Estados Unidos se opuso por considerar que el mecanismo podía dar lugar a abusos, mientras que China e India lo reclamaban como una defensa del sustento, la seguridad alimentaria y el desarrollo rural de los campesinos de los países en desarrollo.
La divergencia impidió que los ministros de unos 30 países y los representantes de los demás 153 miembros de la OMC alcanzaran un acuerdo sobre los parámetros de las negociaciones para liberalizar la agricultura y los productos industriales, o acceso a los mercados de los productos no agrícolas (NAMA, por sus siglas en inglés).
Concebida en noviembre de 2001, en la capital de Qatar, para transmitir solidaridad a un mundo sacudido por el flagelo del terrorismo, con los atentados del 11 de septiembre de ese año en Nueva York y Washington, la Ronda de Doha se apaga cuando toman cuerpo otras amenazas de crisis, en alimentos, energía y clima.
Ante la crisis mundial de los precios de los alimentos, resulta irónico que se pretenda elevar más barreras al intercambio mundial de estos productos, dijo Susan Schwab, representante de Comercio de Estados Unidos.
Carin Smaller, del Instituto de Políticas para la Agricultura y el Comercio (IATP, por sus siglas en inglés), replicó que Estados Unidos propone la apertura de los mercados como la mejor forma de lograr la seguridad alimentaria y promover el sustento.
En cambio, India y China, con apoyo de la mayoría de los países en desarrollo, sostienen que las salvaguardias son el mejor reaseguro en caso de producirse grandes trastornos en los mercados agrícolas, observó. La subsecretaria de Economía de México, Beatriz Leycegui, evaluó que el fracaso de Doha es una pérdida para todo el mundo, porque arriba en medio de una crisis económica muy fuerte, donde hay proteccionismo y falta credibilidad en el sistema multilateral
"En esas condiciones, urgía obtener un resultado", señaló.
Lamy aceptó que Doha "ha fracasado". Dejemos que el polvo se asiente, respondió acerca de futuras actividades negociadoras de la OMC. Sin embargo aclaró que "mi reacción no es tirar la toalla".
Alfredo Chiaradía, secretario de Relaciones Comerciales Internacionales de la cancillería argentina, dijo que durante la última reunión de ministros, este martes, algunos se declararon partidarios de hacer nuevos intentos por resucitar la ronda.
Leycegui reconoció que México había insistido en "no echar a la basura todo lo que se había logrado" en los nueve días de negociaciones. "Ha sido una frustración porque pensábamos que el acuerdo estaba muy cerca, pero faltó un poco de compromiso político", sostuvo.
Anne-Laure Constantin, otra experta del IATP, confió a IPS sus esperanzas de que los países miembros de la OMC encuentren otra forma de encarar el comercio en la escala multilateral. "Una forma que se adapte más a las nuevas condiciones del mundo y ayude a los países ante las crisis que enfrentan, de alimentos, energía y clima", dijo.
"El proceso de Doha debía convertirse en una ronda del desarrollo, para favorecer a los países más pobres. Por ese motivo este desenlace se convierte en una frustración", comentó Taiana.
Jeremy Hobbs, director de la organización humanitaria Oxfam Internacional, se declaró decepcionado por la suerte corrida por Doha. En momentos en que los precios de los alimentos y la energía son elevados y que las perspectivas de la economía mundial se presentan inciertas, el número de pobres crece sin cesar, dijo.
"Por eso, un acuerdo comercial decente habría dado la oportunidad de prevenir el agravamiento de la pobreza", indicó Hobbs.
A su vez, Aftab Alam Khan, de ActionAid, otra entidad dedicada a promover el desarrollo, atribuyó la responsabilidad del fracaso a Estados Unidos y la Unión Europea, "que no pudieron pensar más allá de los intereses de sus empresas transnacionales, las quieren apropiarse de todas las oportunidades en los mercados de los países pobres", dijo.
"El hecho de que Estados Unidos y la Unión Europea responsabilicen a China e India del derrumbe de Doha es risible", concluyó.
AUTOR : GUSTAVO CAPDEVILA
REBELION
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sábado, 2 de agosto de 2008
LA SUPER ALZA DE LOS METALES Y EL IMPUESTO A LAS GANANCIAS EXTRAORDINARIAS
Es demasiado bueno para ser verdad. Los precios del oro llegaron a US$ 726/onza, superando en 2 y media veces el precio de US$ 269,50/onza de mayo de 1999. El cobre superó todos sus récords con US$ 3,99/libra, seis veces más que su precio del 2001 de US$ 0,67/libra. El zinc, con US$ 1,76/libra, se ha multiplicado por 5 en los últimos 3 años, pues estaba en US$ 0,35/lb en el 2002” (Bloomberg; La República, 12/5/2006).
Según el Banco de Crédito, las Utilidades Netas de las mineras peruanas quebraron récords en el 2004. Y en el I Trimestre 2005 Southern ganó USS$ 421 millones, 41% más que en el I Trimestre 2004. Cerro Verde y Buenaventura tuvieron Utilidades por US$ 77 y 125 millones, 136% y 88% más que el 2004 (Gestión, 8/05/2006).
Esto se debe no solo a los altos precios sino a los súper bajos costos de producción de las minas peruanas, las más competitivas del mundo (www.cristaldemira.com, 28/1/2006).
Cuando se propone que las mineras paguen un impuesto a las ganancias extraordinarias (IGE), de manera que el país también se beneficie de los altos precios de sus recursos naturales (por causas externas, como la alta demanda de China), se esgrimen varios argumentos en contrario. Por ejemplo, se dice que si suben las Utilidades Netas, también aumenta el impuesto a la renta. Por tanto, el Estado también está ganando.
Cierto. Pero no lo que debería si existiera el IGE. Veamos un ejemplo. Si con un precio “normal” la empresa minera tiene S/.100 de utilidades antes de impuestos, entonces paga 30% de impuesto a la renta (30 soles) y su utilidad neta es de S/. 70. Cuando el precio aumenta enormemente por causas exógenas, digamos que ahora la empresa tiene S/. 200 de utilidades antes de impuestos. Por tanto, paga 60 soles de impuesto a la renta (el 30% de 200) y tiene utilidades netas por 140 soles.
Si el primer año la empresa tenía una utilidad neta de 70 soles, en el segundo esta aumenta a 140 soles. El IGE debería aplicarse a los 70 soles “extraordinarios” ganados el segundo año. ¿A cuánto ascendería el IGE? Eso se debe negociar. El quid de la cuestión es que la Nación, propietaria del recurso natural, tiene derecho a un ingreso extra (es decir, adicional al aumento del IR) por los altos precios de los minerales por causas exógenas. Exactamente eso fue lo que hizo el conservador Ronald Reagan a principios de los 80 (ver www.cristaldemira.com, 7/5/2006).
También se dice que “es muy difícil saber cuál es el precio del mineral a partir del cual se obtiene una sobreganancia”. Discrepamos, eso no es difícil de determinar. Se puede tomar, por ejemplo, el precio promedio de la década 1994-2004 y establecer que si el precio internacional cae por debajo ese nivel, entonces el IGE deja de cobrarse. En fin, existe una infinidad de fórmulas técnicas.
Finalmente, se dice que estas son políticas “populistas”, una “vuelta al pasado”. No es así. Las políticas “populistas” en lo económico -tal como las definió Rudiger Dornbusch en su libro 'Macroeconomía del Populismo'- tienen que ver con un enfoque económico que privilegia el crecimiento y la distribución del ingreso, al mismo tiempo que minimiza los riesgos de la inflación, el déficit fiscal y se dedica, por ejemplo, a establecer controles de precios y alzas indiscriminadas de salarios.
El IGE no tiene nada que ver con eso. Lo que se plantea, tal como lo hizo Reagan (o el gobierno de Lagos el año pasado al poner un “royalty” a las mineras) es que la renta extraordinaria (que, una vez más, tiene causas exógenas) sea repartida equitativamente entre la empresa y el Estado, lo que permitirá el aumento de los ingresos fiscales e invertirlos en infraestructura y programas sociales.
Quienes no quieren cambiar nada para que nada cambie, se esfuerzan en mostrar “cucos populistas” donde no los hay. Lo que quieren es quedarse con el íntegro de las sobreganancias, sin compartirlas con el dueño del recurso que, mire usted, es un país pobre. Un mendigo sentado en un banco de oro.
AUTOR :HUMBERTO CAMPODONICO
CRISTAL DE MIRA,05/13/2006
Según el Banco de Crédito, las Utilidades Netas de las mineras peruanas quebraron récords en el 2004. Y en el I Trimestre 2005 Southern ganó USS$ 421 millones, 41% más que en el I Trimestre 2004. Cerro Verde y Buenaventura tuvieron Utilidades por US$ 77 y 125 millones, 136% y 88% más que el 2004 (Gestión, 8/05/2006).
Esto se debe no solo a los altos precios sino a los súper bajos costos de producción de las minas peruanas, las más competitivas del mundo (www.cristaldemira.com, 28/1/2006).
Cuando se propone que las mineras paguen un impuesto a las ganancias extraordinarias (IGE), de manera que el país también se beneficie de los altos precios de sus recursos naturales (por causas externas, como la alta demanda de China), se esgrimen varios argumentos en contrario. Por ejemplo, se dice que si suben las Utilidades Netas, también aumenta el impuesto a la renta. Por tanto, el Estado también está ganando.
Cierto. Pero no lo que debería si existiera el IGE. Veamos un ejemplo. Si con un precio “normal” la empresa minera tiene S/.100 de utilidades antes de impuestos, entonces paga 30% de impuesto a la renta (30 soles) y su utilidad neta es de S/. 70. Cuando el precio aumenta enormemente por causas exógenas, digamos que ahora la empresa tiene S/. 200 de utilidades antes de impuestos. Por tanto, paga 60 soles de impuesto a la renta (el 30% de 200) y tiene utilidades netas por 140 soles.
Si el primer año la empresa tenía una utilidad neta de 70 soles, en el segundo esta aumenta a 140 soles. El IGE debería aplicarse a los 70 soles “extraordinarios” ganados el segundo año. ¿A cuánto ascendería el IGE? Eso se debe negociar. El quid de la cuestión es que la Nación, propietaria del recurso natural, tiene derecho a un ingreso extra (es decir, adicional al aumento del IR) por los altos precios de los minerales por causas exógenas. Exactamente eso fue lo que hizo el conservador Ronald Reagan a principios de los 80 (ver www.cristaldemira.com, 7/5/2006).
También se dice que “es muy difícil saber cuál es el precio del mineral a partir del cual se obtiene una sobreganancia”. Discrepamos, eso no es difícil de determinar. Se puede tomar, por ejemplo, el precio promedio de la década 1994-2004 y establecer que si el precio internacional cae por debajo ese nivel, entonces el IGE deja de cobrarse. En fin, existe una infinidad de fórmulas técnicas.
Finalmente, se dice que estas son políticas “populistas”, una “vuelta al pasado”. No es así. Las políticas “populistas” en lo económico -tal como las definió Rudiger Dornbusch en su libro 'Macroeconomía del Populismo'- tienen que ver con un enfoque económico que privilegia el crecimiento y la distribución del ingreso, al mismo tiempo que minimiza los riesgos de la inflación, el déficit fiscal y se dedica, por ejemplo, a establecer controles de precios y alzas indiscriminadas de salarios.
El IGE no tiene nada que ver con eso. Lo que se plantea, tal como lo hizo Reagan (o el gobierno de Lagos el año pasado al poner un “royalty” a las mineras) es que la renta extraordinaria (que, una vez más, tiene causas exógenas) sea repartida equitativamente entre la empresa y el Estado, lo que permitirá el aumento de los ingresos fiscales e invertirlos en infraestructura y programas sociales.
Quienes no quieren cambiar nada para que nada cambie, se esfuerzan en mostrar “cucos populistas” donde no los hay. Lo que quieren es quedarse con el íntegro de las sobreganancias, sin compartirlas con el dueño del recurso que, mire usted, es un país pobre. Un mendigo sentado en un banco de oro.
AUTOR :HUMBERTO CAMPODONICO
CRISTAL DE MIRA,05/13/2006
HACIENDO FRENTE A INFLACION Y POBREZA
En los últimos meses, una inflación que sigue creciendo y que ya sobrepasó el 7%, ha agravado la pobreza de millones de familias peruanas.
El gobierno afirmó, hace unos meses atrás, que la pobreza se había reducido bastante. Pero la medición, cuestionada, del INEI, se refería a un periodo anterior al alza de precios. Ahora, las cosas evidentemente han cambiado, y para peor.
El Presidente García, en su mensaje a la nación, le ha echado la culpa del alza de precios a factores externos, señalando con el dedo a las empresas trasnacionales del petróleo, sin mencionar que a esas mismas empresas, que según García “han declarado la guerra al pueblo” su gobierno las trata muy pero muy bien, dándoles innumerables ventajas. Pero el presidente se ha visto obligado a reconocer que el crecimiento exagerado del consumo, favorecido por su política económica, también ha hecho lo suyo en aumentar la inflación.
Olvidando su función, frente a este serio problema el Presidente no ha dado ninguna alternativa. El haber cambiado al ministro de economía por uno proveniente del Fondo Monetario Internacional no auguraba nada bueno. Ya el nuevo ministro Valdivieso empezó con la misma receta que el FMI recomienda en todo lugar y en toda circunstancia: recortar el gasto público. Si sanar economías enfermas fuera tan fácil como aplicar siempre el mismo remedio.
Tanto Valdivieso como García pierden de vista en esta coyuntura, dos elementos esenciales. El primero es que el alza de precios de las materias primas a nivel internacional tiene dos lados de la medalla: si por un lado encarece productos como el trigo, que importamos, por otro lado también han subido de precio los productos, como el cobre que exportamos. El detalle está en que quienes pagan harina de trigo, pan y fideos más caros son todos los peruanos, y sobretodo los más pobres, mientras quienes están ganando con el cobre más caro son solamente los accionistas de las empresas mineras. En el caso del petróleo, el asunto es escandaloso, porque aunque el petróleo es peruano, las ganancias se las llevan las empresas trasnacionales que lo extraen y lo refinan, mientras que el costo lo pagamos todos los peruanos - en este caso, cubierto principalmente por la caja fiscal. Es evidente que ante este problema, lo que corresponde es distribuir mejor los costos y los beneficios, sobretodo cuando las grandes ganancias se están haciendo con minerales y petróleo que, constitucionalmente, pertenecen a la nación y no a las trasnacionales.
El segundo elemento que ocultan García y Valdivieso es que, si bien es verdad que ha habido un aumento demasiado acelerado del consumo, es evidente que hay grandes diferencias entre quienes ganan el mismo mísero salario de antes pero ahora pueden comprar departamentos o electrodomésticos a crédito, y quienes están obteniendo enormes ganancias, cinco mil millones de dólares de las cuales se van del país. Reducir un consumo que está creciendo demasiado rápido debe hacerse con medidas selectivas orientadas a los sectores de mayores ingresos, a quienes se les pueden cobrar mayores impuestos, y a controlar el crecimiento del crédito que sostiene consumos insostenibles o a un alto costo futuro para las familias. No tiene porqué hacerse a costa de los salarios, la educación, la salud, el apoyo al agro o la construcción de caminos que tanta falta le hacen al país.
AUTOR : PEDRO FRANCKE
ACTUALIDAD ECONOMICA DEL PERU,08/02/2008
El gobierno afirmó, hace unos meses atrás, que la pobreza se había reducido bastante. Pero la medición, cuestionada, del INEI, se refería a un periodo anterior al alza de precios. Ahora, las cosas evidentemente han cambiado, y para peor.
El Presidente García, en su mensaje a la nación, le ha echado la culpa del alza de precios a factores externos, señalando con el dedo a las empresas trasnacionales del petróleo, sin mencionar que a esas mismas empresas, que según García “han declarado la guerra al pueblo” su gobierno las trata muy pero muy bien, dándoles innumerables ventajas. Pero el presidente se ha visto obligado a reconocer que el crecimiento exagerado del consumo, favorecido por su política económica, también ha hecho lo suyo en aumentar la inflación.
Olvidando su función, frente a este serio problema el Presidente no ha dado ninguna alternativa. El haber cambiado al ministro de economía por uno proveniente del Fondo Monetario Internacional no auguraba nada bueno. Ya el nuevo ministro Valdivieso empezó con la misma receta que el FMI recomienda en todo lugar y en toda circunstancia: recortar el gasto público. Si sanar economías enfermas fuera tan fácil como aplicar siempre el mismo remedio.
Tanto Valdivieso como García pierden de vista en esta coyuntura, dos elementos esenciales. El primero es que el alza de precios de las materias primas a nivel internacional tiene dos lados de la medalla: si por un lado encarece productos como el trigo, que importamos, por otro lado también han subido de precio los productos, como el cobre que exportamos. El detalle está en que quienes pagan harina de trigo, pan y fideos más caros son todos los peruanos, y sobretodo los más pobres, mientras quienes están ganando con el cobre más caro son solamente los accionistas de las empresas mineras. En el caso del petróleo, el asunto es escandaloso, porque aunque el petróleo es peruano, las ganancias se las llevan las empresas trasnacionales que lo extraen y lo refinan, mientras que el costo lo pagamos todos los peruanos - en este caso, cubierto principalmente por la caja fiscal. Es evidente que ante este problema, lo que corresponde es distribuir mejor los costos y los beneficios, sobretodo cuando las grandes ganancias se están haciendo con minerales y petróleo que, constitucionalmente, pertenecen a la nación y no a las trasnacionales.
El segundo elemento que ocultan García y Valdivieso es que, si bien es verdad que ha habido un aumento demasiado acelerado del consumo, es evidente que hay grandes diferencias entre quienes ganan el mismo mísero salario de antes pero ahora pueden comprar departamentos o electrodomésticos a crédito, y quienes están obteniendo enormes ganancias, cinco mil millones de dólares de las cuales se van del país. Reducir un consumo que está creciendo demasiado rápido debe hacerse con medidas selectivas orientadas a los sectores de mayores ingresos, a quienes se les pueden cobrar mayores impuestos, y a controlar el crecimiento del crédito que sostiene consumos insostenibles o a un alto costo futuro para las familias. No tiene porqué hacerse a costa de los salarios, la educación, la salud, el apoyo al agro o la construcción de caminos que tanta falta le hacen al país.
AUTOR : PEDRO FRANCKE
ACTUALIDAD ECONOMICA DEL PERU,08/02/2008
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