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jueves, 23 de octubre de 2008

¿De debacle financiera a depresión global?

El sistema financiero internacional se encamina a la debacle. Las bolsas de valores han estado cayendo la mayoría de los días, los mercados monetarios y los mercados del crédito se encuentran cerrados, ya que los diferenciales de sus tipos de interés se han ido a las nubes, y aún es demasiado temprano para decir si la serie de medidas adoptadas por Estados Unidos y Europa frenará la caída de manera permanente.

Una corrida generalizada en el sistema bancario ha sido fuente de temores por primera vez en siete décadas, mientras que el sistema bancario en las sombras –corredores de bolsa, entidades no bancarias que hacen préstamos hipotecarios, vehículos y medios de inversión estructurada, fondos de cobertura, fondos de mercados de dinero y firmas de capitales privados- están en riesgo de una corrida sobre sus pasivos de corto plazo.

Del lado de la economía real, todas las economías avanzadas, que representan el 55% del PGB global, entraron en recesión incluso antes de los shocks financieros que comenzaron el verano último. Así es que ahora tenemos recesión, una grave crisis financiera y una grave crisis bancaria en las economías avanzadas.

Inicialmente, los mercados emergentes estuvieron vinculados a estos problemas sólo cuando los inversionistas extranjeros comenzaron a sacar su dinero de ellos. Luego, el pánico llegó a los mercados crediticios, los mercados monetarios y los de divisas, poniendo en evidencia las vulnerabilidades de los sistemas financieros y sectores corporativos de varios países en desarrollo que habían vivido auges del crédito y habían tomado préstamos cortos y en moneda extranjera. Los más frágiles han sido los países con grandes déficits de cuenta corriente y/o altos déficits fiscales, con grandes pasivos de corto plazo en moneda extranjera. Sin embargo, incluso los que han mostrado mejores desempeños, como Brasil, Rusia, India y China, corren ahora el riesgo de un aterrizaje forzoso. Varios mercados emergentes se encuentran en riesgo de sufrir también una severa crisis financiera.

La crisis fue causada por la mayor burbuja de activos apalancados y de crédito de la historia. El apalancamiento y las burbujas no se limitaron al mercado de la vivienda en EE.UU., sino que también fueron características en otros países. Además, más allá del mercado de la vivienda, en muchos países hubo un excesivo endeudamiento por parte de las instituciones financieras y algunos segmentos de los sectores público y corporativo. Como resultado, están estallando simultáneamente muchas burbujas: una burbuja de la vivienda, una burbuja hipotecaria, una burbuja de renta variable, una burbuja de bonos, una burbuja de commodities, una burbuja de capitales privados y una burbuja de fondos de cobertura.

La ilusión de que la contracción económica en EE.UU. y otras economías avanzadas sería breve y poco profunda –una recesión de seis meses en forma de V- ha sido sustituida por la certeza de que será una recesión larga y persistente, en forma de U, que posiblemente durará al menos dos años en EE.UU. y cerca de dos años en la mayor parte del resto del mundo. Y, dado el creciente riesgo de una debacle financiera sistémica local, tampoco se puede descartar la perspectiva de una recesión en forma de L que dure toda una década, como la que vivió Japón tras el colapso de su burbuja inmobiliaria y de renta variable.

De hecho, da miedo la creciente desconexión entre medidas cada vez más drásticas y las presiones que sufre el sistema financiero. Cuando los acreedores de Bear Stearns fueron rescatados por un total de 30 mil millones de dólares en marzo, el repunte en los mercados de renta variable, monetario y del crédito duró ocho semanas. Cuando el Tesoro de EE.UU. anunció el rescate de los gigantes hipotecarios Fannie Mae y Freddie Mac en julio, el repunte duró apenas cuatro semanas. Cuando se llevó a cabo el rescate por 200 mil millones de dólares de estas firmas, y el gobierno estadounidense tomó su deuda de 6 billones de dólares, el repunte duró un día.

Hasta que se anunciaron las medidas estadounidense y europea, no hubo ningún repunte. Cuando se rescató a AIG por cerca de 85 mil millones de dólares, el mercado cayó un 5% Luego, cuando el paquete de rescate de EE.UU. fue aprobado, los mercados cayeron otro 7% en dos días. A medida que las autoridades en EE.UU y en el extranjero daban pasos más radicales entre el 6 y el 9 de octubre, los mercados accionarios, del crédito y monetario siguieron cayendo, días tras día.

¿Van lo suficientemente lejos las medidas recientes? Cuando las medidas de política económica no dan un alivio real a los participantes del mercado, uno se da cuenta de que se está a un paso de un colapso sistémico de los sectores corporativo y financiero. Hay en camino un círculo vicioso de desapalancamiento, caída de los precios de los activos y demandas de cobertura suplementaria.

De modo que no podemos descartar un fracaso sistémico y una depresión global. Como hemos visto en los últimos días, serán necesarios un gran cambio en la política económica y acciones muy radicales y coordinadas entre todas las economías avanzadas y emergentes para evitar el desastre. Esto que incluye:

• otra ronda rápida de recortes globales a las tasas de interés de al menos 150 puntos base en promedio;

• una garantía general temporal para todos los depósitos, al tiempo que se hace la distinción entre las instituciones financieras insolventes que es necesario cerrar y aquellas que están en problemas pero son solventes, las que se deben nacionalizar parcialmente y han de recibir inyecciones de capital público;

• una rápida reducción de la carga de deuda insolvente de los hogares, precedida de un congelamiento temporal de todas las ejecuciones hipotecarias;

• entrega masiva e ilimitada de liquidez a las instituciones financieras solventes;

• entrega pública de crédito a las partes solventes del sector corporativo, con el fin de evitar una crisis de refinanciamiento de la deuda de corto plazo para las corporaciones y pequeñas empresas solventes pero sin liquidez;

• un estímulo fiscal masivo y directo de los gobiernos que incluya obras públicas, gasto en infraestructura, beneficios de desempleo, devoluciones de impuestos a los hogares de menores ingresos, y la entrega de garantías a los gobiernos locales con problemas de caja;

• un acuerdo entre países acreedores que tengan superávits de cuenta corriente y países deudores que tengan déficits de cuenta corriente para mantener un financiamiento ordenado de los déficits y reciclar los superávits de los acreedores para evitar un ajuste desordenado de tales desequilibrios.

Si se hace menos de lo que sugieren estas medidas radicales y coordinadas, se corre el riesgo de un desplome del mercado, una debacle financiera global y una depresión mundial. Las medidas adoptadas por EE.UU. y Europa son un comienzo. Ahora deben terminar el trabajo.
AUTOR:Nouriel Roubini,profesor de Economía de la Stern School of Business, Universidad de Nueva York, y Presidente de RGE Monitor.
FUENTE:PROJECT SYNDICATE

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viernes, 17 de octubre de 2008

LA CRISIS DEL SISTEMA CAPITALISTA


I. CARACTERÍSTICAS ESPECÍFICAS DEL SISTEMA HOY




En el período premonopolista y concurrencial del sistema capitalista, se distinguían tres procesos relativamente autónomos: a) el proceso de producción; b) el proceso de circulación y c) el proceso de realización de la producción, regidos cada uno por sus propios capitales: el capital industrial, el capital comercial y el capital bancario, los dos últimos obteniendo su parte de beneficios de la plusvalía extraída a los trabajadores en el proceso de producción[1].



Pero con el surgimiento del capitalismo monopolista a fines del siglo XIX y comienzos del XX, que se consolida en la segunda mitad del siglo XX con la llamada revolución científica y técnica (electrónica, informática, etc.) se producen dos hechos fundamentales en la economía mundial: el papel hegemónico que asume el capital financiero en el sistema capitalista y la desaparición de la competencia como mecanismo autorregulador (o relativamente autorregulador) del mercado. Las sociedades transnacionales pasan a ser las estructuras básicas del actual sistema económico-financiero mundial y sustituyen al mercado como método de organización de la economía internacional [2]. Sin que por ello deje de existir la competencia entre los grandes oligopolios, que suele ser encarnizada y sin cuartel.



Las relaciones entre las sociedades transnacionales son una combinación de una guerra implacable por el control de mercados o zonas de influencia, absorciones o adquisiciones forzadas o consentidas, fusiones o ententes y el intento permanente pero nunca logrado de establecer reglas privadas y voluntarias de juego limpio entre ellas. Porque la verdadera ley suprema de las relaciones entre las sociedades transnacionales es "devorar o ser devorados".



De modo que cuando actualmente se oye hablar del mercado y de que "el funcionamiento de la economía debe quedar librado a las fuerzas del mercado" debe entenderse que el funcionamiento de la economía (y de la sociedad en general) debe quedar sometido a la estrategia decidida por el capital monopolista transnacional, cuyo objetivo básico es maximizar sus beneficios, apropiándose por cualquier medio del fruto del trabajo, de los ahorros y de los conocimientos tradicionales y científicos de la sociedad humana.



El proceso de constitución del capital monopolista es el resultado de la concentración y acumulación del capital, que dio lugar a la formación de grandes oligopolios y monopolios cuya base financiera se consolidó desde finales del siglo XIX y principios del siglo XX con la fusión del capital industrial y el capital bancario. Los grandes monopolios transnacionales también consolidaron su base financiera constituyéndose como sociedades anónimas, que absorbieron el ahorro popular a través de la emisión de acciones (participaciones en el capital y en los beneficios -o pérdidas- de la empresa) y obligaciones (título de crédito contra la empresa que además devenga un interés).



Pero sobre el fondo de una tendencia permanente, y a ritmo cada vez más acelerado, de concentración y acumulación del capital a escala mundial, la preeminencia del capital financiero es actualmente el rasgo dominante del sistema.



Esta preeminencia del capital financiero sobre el capital productivo es el resultado de un cambio profundo de la economía mundial a partir del decenio de 1970, momento que marca el fin del Estado de bienestar, caracterizado por la producción en masa y el consumo de masas, impulsado este último por el aumento tendencial del salario real y por la generalización de la seguridad social y de otros beneficios sociales. Es lo que los economistas llaman el modelo económico “fordista”, de inspiración keynesiana.



El agotamiento del modelo del Estado de bienestar obedeció a varios factores, entre ellos: llegó a su término la reconstrucción de posguerra, que sirvió de motor a la expansión económica, el consumo de masas tendió a estancarse o a disminuir lo mismo que los beneficios empresarios. También incidió el “shock” petrolero de comienzos de los 70.



Para dar un nuevo impulso a la economía capitalista y revertir la tendencia decreciente de la tasa de beneficios, se hizo necesario incorporar la nueva tecnología (robótica, electrónica, informática) a la industria y a los servicios y eso requirió grandes inversiones de capital.



Alguien tenía que pagar la factura y comienza entonces la época de la austeridad y de los sacrificios (congelación de los salarios, deterioro de las condiciones de trabajo y aumento de la desocupación) que acompañaron a la reconversión industrial. Al mismo tiempo, la revolución tecnológica en los países más desarrollados impulsó el crecimiento del sector servicios y se produjo el desplazamiento de una parte de la industria tradicional a los países periféricos, donde los salarios eran –y son- mucho más bajos.



En esas condiciones toma cuerpo la llamada “mundialización neoliberal”: el pasaje de un sistema de economías nacionales a una economía dominada por tres centros mundiales: Estados Unidos, Europa y Japón y un grupo constituido por los que se llamaron los "cuatro tigres de Asia": Corea del Sur, Taiwan, Hong Kong y Singapur. Después se produjo el ingreso impetuoso de China y, en cierta medida de India, en los primeros rangos de la economía mundial.



Con la incorporación de las nuevas tecnologías aumentó enormemente la productividad del trabajo, es decir que con la misma cantidad de trabajo humano la producción de bienes y servicios pasó a ser mucho mayor.



Se presentaron entonces dos posibilidades:



1) O se incitaba el consumo masivo de los bienes tradicionales y de los nuevos bienes a escala planetaria con una política salarial expansiva, una política social al estilo del Estado de bienestar, se reducía la jornada de trabajo en función del aumento de la productividad para tender a una situación de pleno empleo y se reconocían precios internacionales equitativos a las materias primas y productos de los países pobres



2) O se tendía a mantener y a aumentar los márgenes de beneficio conservando bajos los salarios, incrementando la jornada laboral y la intensidad en el trabajo y se mantenían bajos los precios de los productos de del Tercer Mundo.



La primera alternativa hubiera sido factible en un sistema de economías nacionales, en las que la producción y el consumo se realiza fundamentalmente dentro del territorio y es posible el pacto social de hecho entre los capitalistas y los asalariados en tanto consumidores. Pero en el nuevo sistema “mundializado” la producción se destina a un mercado mundial de "clientes solventes" y ya no interesa el poder adquisitivo de la población del lugar de producción.



En las condiciones de la mundialización acelerada, los dueños del poder económico y político a escala mundial con su visión de "economía-mundo" y de "mercado global" apostaron a la segunda alternativa.



Predominó entonces un ritmo lento de crecimiento económico, a causa de que un mercado relativamente estrecho imponía límites a la producción y surgió el fenómeno de grandes masas de capitales ociosos (incluidos los petrodólares), puesto que no podían ser invertidos productivamente.



Pero para los dueños de dichos capitales (personas, bancos, instituciones financieras) no era concebible dejarlos arrinconados sin hacerlos fructificar.



Es así como el papel tradicional de las finanzas al servicio de la economía, interviniendo en el proceso de producción y del consumo (con créditos, préstamos, etc.) quedó relegado por el nuevo papel del capital financiero: producir beneficios sin participar en el proceso productivo.



Esto se fue concretando de varias maneras:



-Mediante la compra de acciones de empresas industriales, comerciales y de servicios por parte de los gestores de fondos de pensiones, de las compañías de seguros, de los organismos de inversión colectiva y de los fondos de inversión.



-Mediante la compra directa de empresas por los fondos de inversión, que las que conservan si son muy rentables o por razones estratégicas o las “sanean” despidiendo personal y luego las venden con un margen de ganancia considerable. Los fondos de inversión compran las empresas mediante el sistema llamado Leverage Buy-Out (LBO) que podría traducirse como “operaciones con efecto de palanca”, que consiste en financiar la compra con una parte de capital propio (generalmente el 30%) y otra parte (el 70% restante) con préstamos bancarios, garantizados con el patrimonio de la empresa adquirida.



Los grupos financieros pasan así a intervenir en las decisiones de política de las empresas con el objeto de que su inversión produzca la alta renta esperada, imponiéndoles estrategias a corto plazo, cuyo eje principal es la reducción del personal y la degradación de las condiciones de trabajo, en materia de salarios, de intensidad del trabajo y de incremento de la jornada laboral.



Pero además los inversores financieros que participan en actividades productivas exigen una renta anormalmente elevada y la logran mediante una repartición inequitativa de los beneficios con el capital productivo, en detrimento de este último.



-Otra manera en que crece el papel del capital financiero especulativo es que las mismas empresas industriales, comerciales y de servicios invierten parte de sus beneficios en diversos títulos y papeles financieros especulativos, en lugar de hacerlo en la producción.



De modo que a través de la intensificación de la explotación del trabajo humano el capital transnacional (y sobre todo el capital financiero parasitario) mantuvo y mantiene una alta tasa de beneficios a pesar del crecimiento económico lento y de la existencia de un mercado restringido.



Entonces surgió la ilusión y hasta se teorizó acerca de que el dinero y los productos financieros, circulando en los mercados, son por sí mismos creadores de valor.



Pero lo cierto es que el dinero y los productos financieros no crean valor sino que representan un valor. Esa supuesta creación de valor y generación de beneficios por el dinero y los productos financieros no es otra cosa que la apropiación del valor creado por el trabajo humano en el proceso productivo de la economía real.



Partiendo del supuesto de que el dinero y los productos financieros circulando en los mercados crean valor, para enriquecerse no hay otra cosa que hacer que crear productos financieros o adquirir los ya existentes y hacer que se reproduzcan mediante adecuadas operaciones especulativas.



La consecuencia de esto ha sido la autonomización e “inflación” de productos financieros (burbujas financieras).



Además de los productos financieros tradicionales (acciones y obligaciones) se han creado muchos otros. Entre ellos los productos financieros derivados, que son papeles cuyo valor depende o "deriva" de un activo subyacente y que se colocan con fines especulativos en los mercados financieros. Los activos subyacentes pueden ser un bien (materias primas y alimentos: petróleo, cobre, maíz, soja, etc.), un activo financiero (una moneda) o incluso una canasta de activos financieros. Así los precios de materias primas y de alimentos esenciales ya no dependen sólo de la oferta y la demanda sino de la cotización de esos papeles especulativos y de ese modo los alimentos pueden aumentar (y aumentan) de manera inconsiderada en perjuicio de la población y en beneficio de los especuladores.



Por ejemplo cuando se anuncia que se fabricarán biocombustibles los especuladores “anticipan” que el precio de los productos agrícolas (tradicionalmente destinados a la alimentación) aumentará y entonces el papel financiero (producto derivado) que los representa se cotiza más alto, lo que repercute en el precio real que paga el consumidor por los alimentos.



Las inversiones en productos financieros implican diversos niveles de riesgo. Con la esperanza de cubrir dichos riesgos se han inventado una compleja serie de productos financieros que inflan cada vez más la burbuja y la alejan aun más de la economía real.



Chesnais escribe:



...”los inversores financieros, así como también los bancos centrales creyeron tener finalmente una técnica milagrosa que garantizaba al sistema bancario contra el riesgo: la titulización generalizada. ¿Qué es esta titulización (en francés “titrisation”, aunque la expresión original en inglés es “securitization”)? Pues consiste en “transformar las acreencias en manos de establecimientos de crédito, sociedades financieras, compañías de seguros o sociedades comerciales (las cuentas-cliente) en títulos negociables”. Estos títulos tienen nombres estrafalarios pero es obligado mencionarlos. Están en primer lugar los RMDS (Resiential Mortgage Backet Securities), adosados a los préstamos inmobiliarios. Se encuentran luego los CDS (Credit Default Swaps), derivados de crédito que conllevan la transferencia con intereses y elevadas comisiones del riesgo ligado a la posesión de obligaciones de empresas (estos CDS eran instrumentos de cobertura de riesgo, pero pasaron a ser instrumentos de colocación especulativa). Están finalmente los CDO (Collateralized Debt Obligations), que son “títulos derivados de títulos” que suponen dos operaciones sucesivas de titulización y una total opacidad sobre la composición del “producto sintético” (El fin de un ciclo. Alcance y rumbo de la crisis financiera).



Michel Drouin, por su parte, escribe:



"El desarrollo de los flujos de capitales internacionales, impulsado por la desregulación y la descompartimentación casi general de los mercados financieros, hizo de los años 80 el decenio de la mundialización financiera… Las operaciones financieras, cuyo volumen estaba ya desconectado del volumen de las transacciones en bienes y servicios, se hicieron autónomas, es decir movidas no por la lógica de las transacciones corrientes sino por la de los movimientos de capitales. La esfera financiera basó su desarrollo sobre ella misma a partir de la búsqueda de un beneficio surgido de la variación de los precios de sus propios instrumentos. El carácter especulativo de esta lógica de crecimiento permite hablar del surgimiento de una economía internacional de la especulación". (Le système financier international).



Los Estados Unidos y una parte de la población de dicho país son los primeros beneficiarios del proceso de mundialización financiera, la que les permite apropiarse del producto del trabajo y de los ahorros de los pueblos de todo el planeta.



Con esta "economía internacional de la especulación", como la llama Drouin, se aceleró la acumulación de grandes capitales en pocas manos a expensas sobre todo de los trabajadores, de los jubilados y de los pequeños ahorristas. Aunque los pequeños ahorristas participan de la ilusión de que el dinero y los productos financieros se reproducen (crean valor) por si solos. Hasta que la burbuja financiera estalla.



De modo que a la tradicional expropiación del fruto del trabajo que practica el capital en el proceso productivo (obtención de plusvalía), se ha venido a sumar la que realiza el capital financiero especulativo sin participar en el proceso de producción.



El capital financiero, además de estos mecanismos “legales” destinados a obtener una tajada cada vez mayor de los valores creados en la esfera productiva, se apropia directamente de los bienes de los trabajadores, jubilados y pequeños ahorristas, cometiendo verdaderas estafas.



Por ejemplo en Estados Unidos, el gigante transnacional de la energía Enron se declaró en quiebra reconociendo una deuda de 40 mil millones de dólares y dejó en la calle a su personal (12000 personas), al que, por añadidura, despojó del capital previsional de su jubilación, invertido en acciones de la propia empresa. En otras quiebras de grandes bancos o grupos financieros transnacionales, miles de pequeños ahorristas han visto evaporarse el fruto de muchos años de esfuerzos e incluso de privaciones.



Después de Enron se sucedieron otros casos similares como el de WorldCom y resultaron implicados los dos más grandes bancos estadounidenses: Citygroup y JP Morgan Chase [3] .



En el caso de WorldCom, un pequeño ahorrista que en marzo de 2000 compró 10.000 dólares en acciones se encontraba en julio de 2002 con que sus acciones valían sólo 200 dólares (Despacho de AFP del 21/07/02 ).



Una situación similar se produjo también en algunas transnacionales basadas en otros países, como Vivendi y otras en Francia. La acción de Vivendi llegó a cotizarse a 141,60 el 10 de marzo de 2000 y valía sólo 9,30 el 16 de agosto de 2002.



Los escándalos financieros revelados en el curso de 2002 causaron enormes pérdidas a los más grandes fondos de pensión estadounidenses, los que decidieron iniciar juicios contra los responsables, entre ellos Enron y su auditor Arthur Andersen, WorldCom y otros. Calpers, que administra el dinero de 1.300.000 funcionarios californianos , CalSTRS (687000 docentes del mismo Estado) y Lacera (132000 empleados de Los Angeles) han perdido 318 millones de dólares a causa de la quiebra de WorldCom (más de 7 mil millones de dólares evaporados). El fondo de pensión de los funcionarios del Estado de Nueva York (112 mil millones de dólares de activos) perdió 300 millones de dólares en la quiebra de WoldCom.



La reacción ex post facto del gobierno estadounidense, adoptando, el 25 de julio de 2002, la Corporate Auditing Accountability Act, con la sola finalidad de frenar el "krach" bursátil, se hizo necesaria para restablecer mínimamente la confianza de la población, después que Bush dijera públicamente: "Los escándalos han traicionado al pueblo americano. Los inversores han perdido su dinero, los jubilados su seguridad y los trabajadores sus empleos. La práctica de negocios deshonestos equivale a robo y fraude...”.
Como se puede apreciar, en 2002 el Gobierno estadounidense tomó medidas aparentemente destinadas a evitar que se repitieran ese tipo de situaciones, pero en realidad sólo para calmar a la opinión pública. Y las crisis se siguen repitiendo...



Otras formas que permiten al capital financiero transnacional apropiarse en forma parasitaria del fruto del trabajo ajeno, es decir sin intervenir en el proceso productivo, son la privatización de la seguridad social, de la que se han hecho cargo fondos privados de pensiones, la sustitución de parte del salario o de otras remuneraciones de que es acreedor el personal de las grandes empresas por acciones o por opciones sobre acciones de la misma empresa (stock-options), etc., que son distintas formas de robar o estafar, como dicen los economistas Labarde y Maris[4].



En síntesis, el capital financiero transnacional está funcionando como una bomba aspirante de las riquezas producidas por el trabajo a escala mundial, riquezas que de esta manera se concentran en pocas manos y en ciertas regiones del planeta, particularmente en los Estados Unidos.



El pago de la deuda externa (real o supuesta) por parte de los países periféricos contribuye en no poca medida a alimentar las caja del capital financiero transnacional.



II. LA DESREGULACIÓN DEL SISTEMA FINANCIERO




En julio de 1944, la Conferencia Monetaria y Financiera de Bretton Woods acordó la creación del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRD).



Ya en 1943, cuando comenzaba a vislumbrarse el fin de la Segunda Guerra Mundial, los estadounidenses y los ingleses comenzaron a discutir las bases de la organización de la economía mundial en la posguerra.



John Maynard Keynes, encargado por las autoridades británicas de participar en las deliberaciones, propugnaba la creación de una cámara de compensación mundial (Clearing Union) que permitiría hacer todas las transacciones internacionales a un tipo de cambio fijo referido a una moneda internacional emitida por la Clearing House, el "bancor". Se trataba de un verdadero sistema monetario internacional regulador de las finanzas internacionales, que conservaba la simetría entre las partes, con mecanismos de control y eventualmente de financiación para los países deficitarios y una participación de cada país en función de sus capacidades financieras. Sería una especie de Banco a escala internacional en el que los "clientes" serían los Estados.



Pero esta propuesta no fue aceptada por los Estados Unidos, en ese momento en la cumbre de su poderío económico como único gran beneficiario de la Segunda Guerra Mundial, que impuso en Bretton Woods sus puntos de vista: un sistema de cambios fijos (con una elasticidad del uno por ciento en más o en menos sobre la paridad establecida entre las monedas) y la paridad establecida en relación con el oro o con el dólar de los Estados Unidos (artículo IV de los Estatutos del FMI, antes de la reforma de 1978).



Así es como en la práctica el dólar pasó a ser moneda internacional, obligando a todos los países a acumular reservas en dólares para hacer frente a las fluctuaciones de sus respectivas monedas, resultante del estado de su balance de pagos.



El sistema de Bretton Woods estableció pues un privilegio exorbitante a favor de los Estados Unidos en materia de pagos internacionales, que en los hechos, sirvió para que el resto del mundo financiara su déficit presupuestario.



Esta fue la base de un desorden creciente del sistema monetario internacional que se institucionalizó en 1975 con el abandono del sistema de tipos de cambios fijos (reforma, vigente desde 1978, del artículo IV de los Estatutos del FMI,).



Es decir, se abandonó un principio ordenador del sistema monetario (el sistema de cambios fijos) pero se mantuvo en los hechos al dólar como moneda internacional, de manera que todo el resto del mundo continuó subvencionando la economía de los Estados Unidos, pues los Bancos centrales de los otros países siguieron interviniendo para evitar la baja del dólar.



Es cierto que las intervenciones de los Bancos centrales son cada vez más inocuas, pues poco pueden hacer frente a las sumas fenomenales puestas instantáneamente en juego en el mercado financiero internacional para especular con las monedas nacionales.



Este es el sistema financiero – cuyas ideas centrales son la desregulación y la libre circulación de capitales- que acompañó un cambio profundo de la economía mundial a partir del decenio de 1970.



Hasta entonces había existido una neta separación en las facultades atribuidas a las distintas instituciones que se ocupan de servicios financieros.



Pero desde comienzos de los 80 se produce un amplio movimiento de desregulación.



Se borra la diferencia entre moneda y activos financieros, desaparecen los límites entre los diferentes segmentos del mercado: mercado monetario, mercado de crédito a mediano plazo, mercado financiero, etc. Desaparece la especialización de los agentes financieros.



Se hacen cada vez más difusas, cuando no se borran, las fronteras entre los bancos comerciales, cuya función principal consiste en recibir depósitos y conceder préstamos y los Bancos de inversión, que se dedican a sacar empresas a Bolsa, diseñar y ejecutar OPA's, fusiones, ventas de divisiones enteras entre empresas, emisiones de bonos, operaciones de trading de gran volumen en los mercados financieros, etc. La tradicional separación entre agentes de cambio e intermediarios financieros desaparece y se achica la clásica intermediación bancaria para la obtención de capitales en préstamo pues éstos se pueden obtener emitiendo títulos de distinto tipo que se colocan directamente en el mercado.



Se produce así una verdadera hipertrofia, totalmente incontrolada, de la esfera financiera y se crea un enorme capital ficticio, como lo denominó Marx en El Capital.



En pocos años los productos financieros derivados ( futuros, opciones, forwards, swaps,etc.) con fines especulativos o supuestamente destinados a cubrir riesgos se multiplicaron exponencialmente y su monto de hizo astronómico y totalmente despegado de la economía real[5]. Todos esos productos financieros circulan, en los hechos, como moneda, de manera que el papel de la moneda de representar los valores creados en el proceso de producción se ha distorsionado totalmente, pues la relación entre los valores reales creados en el proceso productivo y los ficticios que circulan en el mercado financiero es del orden de entre 10 a 1 y 20 a 1, según diferentes estimaciones.



Walden Bello, refiriéndose a la crisis de los préstamos hipotecarios escribe:



...”la crisis hipotecaria no resultó de una oferta superior a la demanda real. La "demanda" estaba, por mucho, fabricada por la manía especulativa de promotores y financieros empeñados en conseguir grandes beneficios a partir de su acceso al dinero foráneo que inundó a los EEUU de la última década. Ingentes volúmenes hipotecarios fueron agresivamente ofrecidos y vendidos a millones de personas que, normalmente no habrían podido permitírselo, ofreciéndoles unos tipos de interés ridículamente bajos, pero ajustables para sacar después más dinero de los propietarios de casas... los activos pasaron a ser "segurizados": quienes habían generado las hipotecas, procedieron a amalgamarlas con otros activos en complejos productos derivados llamados "obligaciones de deuda colateralizada" (CDO, por sus siglas en inglés), lo cual resultó relativamente fácil dado que trabajaban con diversos tipos de intermediarios que, sabedores del riesgo, se deshacían de esos títulos de valores lo más rápidamente posible, pasándolos a otros bancos e inversores institucionales. Esas instituciones, a su vez, se deshacían del producto, pasándolo a otros bancos y a instituciones financieras foráneas”. (Bello, Todo lo que usted quiere saber sobre el origen de esta crisis pero teme no entenderlo).



III. LA CRISIS ACTUAL



Es en ese marco que se producen las crisis financieras como la actual que son diferentes de las crisis cíclicas clásicas del capitalismo en las que después de un período más o menos largo de crecimiento económico la producción sobrepasaba las posibilidades del mercado (sobreproducción).



Esta modalidad especial de crisis específicamente financieras, no son crisis de sobreproducción pero producen graves “efectos colaterales” sobre la industria y el comercio.



Estas crisis tienen como centro de gravitación el capital-dinero y que, por tanto, se mueven dentro de la órbita de los Bancos, de la Bolsa y de las finanzas. Aunque las consecuencias son similares: empresas que quiebran, los despidos se generalizan y aumenta la desocupación, se acentúa la concentración monopolista hasta que le economía se recompone sobre los escombros de la crisis que deja un tendal de víctimas entre los trabajadores y los empresarios.



Los actuales choques financieros, dice Chesnais (La mondialisation financière, cap. 8) es el resultado de una configuración específica del capitalismo en su etapa actual. No es el resultado, como en las crisis capitalistas “clásicas” hasta mediados del siglo XX, de una caída brutal de la producción y del comercio.



Se estaría en presencia -sigue diciendo Chesnais- de una interacción particular entre la esfera de la producción y la esfera de las finanzas. Por un lado existe una disminución regular y durante un largo período de la tasa de crecimiento en los países más industrializados, que se puede describir como una sobreproducción crónica que los grandes grandes grupos oligopólicos logran por lo general controlar con medidas en la esfera de la producción e HIPERTROFIANDO LA ESFERA FINANCIERA.



Dicho de otra manera: si la producción no aumenta a un ritmo elevado y el desempleo aumenta, la tasa de ganancia que obtienen los capitalistas en la esfera de la producción tiende a estancarse o a disminuir y si la gente se empobrece (desocupación y salarios congelados) consume menos, es decir que el mercado, donde los capitalistas realizan el beneficio, se achica.



La “solución” capitalista a estos dos problemas (descenso de la tasa de ganancia y amenaza de crisis de sobreproducción por achicamiento del mercado consumidor) consiste en la hipertrofia y desregulación del sistema financiero que les permite, por un lado, despojar a los trabajadores y a los pequeños ahorristas en la esfera financiera compensando así el descenso de la tasa de ganancia en la esfera productiva y, por otro lado, expandir enormemente el crédito a fin de crear un poder adquisitivo artificial en las clases más modestas que viven endeudadas y se endeudan cada vez más.



Hasta que no pueden responder por sus deudas y en ese momento las “soluciones” capitalistas a las contradicciones inherentes al sistema dejan de funcionar y se producen las crisis financieras, porque el sistema real, es decir la esfera de la producción y del intercambio y su contradicción fundamental (la apropiación privada en forma de plusvalía que se interpone entre la producción social y el consumo social) resurge: se acaba el espejismo de la prosperidad y los pobres están más pobres que antes.



Las crisis financieras no son una enfermedad curable del capitalismo, debida a la irresponsabilidad de los “capos” de las finanzas (aunque las operaciones riesgosas de los “traders” y de sus patrones contribuyen a su agravación) : son parte estructural del capitalismo en su etapa actual, mundializado y totalmente privatizado en la esfera de la producción y de las finanzas, con las clases dirigentes y gobernantes totalmente a su servicio.



En realidad los dirigentes políticos y los dirigentes económicos son intercambiables y a veces son los mismos, especialmente en Estados Unidos: pasan del directorio de las grandes corporaciones a funciones de gobierno y viceversa.



De modo que los líderes políticos no tienen el interés ni la posibilidad de restablecer los criterios económicos y las formas de regulación (muy limitados) que existieron en la inmediata posguerra. A pesar de que ahora no cesan de denostar contra la desregulación financiera (que ellos mismos promovieron y consintieron) y preconizan y practican el intervencionismo estatal. Intervencionismo que durará hasta que las aguas financieras vuelvan a su cauce y todo se reprivatice, para mayor gloria y beneficios del capital monopolista.



La función de los líderes políticos se limita en lo esencial a engañar e intentar calmar a la opinión pública y a poner todos los recursos del Estado (es decir las riquezas creadas por el trabajo humano) al servicio del capital financiero y de la preservación del sistema.



EL PLAN DE CINCO PUNTOS ANUNCIADO EL VIERNES 10 DE OCTUBRE POR LOS MINISTROS DE FINANZAS DEL G7 no es otra cosa que un plan para salvar al capital financiero. Ni una palabra sobre medidas anticrisis en el marco del sistema del tipo del New Deal de Roosevelt, destinadas a incrementar la capacidad adquisitiva de las masas populares: aumento de los salarios y las jubilaciones, realización de obras públicas y mejoras (indispensables) en los servicios públicos, promoción de nuevas formas de empleo por ejemplo en trabajos sociales, etc.



Como dice Galbraith refiriéndose a la crisis del 29: “Entonces como ahora, la intervención del Estado para ayudar a esas instituciones (Bancos y otras instituciones financieras) era aceptable. A diferencia de la ayuda a los pobres para los gastos sociales, no se veía en ello una carga financiera”. (Voyage dans le temps économique, cap. 8, La grande dépression).



En esa misma línea no pudo ser más claro el Ministro de Presupuesto de Francia Eric Woerth cuando después de reconocer por televisión el mismo viernes 10 de octubre la gravedad de la situación y justificar la ayuda al capital financiero, concluyó afirmando que había que limitar el gasto público.



Pero si bien el New Deal pudo restablecer la situación durante cierto tiempo no podía terminar con las crisis cíclicas que, como todo el mundo sabe, son inherentes al sistema capitalista: en 1938 Estados Unidos se encontraba ya en los umbrales de una nueva crisis de la que lo “salvó” la Segunda Guerra Mundial. Las crisis y las guerras, máxima expresión de la “destrucción creativa”, como diría Schumpeter.



Pero la realidad de los hechos es que las clases dirigentes NO QUIEREN NI PUEDEN ofrecer soluciones perdurables en el marco del sistema capitalista y por eso se limitan ahora a hablar vagamente de reformar el sistema financiero y de establecer ciertos controles sobre el mismo.



No quieren ofrecer verdaderas soluciones porque forman parte de las clases que gozan de las ventajas y privilegios del sistema y no pueden porque dichas soluciones tendrían que poner en cuestión al sistema capitalista mismo.



Ello es así porque en los últimos 50 años las fuerzas productivas se han desarrollado de una manera tal que ya no son aplicables las viejas recetas socialdemócrates reformistas y menos aun las actuales recetas seudorreformistas: la enorme productividad actual impide absorber, en las condiciones de la explotación capitalista, la fuerza de trabajo disponible (cada vez más numerosa) y por consiguiente la desocupación tiende a aumentar rápidamente. Esa misma explotación y la desocupación provocan el empobrecimiento relativo y absoluto de las clases trabajadoras que se ven obligadas a consumir menos, de modo que una parte de la producción no encuentra salida en el mercado.



Así se cierra el círculo infernal y a esta altura el sistema capitalista no tiene otra solución que las burbujas financieras para crear, durante cierto tiempo, un clima artificial de prosperidad. Pero la realidad del sistema termina por imponerse y las crisis se repiten.



Keynes, que no era un revolucionario, escribía hace ya 80 años: “Estoy convencido que algunas de las cosas que se requieren urgentemente en el terreno práctico, tales como el control central de las inversiones y una distribución distinta de la renta, de manera tal de proporcionar un poder adquisitivo que garantice una salida al enorme producto potencial que permite la técnica moderna, tenderán también a producir un mejor tipo de sociedad... la técnica productiva ha alcanzado un tal nivel de perfección que ha hecho evidentes los defectos de la organización económica que siempre ha existido” (John Maynard Keynes, El Dilema del socialismo moderno (Society for Socialist Inquiry, 13 de diciembre de 1931) en L’assurdità dei sacrifici, Ed. Manifestolibri, Roma, junio de 1995).



Y hace exactamente 160 años, Marx y Engels escribieron en el Manifiesto Comunista:



“Las fuerzas productivas de que dispone no sirven ya para fomentar el régimen burgués de la propiedad; son ya demasiado poderosas para servir a este régimen, que embaraza su desarrollo... Las condiciones sociales burguesas resultan ya demasiado angostas para abarcar la riqueza por ellas engendrada”.



El estado actual de desarrollo de las fuerzas productivas podría permitir estar vislumbrando la sociedad que previó Marx hace un siglo y medio: el ser humano liberado de la necesidad, de los trabajos físicos y del trabajo alienado y disponiendo de más tiempo libre para dedicarlo a su realización personal [6].



Pero la tendencia actual es totalmente opuesta y las elites político-económicas, con su cortejo de economistas, “politólogos” y otros especialistas y los medios masivos de intoxicación, como los llama el español Fernández Buey, presentan como inevitables políticas sociales injustas, económicamente irracionales y ecológicamente letales.



Cuando lo que habría que hacer sería disminuir el tiempo de trabajo con miras al pleno empleo y aumentar los salarios y las pensiones en función del aumento de la productividad del trabajo, los dueños del poder, con el pretexto de combatir la crisis y la desocupación y de “salvar” la seguridad social, congelan o disminuyen los salarios, aumentan la jornada de trabajo, introducen la “flexibilidad laboral”, aumentan la edad de la jubilación y reducen las pensiones y jubilaciones. Y mientras se gasta cada vez más en armamentos y se reducen o se limitan los impuestos a las grandes ganancias (cuya magnitud astronómica a nivel de la elite más rica escapa al entendimiento común) se dice que no hay recursos para la salud pública, la vivienda popular decente y la educación.



Las supuestas “pérdidas” del capital financiero causadas por la crisis no son tales. Son pérdidas “virtuales”: se desvalorizan papeles cuyo valor nominal representa en su conjunto entre el cinco y el diez por ciento de los valores reales existentes. Hay, es cierto, un proceso de concentración del capital: en estas semanas se producen casi a diario fusiones y absorciones de bancos y otras instituciones financieras.



Pero los más ricos no tienen que vender sus jets privados, sus yates, sus viviendas superlujosas en los lugares más exclusivos del mundo o sus islas particulares. Al contrario, siguen acumulando fortunas y bienes. Por ejemplo la venta de automóviles en general disminuyó pero la de los autos más caros (entre 150.000 y un millón de euros la unidad) aumentó significativamente. Warren Buffet, el hombre más rico del mundo, quien según tanto Obama como McCain sería un ministro del Tesoro ideal, acaba de inyectar de su peculio personal en setiembre último cinco mil millones de dólares en Goldman Sachs, cuatro mil setecientos millones en Constellation Electric y tres mil millones en la General Electric. Buffet conoce el refrán: hay que comprar cuando suena el cañón y vender cuando suena el violín.



Mientras tanto los de abajo pierden sus casas y sus empleos, tienen que gastar menos en sus necesidades elementales y sufrir cada vez más privaciones.



Y cuando se termine la crisis, mejor dicho cuando haya una pausa ascendente hasta la próxima crisis, será como después del tsunami: quedarán a la vista los estragos provocados en la economía: innumerables empresas cerradas o absorbidas y las víctimas se contarán por decenas o centenas de millones, sin trabajo, sin los servicios públicos esenciales, con poco o nada para comer y sin vivienda.



En otras palabras, en los momentos de crisis como el actual se acentúa aún más la distribución desigual de las riquezas.



EN CONCLUSIÓN



Esta crisis tiene la virtud de poner claramente de manifiesto la irracionalidad y la injusticia del sistema capitalista vigente. La crisis no sólo es financiera sino económica, social y política y la gente sencilla está cada vez más descontenta.



Pero ese descontento de las clases populares, que comienza a manifestarse en protestas sociales, parece estar lejos de transformarse en conciencia de la necesidad de un cambio radical. Porque no existen fuerzas políticas y corrientes ideológicas ponderables como para ayudar a transformar ese descontento y la protesta social en conciencia y en organización suficientes como para provocar un cambio político mayor.



A escala mundial el espacio político está casi totalmente ocupado por el partido único del sistema, formado por la derecha tradicional, por las distintas variantes de la socialdemocracia reconvertidas desde hace tiempo a la gestión del sistema capitalista, las que se alternan en el Gobierno (y a veces lo comparten, como en Alemania) y por una “sociedad civil” (dirigentes de organizaciones sindicales y de distintos tipos de organizaciones no gubernamentales, etc.) mayoritariamente contaminada por el sistema.



Hay todo un camino que recorrer hasta que la gente conozca en todos sus aspectos el sistema de poder vigente y su intrínseca injusticia, inhumanidad e irracionalidad y de que cada individuo tome conciencia del lugar que ocupa en el mismo, el que para la inmensa mayoría de los seres humanos es el de víctima, aunque forme parte de las clases alienadas al consumismo.



Y que comprenda que la solución no es individual, defendiendo su “status” de consumidor o tratando de alcanzarlo (el espejismo de la “movilidad social”) sino que es colectiva y consiste en transformar radicalmente el sistema.



Pero aunque ese cambio radical es necesario no se producirá de manera espontánea: el capitalismo no se derrumbará por sí sólo ni sus usufructuarios abandonarán pacíficamente la escena, como lo demuestran experiencias pasadas y presentes, siempre que se intenta recortar aunque sólo sea algunos de sus privilegios.



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Nota del autor: El artículo precedente está basado en fragmentos de mi libro publicado en Buenos Aires en 2003 con el título “El papel de las sociedades trasnacionales en el mundo contemporáneo” y en Bogotá en 2007 (edición corregida y actualizada) con el título “Al margen de la ley. Sociedades Transnacionales y Derechos Humanos”. Además consulté, entre otros, los siguientes libros y artículos:



Bello, Walden: Todo lo que usted quiere saber sobre el origen de esta crisis pero teme no entenderlo. http://www.tni.org/detail_page.phtml?act_id=18770.



Chesnais, François: -Como la crisis del 29, o más… Un nuevo contexto mundial http://www.iade.org.ar/modules/noticias/article.php?storyid=2643 -El fin de un ciclo. Alcance y rumbo de la crisis financiera. http://crisis-economica.blogspot.com/2008/01/franois-chesnais-alcance-y-rumbo-de-la.html. -Tobin or not Tobin, ed. L’Esprit frappeur, Paris, 1998. -Le capital rentier aux commandes, en Les Temps Modernes nº 607, Paris, janvier-février 2000. -La mondialisation du capital, Ed. Syros, 1994. -La mondialisation financière, genèse, coût et enjeux. (coordinado por F. Chesnais) Ed. Syros, Paris, 1996.



Drouin, Michel : Le système financier international. Ed. Armand Colin, Paris, 2001.



Galbraith, John Kenneth : Voyage dans le temps économique, témoignage de première main, Seuil, Paris, 1995.



Fuente: http://www.argenpress.info

[1] Christian Palloix, L'économie mondiale capitaliste et les firmes multinationales, T. II, edit. François Maspero, Paris, abril 1975, pág. 103.

[2] Palloix, op. cit. págs. 106 y 107, quien cita a Stephen Hymer (The efficency (contradictions) of multinational corporations en The American Economic Review, mayo 1970, nº2, pág. 441).

[3] En agosto de 2005 el ex jefe financiero de la firma Worldcom, Scott Sullivan, fue sentenciado a cinco años de cárcel por su participación en el mayor fraude contable en la historia corporativa de los EE.UU.

Sullivan desempeñó también un papel importante como testigo "clave" contra el ex presidente de Worldcom, Bernie Ebbers, quien a su vez fue condenado a 25 años de prisión. Sullivan fue declarado culpable de conspiración, fraude con títulos valores y falsas declaraciones financieras.

La compañía de telecomunicaciones Worldcom colapsó en 2002 luego de un fraude contable de US$ 11.000 millones. "Sullivan fue el arquitecto del fraude en Worldcom", dijo la juez federal estadounidense Barbara Jones al entregar el veredicto. El colapso de Worldcom fue la mayor quiebra corporativa en la historia de los EE.UU. Cerca de 20.000 trabajadores perdieron sus empleos luego de la declaración de bancarrota. La compañía salió de la quiebra en 2004 y hoy se conoce como MCI.

[4] Philippe Labarde y Bernard Maris, La bourse ou la vie, la grand manipulation des petits actionnaires, edit. Albin Michel, Paris, mayo 2000. Véase también Michel Husson, Les fausses promesses de l'épargne salariale, en Le Monde Diplomatique, febrero 2000 y Whitney Tilson, Stock options, perverse incentives, en www.fool.com/news/foth/2002/foth020403.htm, 03/04/02.
[5] En 1997 Robert Merton y Myron Scholes recibieron el premio Nóbel de economía. Scholes fue el creador, junto con Black, de un método matemático “infalible” para prevenir los riesgos financieros. Merton y Scholes eran asesores de Long-Term Capital Management (LTCM) un gestor de hedge funds de primera línea. Pero el método Scholes-Black no impidió que LTMC quebrara en 1998 y fuera salvado en última instancia por un aporte de 3500 millones de dólares proveniente de 14 grandes bancos. Por eso hablamos de los productos financieros “supuestamente” destinados a cubrir riesgos. Los hedge funds son una canasta de valores mobiliarios de alto rendimiento y riesgo elevado que se coloca en el mercado financiero. Se estima que actualmente hay unos 10.000 de esos fondos que manejan 6 billones de dólares de activos. El Banco de Suecia, que elige a los premios Nóbel de Economía, sabe lo que hace: acaba de conferírselo a Paul Krugman quien aprueba el plan actual de inyecciones de liquidez al sistema financiero: “es lo que había que hacer”.

[6] Carlos Marx, Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse). [Contradicción entre la base de la producción burguesa (medida del valor) y su propio desarrollo. Máquinas, etc.]. Siglo XXI Editores, 12ª edición, 1989, tomo 2, págs. 227 y ss.
AUTOR:ALEJANDRO TEITELBAUM
FUENTE:ALAI

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viernes, 26 de septiembre de 2008

SI BUSCA CRECIMIENTO, GIRE A LA IZQUIERDA

Tanto la izquierda como la derecha dicen defender el crecimiento económico. ¿Esto quiere decir que los votantes que intentan decidirse entre ambas no tendrían más que pensar que se trata de algo así como elegir equipos de gestión alternativos?

¡Ojalá las cosas fueran tan fáciles! Parte del problema tiene que ver con el papel que juega la suerte. La economía de Estados Unidos estuvo bendecida en los años 1990 con precios bajos de la energía, un ritmo alto de innovación y la oferta cada vez mayor por parte de China de productos de alta calidad a precios cada vez más bajos. Todo esto se combinó para producir una inflación baja y un crecimiento rápido.

El presidente Clinton y el entonces presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Alan Greenspan, merecen escaso crédito por todo esto -aunque, sin duda, la implementación de malas políticas podría haber complicado las cosas-. En cambio, los problemas a los que nos enfrentamos hoy -precios elevados de la energía y de los alimentos y un sistema financiero en crisis- fueron generados, en gran medida, por malas políticas.

Existen, por cierto, grandes diferencias en las estrategias de crecimiento, que tornan factibles diferentes resultados. La primera diferencia tiene que ver con cómo se concibe el crecimiento en sí. El crecimiento no es sólo cuestión de aumentar el PBI. Debe ser sostenible: un crecimiento basado en la degradación ambiental, una orgía de consumo financiado con endeudamiento o la explotación de recursos naturales escasos, sin reinvertir las ganancias, no es sostenible.

El crecimiento también debe ser inclusivo; al menos una mayoría de los ciudadanos deben resultar beneficiados. La economía por carácter transitivo no funciona: un aumento del PBI, en realidad, puede dejar a la mayoría de los ciudadanos peor parados. El reciente crecimiento de Estados Unidos no fue ni económicamente sustentable ni inclusivo. La mayoría de los norteamericanos hoy están peor que hace siete años.

Pero tiene que haber una ventaja relativa entre desigualdad y crecimiento. Los gobiernos pueden mejorar el crecimiento aumentando la inclusividad. El recurso más valioso de un país es su pueblo. De manera que es esencial asegurar que todos puedan vivir de la mejor manera posible, lo que requiere oportunidades de educación para todos.

Una economía moderna también requiere correr riesgos. Los individuos están más dispuestos a asumir riesgos si existe una buena red de contención. De lo contrario, los ciudadanos tal vez exijan protección de la competencia extranjera. La protección social es más eficiente que el proteccionismo.

El no promover la solidaridad social puede tener otros costos, entre los cuales no son menores los gastos sociales y privados necesarios para proteger la propiedad y encarcelar a los delincuentes. Se calcula que de aquí a unos años, Estados Unidos tendrá más gente trabajando en el negocio de la seguridad que en el sector de educación. Un año en la cárcel puede costar más que un año en Harvard. El costo que implica encarcelar a dos millones de norteamericanos –uno de los índices más altos en el mundo- debería considerarse como una deducción del PBI; sin embargo, se suma.

Una segunda diferencia importante entre la izquierda y la derecha tiene que ver con el papel del estado a la hora de promover el desarrollo. La izquierda entiende que el rol del gobierno en cuanto a proporcionar infraestructura y educación, desarrollar tecnología y hasta actuar como emprendedor es vital. El gobierno sentó las bases de Internet y las revoluciones biotecnológicas modernas. En el siglo XIX, la investigación en las universidades respaldadas por el gobierno de Estados Unidos sirvió de base para la revolución agrícola. El gobierno luego acercó estos avances a millones de granjeros norteamericanos. Los préstamos a pequeñas empresas han sido medulares en la creación no sólo de nuevas empresas, sino de nuevas industrias en su totalidad.

La diferencia final puede parecer extraña: la izquierda ahora entiende los mercados y el papel que pueden y deberían desempeñar en la economía. La derecha, especialmente en Estados Unidos, no. La Nueva Derecha, estereotipada por la administración Bush-Cheney, es realmente corporativismo del viejo bajo un nuevo disfraz.

No son libertarios. Creen en un estado fuerte con poderes ejecutivos robustos, pero un estado utilizado en defensa de intereses establecidos, que le brinda escasa atención a los principios del mercado. La lista de ejemplos es larga, pero incluye subsidios a grandes granjas corporativas, aranceles para proteger a la industria del acero y, más recientemente, los mega-rescates de Bear Stearns, Fannie Mae y Freddie Mac. Pero la inconsistencia entre retórica y realidad es de larga data: el proteccionismo se expandió durante el gobierno de Reagan, incluso a través de la imposición de las llamadas restricciones voluntarias a las exportaciones de autos japoneses.

Por el contrario, la nueva izquierda intenta hacer que los mercados funcionen. Los mercados sin trabas no funcionan bien por cuenta propia –una conclusión reforzada por la actual debacle financiera-. Los defensores de los mercados a veces admiten que fallan, incluso de manera desastrosa, pero sostienen que los mercados se “autocorrigen”. Durante la Gran Depresión, se escuchaban argumentos similares: el gobierno no necesitaba hacer nada, porque los mercados, a la larga , llevarían a la economía de nuevo al pleno empleo. Pero, como dijo John Maynard Keynes, a la larga todos estamos muertos.

Los mercados no se autocorrigen en un margen de tiempo relevante. Ningún gobierno puede mantenerse ocioso mientras un país cae en la recesión o la depresión, incluso cuando éstas estuvieran causadas por la ambición excesiva de los banqueros o el error por parte de los mercados de seguridad y las agencias de calificación a la hora de evaluar los riesgos. Pero si los gobiernos van a pagar las cuentas de hospital de la economía, deben actuar de manera tal que la hospitalización no resulte tan necesaria. El mantra de desregulación de la derecha era lisa y llanamente un error, y ahora estamos pagando el precio. Y el precio –en términos de pérdida de producción- será alto, superando quizá los 1,5 billones de dólares sólo en Estados Unidos.

La derecha suele rastrear su origen intelectual hasta Adam Smith, pero mientras que Smith reconocía el poder de los mercados, también reconocía sus límites. Incluso en su época, las empresas pensaban que podían incrementar más fácilmente las ganancias si conspiraban para que aumentaran los precios que si elaboraban productos innovadores de manera más eficiente. Hacen falta leyes antimonopólicas sólidas.

Es fácil ser el anfitrión de una fiesta. Por el momento, todos se sienten bien. Promover el crecimiento sostenible es mucho más difícil. Hoy, a diferencia de la derecha, la izquierda tiene una agenda coherente que no sólo ofrece mayor crecimiento, sino también justicia social. Para los votantes, la elección debería ser sencilla.
AUTOR:Joseph E. Stiglitz, profesor en la Universidad de Columbia, recibió el premio Nobel de Economía en 2001. Es co-autor, junto con Linda Bilmes, de The Three Trillion Dollar War: The True Costs of the Iraq Conflict.
FUENTE:PROJECT SYNDICATE.ORG

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domingo, 7 de septiembre de 2008

LA ECONOMIA CHINA : LIDERANDO UN CAMBIO DE EPOCA

La mayoría de nuestros colegas sostiene que la economía china se desplomará en el transcurso de los próximos trimestres como consecuencia de la amenazadora crisis internacional. Opinan así porque creen que caerán las exportaciones; que se reducirá la inversión extranjera directa; que emigrarán los capitales golondrinos; que declinarán los precios de los capitales asentados en las Bolsas; que aumentará más la inflación por efecto de los crecientes precios internacionales del petróleo y los alimentos; que se deteriorarán las expectativas de ganancia de las empresas y, con ello, la inversión; que los consumidores tenderán a recortar sus gastos de consumo; etc. Pero, a contracorriente del Pensamiento Único, la estructura de la economía china y las políticas macroeconómicas y sectoriales que viene adoptando su gobierno no se asemejan a las demás economías de mercado.

La nueva estrategia de crecimiento: desde adentro hacia afuera
La economía china saldrá relativamente indemne de la actual turbulencia económica mundial, como lo hizo durante las crisis asiática y rusa de fines del siglo pasado. Ello será posible por el desarrollo de una nueva estrategia orientada a expandir sus mercados internos y a crear otros nuevos, con base al enorme potencial que posee por la magnitud de su población y de su geografía, como por la muy diversificada composición de sus exportaciones, en tipo de productos y en dispersión geográfica, que seguirá desarrollando en consonancia con dicha estrategia.

En marzo del año 2006 el gobierno chino dio inicio a su undécimo plan quinquenal 2006-2010. Poco se ha comentado sobre este importante plan, cuya ejecución, sin duda, inaugurará un cambio de época porque provocará la ruptura de un tipo de relaciones de poder económico que, con el liderazgo de los EE.UU., dominaron casi todo el siglo veinte. La novedad de ese plan no está sólo en sus metas de exploración del espacio, sino en apuntalar un crecimiento sin sacrificar el mercado interno, comprometiéndose realistamente a duplicar el PBI per cápita de 2001 en el 2010 y a reducir el consumo de energía por unidad de PBI durante el quinquenio.

China seguirá creciendo a tasas sostenidas en los próximos años, ciertamente por encima del 7.5% anual, que es su meta promedio anual de acuerdo al plan quinquenal vigente; casi siete puntos por encima de su tasa de crecimiento demográfico que apenas alcanza el 0,6% anual. Con ello se revertiría la desigualdad que generó el modelo de crecimiento basado en exportaciones con poca vinculación a los mercados internos y que elevó drásticamente el coeficiente Gini de 16 a 47. En lo que va de 2008, el ingreso disponible urbano aumentó en 14,4 % (llega a 8.065 yuanes), mientras que los ingresos monetarios rurales aumentaron en 19,8% (a 2.528 yuanes). La brecha aún sigue siendo muy elevada (relación: 3,2 a 1), pero el gobierno está aprovechando esa enorme disparidad urbano-rural como una oportunidad para reasignar los recursos y dinamizar la economía ‘desde dentro’ y ‘para los de adentro’. Por lo demás ya existen señales que se dará una reversión del énfasis excesivo en el ensamblaje de bienes electrónicos de consumo para la exportación y en la construcción de una industria pesada, que se realizó a costa del mercado doméstico de consumo.

Es verdad que el crecimiento chino se ha desacelerado en un punto porcentual, de 11,4 en 2007 a un aún sobresaliente 10,4% en el primer semestre 2008. Esto es consistente con la meta de su plan quinquenal. Pero, a pesar de esta desaceleración, el crecimiento chino sigue siendo el más alto de las 20 economías más importantes del mundo, con lo que está contribuyendo a sostener en algo la actual debilitada economía global.

La importancia de la Inversión Nacional y el consumo de las familias
El liderazgo del actual crecimiento lo tiene la demanda interna con la participación positiva y complementaria de la demanda externa neta. La inversión pública y privada, que representan un impresionante 45% del PBI, es financiada con creces por el ahorro interno (principalmente de las familias), y el 20% de su crecimiento se debe a la inversión en viviendas y fábricas. Se han adoptado, además, medidas de apoyo y estimulo al desarrollo de la empresa privada nacional, y se ha dispuesto equiparar el tratamiento de la empresa privada con la estatal, asegurando los derechos de propiedad. Por otro lado, los chinos han sabido negociar buenos términos con la inversión extranjera, logrando que abran sus tecnologías, adaptándolas para la producción propia. Se sabe que a esta inversión se le asignó una función clave en la transferencia de tecnología, obligándosele a realizar operaciones conjuntas con socios chinos en actividades de uso intensivo de tecnología.

El otro motor es el consumo privado, que seguirá creciendo gracias a los aumentos salariales en las urbes y a la incorporación más plena y acelerada –aunque reciente- de las zonas rurales al mercado doméstico. Además, se parte de un nivel relativamente bajo respecto al PBI: en 2007 el consumo representaba apenas el 36%, con lo que el consumo potencial tiene aún un amplio margen para su expansión. En este primer semestre las ventas al por menor aumentaron en 21,4% (nominal), ciertamente en un contexto en el que la inflación anual fue del 7,9% (y el de alimentos 20,4%). Por primera vez en los últimos siete años, la contribución del consumo en el crecimiento fue de 4.4, comparado con el de la inversión de 4.3 y el de la demanda externa neta de 2.7 puntos porcentuales. Esto debido a que iniciaron la reducción gradual de la dependencia de factores externos, mediante políticas de desarrollo industrial, recortes de impuestos, subsidio a las familias de bajos ingresos y agricultores, elevación del salario mínimo y mayores inversiones en educación, en el sistema de salud y en vivienda.

A modo de conclusión
En suma, el énfasis en el mercado interno, ciertamente sin cerrar la economía, significa la reorientación de las inversiones, en especial de infraestructura, hacia las zonas rurales. En este cambio de modelo está la explicación de por qué la crisis hipotecaria norteamericana no tendrá efectos recesivos en la economía china. La tasa de crecimiento de su producto no será menor a la establecida en el undécimo plan quinquenal, a pesar de que sus exportaciones crecerán a tasas menores. Por el contrario, continuaría por encima del 9% anual, debido fundamentalmente al crecimiento de la inversión y a la expansión de la infraestructura a lo largo y ancho del país. Por su parte, los elevados superávit comerciales registrados en los últimos años le permitieron a China acumular reservas internacionales por más de un trillón y medio de dólares (más de un millón de millones en la numeración española) monto más que suficiente para enfrentar choques externos adversos, como la recesión que puede generar la actual crisis financiera norteamericana. Un poco más del 70% de estas reservas están en bonos del tesoro americano. Además, como es sabido, el sistema bancario chino prácticamente no está expuesto a los bonos subprime.
AUTOR : FELIX JIMENEZ Y JURGEN SCHULDT.
FUENTE: ECONOMIA POLITICA PERUANA,08/10/2008

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CUANTO CAE ASIA SI CAE EE.UU. ?

Uno de los temas más discutidos entre los economistas es si una recesión en EEUU llevaría a una recesión global. Los que dicen que sí afirman que el peso relativo de la economía de EEUU es tan grande que arrastraría a Europa, Japón y también a las economías emergentes, incluyendo a China, India (y a las demás economías asiáticas) y Brasil.

Quienes afirman lo contrario dicen que EEUU ya no tiene el mismo peso que antes, por lo que el "arrastre hacia abajo" sería mínimo. También que China e India dependen ahora mucho más de sus mercados internos, que serían capaces de seguir sosteniendo las altas tasas de crecimiento del PBI (en el 2008 China crecería 9.8%, menos que lo habitual, e India 7.7%).

Como se ve, cada posición tiene sus argumentos y el debate será zanjado en los próximos meses, cuando la realidad nos diga qué sucedió. Pero, ¿es posible anticiparse a estos resultados analizando qué sucedería si se cumplen tales o cuales supuestos? Claro que sí, con la econometría. Lo que debe siempre tenerse en cuenta, sin embargo, es que estamos hablando de proyecciones que se basan en supuestos.

La Comisión Económica y Social para el Asia y Pacífico de Naciones Unidas (ESCAP, por sus siglas en inglés) ha efectuado este análisis en su último informe anual (verlo en www.unescap.org), lo que es bienvenido porque casi hay este tipo de ejercicios. Para ello, usaron el modelo Link, de la Universidad de Toronto y Naciones Unidas, que fue impulsado por el Premio Nobel Lawrence Klein (www.chassw.utoronto.ca/link). Este modelo tiene data de 60 países e integra los modelos nacionales en un solo modelo econométrico mundial.

En el Seminario Internacional que se viene desarrollando en Penang, Malasia, organizado por la Red del Tercer Mundo, el economista de ESCAP Syed Abu Muhammad presentó los tres escenarios del Informe: el escenario base, el optimista y el pesimista. El escenario base proyecta una leve caída del PBI mundial de 3.7 a 3.4% del 2007 al 2008, mientras que el optimista proyecta un PBI mundial de 4.1%.

El escenario pesimista proyecta un PBI mundial de solo 1.6% en el 2008. Sus supuestos principales son: crecimiento de 0% del PBI y del consumo privado en EEUU, depreciación del dólar en un 20% adicional y una caída de 20% en la inversión privada de EEUU (sobre todo en construcción en el sector residencial).

En este escenario, el crecimiento del PBI en el sudeste asiático bajaría de 7.5 a 4.8% en el 2008. Dice ESCAP que el impacto no es uniforme, pues se verían más afectados los que exportan más a EEUU, entre ellos Taiwán, Singapur y Corea del Sur. Con esas caídas, estos tres países tendrían crecimiento negativo en el 2008.

En China, el PBI caería en 3.3% (del 9.6 al 6.3%). Dice ESCAP: "el PBI caería significativamente, pero seguiría siendo alto en términos relativos y una fuerte demanda interna permitiría absorber parte el impacto externo". El gurú de la actual recesión en EEUU, Nouriel Roubini, dice que, dadas las enormes necesidades de China de incorporar a millones de pobres, un 6% de crecimiento sería una verdadera catástrofe. En la India, la caída de 1.2% llevaría el PBI del 7.7% actual a 6.0%: "una demanda interna robusta y el actual boom de inversiones en el sector industrial y de servicios, reduciría el impacto del shock externo" (ídem).

Esta simulación no toma en cuenta las medidas de política económica que aplicarían los países asiáticos para neutralizar los impactos negativos de una fuerte recesión en EEUU. Lo interesante del ejercicio, sin embargo, es que demuestra –con un análisis serio– que el peso de EEUU sigue siendo grande (aunque con clara tendencia a perderlo) y que si entra en recesión afectaría fuerte a la economía mundial.

El ESCAP también dice que, en el escenario pesimista, el crecimiento del PBI de América Latina caería de 4.8 a 2.6% en el 2008. Lamentablemente, no hay información desagregada por países. ¿Alguien se anima a correr el LINK para la región para saber cómo nos iría en todos los escenarios, incluido el pesimista?
AUTOR : HUMBERTO CAMPODONICO.
FUENTE : CRISTAL DE MIRA,08/29/2008

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ECONOMIAS ASIATICAS Y LA TRINIDAD IMPOSIBLE

Hace 11 años comenzó la crisis asiática, cuya causa fue el sobreendeudamiento externo motivado por la irrestricta apertura de la cuenta de capitales de la Balanza de Pagos. Es por eso que este tema ocupó gran parte de las discusiones en el seminario internacional de Penang, organizado por la Red del Tercer Mundo.

Hasta principios de la década del 90, la entrada de capitales a los países asiáticos estaba fuertemente regulada. Los residentes, por ejemplo, no podían tener cuentas en dólares ni sacar sus ahorros fuera del país. De su lado, las empresas extranjeras no tenían libre disponibilidad de moneda extranjera y solo podían remesar una parte de sus utilidades. Además, estaba muy regulada la entrada de capitales de corto plazo, que venían al sistema financiero o a la Bolsa de Valores.

Pero el FMI insistió en el libre flujo de capitales, lo que se hizo, salvo en India y China. El resultado fue una enorme entrada de capitales, en buena medida de corto plazo, que produjo burbujas en distintos sectores de la economía, sobre todo el inmobiliario. Cuando estalló la burbuja, la región se vino abajo, menos China e India.

Once años después, la apertura de la cuenta de capitales continúa en la región y que China e India también han avanzado en esta dirección, aunque mantienen una serie de controles y regulaciones. Pero el panorama del 2008 es distinto a 1997: casi todos los países tienen significativos superávits provenientes en la cuenta corriente, generando un enorme aumento de las reservas internacionales.

El problema hoy es cómo administrar el "exceso de liquidez" en un contexto de recesión en EEUU, así como de alza de la inflación por los precios del petróleo, las materias primas y los alimentos. Se constata, de un lado, la apreciación de las monedas nacionales (exceso de dólares) y, de otro, una tendencia a subir las tasas de interés para combatir la inflación. Allí está el problema para muchos. ¿Suena parecido? Sí. Pero hay una diferencia clave: el superávit comercial asiático se da por competitividad industrial, mientras el peruano depende de las materias primas y sus precios.

El economista Yu Yongding, del Instituto de Economía y Política Mundial de la Academia China de Ciencias Sociales, explicó que este era un problema clásico de la "Trinidad Imposible", explicado por Robert Mundell: si se sube la tasa de interés para frenar la inflación, con apertura de la cuenta de capitales, la entrada de dólares apreciará la moneda nacional. Y si la tasa de interés no se baja para que no entren capitales especulativos, entonces aumenta la demanda y, también, la inflación (ver "El BCR y el trilema imposible", www.cristaldemira.com, 24/4/08).

Explicó que si en China se abriera totalmente la cuenta de capitales (que hoy es limitada), eso implicaría también la libre flotación del yuan. Afirmó que, en caso de shock externo, se podría producir una masiva fuga de capitales de hasta US$ 790,000 millones (fuga de ahorros, deuda de corto plazo y, sobre todo, remesas de utilidades) lo que equivale al 27% del PBI de US$ 2.95 billones.

Esa política no solucionaría tampoco uno de los problemas centrales, el de los enormes excedentes gemelos (de inversión extranjera y de la cuenta corriente de la Balanza de Pagos) que están en el origen de los "excedentes de liquidez".

Para Yu, China debe continuar con las políticas gradualistas de los últimos 30 años, a las que se opuso siempre el FMI, recomendando el shock, como en Rusia, que fue un fracaso completo. Para reducir el exceso de liquidez hay que tomar medidas ad hoc como alentar la inversión china en el exterior, permitir que la inversión extranjera use el ahorro nacional (hoy no puede) y controlar mejor los flujos de entrada de capitales. Afirma que la apertura de la cuenta de capitales es un objetivo de muy largo plazo que no tiene por qué implementarse de golpe.

Resumiendo: si bien no existe en Asia una política uniforme, la apertura de la cuenta de capitales (que existe en la mayoría de países) es mirada siempre con aprehensión porque les recuerda lo que sucedió en 1997-98. No es el dogma lo que prima, sino el análisis de la situación concreta.
AUTOR : HUMBERTO CAMPODONICO,
FUENTE: CRISTAL DE MIRA,08/30/2008

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miércoles, 6 de agosto de 2008

"POR PRIMERA VEZ" EN LA HISTORIA DE LA ECONOMIA TODOS LOS INDICADORES ESTAN EN ROJO

Un repaso a la prensa francesa hasta el 22 de julio de 2008:

«Vivimos tiempos difíciles» recitaba hace mucho tiempo aquel poeta a quien se llamaba «comprometido» ¡Qué diría ahora!

Hace un año todavía vivíamos en un mundo maravilloso, al menos según el Journal des Finances (JdF) del 12 de julio. A pesar de algunos nubarrones en Estados Unidos, el horizonte económico aparecía despejado. Inflación, crisis financiera y recesión económica no ocupaban las primeras planas de los diarios. Y el común de los mortales todavía no había oído hablar de las subprimes, las hipotecas basura, escribía Roman Geugneau del JdF.

Desde entonces el mundo ha cambiado radicalmente. Las subprimes hicieron su aparición en los diccionarios. El barril de petróleo se ha convertido en un producto de lujo y el alza de los precios es un tema de conversación frecuente. El resultado es que la economía mundial se tambalea.

El 15 de julio, la inquietud por la salud económica y financiera de Estados Unidos llevó el euro a más de 1,6038 dólares, que batió así un nuevo récord.

Un importante diario matinal francés titulaba el 16 de julio: «América inquieta en todos los frentes» . Inquieta como adjetivo e inquieta como verbo transitivo.

Le Journal du Dimanche señalaba: «las malas noticias llegan de Estados Unidos en oleadas».

La economía -de los países ricos- se enfrenta al mismo tiempo a diversas amenazas: además del choque del petróleo y la crisis inmobiliaria, una crisis crediticia, la subida de los precios de los alimentos, una crisis financiera y monetaria, con un dólar muy bajo, hasta el punto de que el Euro, empezando por los países productores de petróleo, se revaloriza progresivamente en detrimento del dólar en la «cesta de divisas», que les permite mantener su poder adquisitivo (1). Algunos analistas añaden que el instrumento de la política monetaria (el Banco Central) se ha vuelto más poderoso en Europa que en Estados Unidos, pero «¡El Banco Central Europeo no siempre se atreve a aprovecharse de ello! Considerado durante mucho tiempo como el más eficaz de los bancos centrales, la FED (Reserva Federal Estadounidense) se encuentra hoy casi impotente» (Philippe Martin, profesor de la universidad de París-I Panteón Sorbona, el 22 de julio).

Esta primavera, dos profesores de universidad estadounidenses, Menzie Chinn y Jeffery Frankel, hicieron una simulación que demuestra que el euro reemplazará al dólar como primera moneda de reserva en los próximos diez o quince años. Pero no habían contemplado en su análisis la crisis actual, que podría provocar una aceleración de esa tendencia. En la actualidad, el euro representa un poco más de un cuarto de las reservas mundiales, frente a los dos tercios de dichas reservas en billetes verdes.

Si la economía estadounidense – que vive su peor crisis desde 1929- sufre al mismo tiempo una desaceleración y la inflación más grave desde hace 26 años (el índice de precios de producción subió un 9,2% en los últimos 12 meses), el resto del planeta no tiene por qué sufrir sus efectos inmediatos. Pero aunque la crisis actual es, esencialmente, una crisis estadounidense, Europa y gran parte del mundo no están a salvo; aunque en cambio algunas regiones, por ejemplo Asia, se desarrollan de forma paralela a la crisis. De todos modos, todavía no se percibe una gran inquietud allí. Hasta ahora.

«La coincidencia de estas perturbaciones es algo nuevo en la historia de la economía. Sin duda, la economía estadounidense es la más maltratada. Pero Europa no saldrá indemne» (Philippe Martin).

El resultado es que las austeras páginas de color salmón de la sección de Economía de un periódico francés, entre otros, influyen sobre las páginas verde pálido de un semanario (2) más conocido por el impacto de sus fotografías. La fuerza de las palabras se refleja en esta página de julio titulada «El drama de la catástrofe mundial en cinco actos» por Anne Sophie Lechevallier, para quien la última reunión del G8 (en Japón) se realizó «sobre un volcán» y mientras «el mundo gira al revés».

En sus cinco actos, la autora pasa revista a este «mecanismo infernal»: Acto I: el alza incontrolada del precio del petróleo y de las materias primas… Acto II: …alimenta la inflación asociada a un débil crecimiento… Acto III: …que induce al alza de las tasas de interés… Acto IV: …tras la caída del mercado inmobiliario y las Bolsas… Acto V: …y hace temer una reactivación del desempleo. Todo ello escrito acertadamente en rojo, como todos los indicadores.

Dominique Strauss-Kahn, Director del FMI, quien ha recuperado su nombre tras haber sido el elefante DSK (NdT1) dice lo mismo: la economía mundial está acorralada «entre el hielo de la recesión y el fuego de la inflación». «La situación se ha vuelto más complicada»: por culpa de la inflación, y asegura que es «una cuestión de vida o muerte». Y no disminuirá «en un futuro previsible», o sea, que no ocurrirá mañana.

«Hay siempre un riesgo de una recesión mundial y este riesgo se mantiene en el informe de abril» estima Simon Jonson, economista jefe del FMI.

«La crisis» ha obligado a Washington, de manera totalmente excepcional, a acudir en auxilio del sistema financiero, con una crisis en Wall Strett producida por las dificultades encontradas por los gigantes de la «refinanciación» de los préstamos inmobiliarios, Freddie Mac y Fannie Mae, que representan el 45% de ese mercado, es decir, 5,3 billones de dólares.

El propio inquilino de la Casa Blanca , futuro ex presidente, acaba de pedir al Congreso que apruebe rápidamente un plan de ayuda del gobierno a los dos gigantes de capitales privados. Las cotizaciones de Fannie Mae y Freddie Mac pueden hundirse todavía cerca de un 25%. La caída de su valor en la Bolsa -80% en un año- amenaza al conjunto del sistema financiero. La secretaría del Tesoro está intervenida (NdT2). Al mismo tiempo el presidente de la FED , Ben Bernanke, reconocía que las tensiones en los mercados bursátiles, el aumento del desempleo así como el del coste del petróleo y las materias primas alimentarias, unidas a la crisis inmobiliaria, dificultarán el control de la inflación. Es difícil pintar un cuadro más sombrío.

Algunas cifras en miles de millones de dólares:

945.000 millones de dólares: Estimación del coste de la crisis por el FMI en marzo.

900.000 millones de dólares: Cuantía de los capitales perdidos después de la caída en la bolsa de los bancos europeos.

400.000 millones de dólares: Total de la depreciación de los activos registrados en las cuentas de los bancos de todo el mundo.

130.000 millones de dólares: Monto del dinero emitido (por la FED ) e inyectado en el sistema bancario estadounidense.

Fannie Mae y Fred­die Mac se beneficiarán de tres medidas muy importantes: aumento de las líneas de crédito permitidas a estos bancos por el Tesoro; «si es necesario», participación en un aumento del capital por medio de la compra «provisional» de acciones por parte del mismo Tesoro; e inyección de préstamos. Pero estas medidas financieras adoptadas en la emergencia no van acompañadas de una nueva legislación inmobiliaria que haga más transparente el control del sistema. En estas circunstancias, las perspectivas podrían ser más inquietantes todavía.

«El dólar y el Tesoro de Estados Unidos van sufrir las consecuencias. Hacía falta un apuntalamiento para evitar el efecto dominó, pero seamos claros, Fannie y Freddie no ‘merecen’ que los salven (…) Este salvamento debería ir acompañado de un plan para reducir a Fannie y Freddie a un tamaño lo bastante pequeño para que puedan desaparecer. Henry Paulson, secretario del Tesoro, declaró que quería que siguieran existiendo con su tamaño actual. ¿Cuándo aprenderemos la lección?». (Hugo Dixon, extraído de sitio breakingviews.com)

Un nuevo debate se ha abierto en Estados Unidos sobre un replanteamiento del papel del Estado en la economía .

Así, una vez más, se ha pedido ayuda al Estado federal, como ocurrió en el anterior salvamento del Banco Bear Stearns en marzo. También vimos a otros gigantes del sector privado, como el Banco Goldman Sachs (GS) llamar al Estado en su auxilio. «¿Nacionalizar? Jan Hatzius, el economista jefe del GS (el 11 de julio) insinúa que no está necesariamente contra esa idea» (Le Monde, 15 de julio). De momento, se trata de «ponerlos bajo una tutela temporal».

Desde el sábado 12 de julio, los lectores del Wall Street Journal no salen de su asombro. En el editorial se pedía una rápida intervención del Estado. «No nos hemos vuelto socialistas», se leía, «pero el contribuyente debe entender que Fannie y Freddie están practicando el socialismo. Y de la manera más deshonesta posible. Se privatizan sus ganancias y sus pérdidas se socializan. Proponemos una forma más honrada de socialismo, con una perspectiva de reforma a largo plazo». Lo menos que se puede decir de semejante comentario es que es, realmente, poco habitual y está en las antípodas de los análisis anteriores.

Por otra parte, el banco de crédito californiano IndyMac Bancorp, uno de los mayores prestamistas hipotecarios de Estados Unidos, el 12 de julio quedó bajo el control de la Federal Deposit In­surance Corp (FDIC), el organismo federal que garantiza los depósitos bancarios. Esta quiebra bancaria ha sido la más importante en Estados Unidos en veinticuatro años. IndyMac volverá a abrir hoy sus puertas con el nombre de Banco Federal IndyMac. Su gestión estará asegurada por el FDIV, señala el diario Libératión (14 de julio) Esto no ha impedido que cientos de clientes hayan retirado sus fondos a razón de un máximo de 100.000 dólares por persona. Antes de la puesta bajo el control de la FIDC , cientos de ahorradores habían retirado 10.300 millones de dólares en pocos días. Unos días antes el banco, que ya había cerrado su sección de préstamos, anunció el despido de 3.800 empleados.

Se prevé que, según las estimaciones más pesimistas, podrían cerrar sus puertas de 100 a 150 bancos regionales estadounidenses.

El banco Merrill Lynch también está amenazado por la quiebra. El 17 de julio anunció una pérdida de más de 5.000 millones de dólares en el segundo trimestre. El Wachovia Bank, cuarto banco estadounidense por el volumen de sus activos, declaró, el 9 de julio, 26.000 millones de dólares de pérdidas. El gran banco Lehman Brothers hace todo lo posible para evitar la quiebra. Y el banco de Charlotte (Carolina del Norte) ha hecho una provisión de 42.000 millones por créditos dudosos. Por otra parte, el FBI ha emprendido una investigación sobre las actividades de IndyMac, así como sobre otras veinte instituciones financieras estadounidenses.

Todo el sistema bancario estadounidense -que se ha revelado más frágil de lo previsto- está afectado: sus pérdidas ascienden a 3 billones de dólares desde la crisis de las subpprimes. Y a pesar de las medidas federales, no se ha recuperado la confianza en el sistema.

En efecto, como es sabido, el hundimiento del mercado inmobiliario y del valor de las hipotecas basura encendieron la mecha y fueron los desencadenantes y los primeros signos evidentes de que algo no iba bien en la economía de EEUU.

Desde hace más de un año no pasa un día sin que miles de páginas de los diarios de todo el mundo denuncien y critiquen el mal funcionamiento de sectores claves de esa economía. Los hechos probados son necesariamente idénticos pero las consecuencias y los remedios necesariamente distintos.

Journal des Finances nº 6293. La Investigación / Los bancos estadounidenses se caen de su pedestal:

«No hace falta ser premio Nobel de economía para comprender que la crisis financiera, que se mantiene desde el verano de 2007, ha encontrado sus principales víctimas en el sector bancario anglosajón. El Citygroup y el Bank of América, que hace un año estaban entre los primeros diez consorcios financieros más grandes del mundo, ahora aparecen relegados más allá del quincuagésimo puesto.

El banco chino ICBC los ha reemplazado en la clasificación de los mayores bancos del mundo. De allí, a construir castillos financieros en el aire... Las instituciones bancarias europeas, a excepción de la suiza UBS, han sufrido menos que sus homólogas estadounidenses y podrían aprovecharse de un dólar débil (…) Las grandes compañías de seguros son las otras víctimas directas de la crisis económica. AIG, primera aseguradora mundial, ha visto su capital reducido a un tercio en un año. Hay una gran pérdida de confianza hacia este grupo estadounidense, aunque sus directivos reconocieron sus dificultades para evaluar los riesgos de las inversiones que realizaba, especialmente en los créditos hipotecarios. Los aseguradores europeos salen mejor parados».

El gobierno federal de Estados Unidos interviene ocho días después del anuncio de la amenaza de quiebra del hipergigante estadounidense General Motors (GM), uno de los líderes mundiales de la industria del automóvil. El diario francés Le Monde escribía el 9 de julio en primera página: GM, dueña de ocho marcas de vehículos, «lucha por la supervivencia». Con recesión, pánico de los inversores, estallido de los precios de la gasolina y, además, del acero, la emblemática firma estadounidense tampoco se libra de las turbulencias de la economía.

¿GM puede desaparecer? «Hace diez años yo hubiera respondido: ‘Imposible’. Hoy no podemos excluir esa posibilidad» opinó Craig Fitzgerald, experto en industria automotriz de la consultora Plante & Moran (Michigan)

Por primera vez en su vida, los estadounidenses –o por lo menos dos tercios de ellos- ponen el precio del carburante a la cabeza de sus preocupaciones… muy por delante de la guerra en Iraq. De ahí la notable desaparición en las avenidas y autopistas de Estados Unidos de los habituales, hasta ahora, 4x4 o pickups, grandes consumidores de combustible. Todo el mercado de los SUV (vehículos deportivos utilitarios) podría hundirse. En junio las ventas de GM cayeron un 19% (con relación a junio de 2007). A estas pérdidas gigantescas se añaden los miles de empleos suprimidos, técnicos, obreros y los mismos directivos.

Las próximas semanas serán cruciales para GM y para muchas instituciones del patrimonio económico de Estados Unidos. En la industria del automóvil, Ford y Chrysler, 2ª y 3ª respectivamente, se encuentran en el mismo barco.

«Estados Unidos cambia. GM podría no salir de esta» concluye –provisionalmente- el diario francés. Las acciones de GM (en la Bolsa de Nueva York el 7 de julio) nunca estuvieron tan bajas en los últimos 50 años. «Si en los próximos doce o dieciocho meses el contexto económico no mejora notablemente y continúan complicándose las condiciones para acceder a créditos, puede llegar el momento en que los socios de GM exigirán la declaración de quiebra», según Craig Fitzgerald.

Así, aunque GM pudiera adoptar internamente medidas drásticas, por primera vez su destino está fuera de control (precio del acero, precio del combustible, caída de los créditos, crisis inmobiliaria, etcétera) «Yo apostaría a que GM, en un plazo entre seis semanas y un año, se desprenderá de algunas marcas. Mantendrá Hormis Chevrolet (59% de las ventas en el 2007) y Cadillac, las otras seis (GMC, Pontiac, Saturn, Buick, Hummer y Saab) son potencialmente «descartables» (Le Monde).

El 15 de julio, GM emprendió «un plan heroico» (diario Le Figaro, 16 de julio): reducir los costes salariales de los altos ejecutivos, suprimir los subsidios de salud para sus jubilados, suspender la distribución de dividendos entre los accionistas, etcétera, ya que GM, falta de efectivo, debe liberar muy rápidamente… 15.000 millones de dólares.

El pan y las tortas

Pero no todo el mundo clama contra la crisis. En primer lugar están los especuladores que ganan fortunas. Los fondos invertidos en activos han pasado de 70.000 a 220.000 millones de dólares en tres años. Estos financieros provocan el alza de los precios y condenan al hambre a los más pobres. Después, la renta petrolera (con el barril a 147 dólares, 92 euros en los últimos días) hace que ciertos sectores de la economía se disparen al alza. Especuladores, nuevas fortunas privadas y además los nativos de los países productores, los grandes del petróleo, que «hacen la felicidad de las grandes joyerías, de los inmuebles de lujo en muchas capitales del mundo y en la Costa Azul (diario francés Libération, 14 de julio, Julia Pascual). Por hablar sólo de Francia, aunque las grandes marcas en general prefieren la discreción, una de ellas habla sin problemas; se trata de la marroquinería Longchamps. En seis meses tendrá siete u ocho tiendas en Oriente Medio y, próximamente, dos en Venezuela. «Esto es totalmente nuevo. Hemos abierto dos tiendas en Moscú pero muchos rusos prefieren hacer sus compras en Dubai», declara el director general de la marca.

La Federación de la industria relojera suiza (Rolex, Choppard, etcétera) aumenta sus ventas en dos cifras por año. Sus exportaciones han aumentado más del 15% desde principios del año y Oriente Medio es uno de sus mejores mercados, sin olvidar el mercado ruso (que creció un 57% en el año 2007)

En la empresa aeronáutica Dassault Aviation, «las aeronaves de alta gama, caras y capaces de volar lejos, se venden muy bien». Se habla también de Dubai, los oligarcas rusos y las grandes fortunas asiáticas. En la constructora aeronáutica estadounidense Cessna las ventas, siempre según Libération, pasaron de 307 unidades en 2006 a 470 en 2008. A finales de junio, la estadounidense Gulfstream concretó el mayor negocio de todos los tiempos: 19.000 millones de dólares por 40 aviones para la compañía NetJets.

Para el –optimista- presidente de Boeing «el elevado precio del petróleo es una oportunidad». Así, recibió 475 pedidos a finales de junio y otros 478 Airbus. El aumento vertiginoso del precio del petróleo activará los pedidos de modelos recientes de aviones que consumen entre un 20% y un 30% menos de combustible.

Esta conclusión sirve para titular el artículo de Libération: algunos sectores del mercado prosperan con la explosión de los precios del petróleo. Dubai podría ser el centro mundial del lujo en los próximos años. Así, en el mar de Dubai (Emiratos Árabes Unidos) se están construyendo 300 islas artificiales que conforman un proyecto gigantesco llamado «The World». En cualquier caso, la bien denominada Isla Moda debería convertirse, con la ayuda del modisto Kart Lagerfeld, en «el auténtico centro neurálgico del mundo de la moda».

Los países pobres se quedarán atrás. En 2015 volveremos a hacer balance

Con el alza de los precios de los alimentos básicos, la pobreza aumenta a pesar de un índice de crecimiento igual o superior al 7% de los 50 «países menos desarrollados» (PMD) entre 2005 y 2006. De los 767 millones de habitantes de dichos PMD, 581 millones «viven» con menos de dos dólares diarios (1,26 euros), y según la CNUCD (Conferencia de las Naciones Unidas sobre el comercio y el desarrollo), el objetivo de reducir a la mitad la pobreza de aquí a 2015 no se conseguirá.

Para los que no creen que Estados Unidos vive una época singular: se están viendo en todo el país, desde Boston hasta San Francisco, ciudadanos estadounidenses que han descubierto las caminatas y las bicicletas. ¿Se convencen? Ya se lo decimos, la crisis es grave .

Notas del autor

(1) Un análisis de tres economistas del Observatorio Francés de Coyunturas Económicas (OFCE), publicado por Le Monde, dice en una nota del 9 de julio, «petróleo y euro: amistades peligrosas» señalando el nuevo papel del euro. «Hace algunos años creíamos que el aumento del precio del barril provocaría un crecimiento de la demanda de dólares, utilizados para las transacciones petroleras o acumulados como reservas de cambio por los países productores. La relación prevista haría que una subida del oro negro acarrease una revalorización del billete verde» Pero hoy, continúa el análisis, los países productores protegen su poder adquisitivo por medio de una cesta de divisas donde el euro ha ocupado su lugar. El precio del petróleo se ajustaría, pues, para compensar el valor de la moneda única. Por lo tanto, «el alza del euro inducida por la política anti inflacionista del Banco Central Europeo, sería parcialmente asumida por los países productores de petróleo aumentando el precio del barril que, al incrementarse, alimentaría la inflación…».

(2) En este mismo número, Paris-Match, y a que se trata de esa revista, dedicó 40 páginas «especiales» a Ingrid Betancourt.

Notas de traducción

(1) El autor hace referencia al mote de «elefantes» que se aplica a un sector del Partido Socialista de Francia (al que pertenece Dominique Strauss-Kahn), derrotado por la candidata, también socialista, Ségolène Royal. Un periodista describió a sus miembros como « la selecta casta de políticos de cuello y corbata, siempre vestidos con trajes de color oscuro, que se creían inmortales en la política francesa» (de ahí el mote de elefantes, por su tradicional longevidad).


(2) Se refiere a la renuncia del secretario del Tesoro, John Snow, el martes 27 de mayo, que fue sustituido por Henry Paulson, presidente del banco de inversiones Goldman Sachs.
AUTOR:MICHEL PORCHERON,TRADUCIDO POR JORGE ALDAO Y ROCIO ANGUIANO, REVISADO POR
CATHY R.
REBELION, AGOSTO 2008