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viernes, 14 de diciembre de 2012

Reglas mundiales para el capital

 Por Dani Rodrik
Project Syndicate


Es oficial. El Fondo Monetario Internacional ha puesto el sello de aprobación a los controles al capital, legitimando el uso de impuestos y otras restricciones sobre los flujos financieros transfronterizos.
No hace tanto, el FMI presionaba duramente a los países –pobres y ricos– para que abriesen sus finanzas al mundo. Ahora reconoce que la globalización financiera puede ser perjudicial e incluir crisis financieras y movimientos de divisas económicamente desfavorables.
Henos aquí frente a otro giro en la trama de la interminable saga de nuestra relación de amor y odio con los controles al capital.
Con el patrón oro clásico que se mantuvo hasta 1914, la libre movilidad del capital era sacrosanta. Pero la turbulencia del período de entreguerras convenció a muchos –entre los que destaca John Maynard Keynes– de que una cuenta de capital abierta es incompatible con la estabilidad macroeconómica. El nuevo consenso se reflejó en el acuerdo de Bretton Woods en 1944, que consagró los controles del capital en los Artículos de Acuerdo del FMI. Como dijo Keynes en esa época, «lo que antes era herejía hoy se sostiene como ortodoxia».

viernes, 15 de junio de 2012

El fin del mundo tal como lo conocemos

 Por Dani Rodrik *


Consideremos el siguiente escenario. Después de una victoria del partido de izquierda Syriza, el nuevo gobierno de Grecia anuncia que quiere renegociar los términos de su acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y la Unión Europea. La canciller alemana, Angela Merkel, se mantiene firme en su postura y dice que Grecia debe cumplir con las condiciones existentes. 
Por miedo a la inminencia de un colapso financiero, los depositantes griegos corren hacia la salida. Esta vez, el Banco Central Europeo se niega a salir al rescate y los bancos griegos se quedan sin efectivo. El gobierno griego instituye controles de capital y, finalmente, se ve obligado a emitir dracmas para proporcionar liquidez doméstica.
Tras quedar Grecia fuera de la eurozona, todos los ojos viran hacia España. Alemania y otros en un principio son categóricos: dicen que harán lo que haga falta para impedir una corrida bancaria similar allí. El gobierno español anuncia más recortes fiscales y reformas estructurales. Aliviada por los fondos del Mecanismo de Estabilidad Europeo, España se mantiene financieramente a flote durante varios meses.
Pero la economía española sigue deteriorándose y el desempleo se encamina hacia el 30%. Protestas violentas contra las medidas de austeridad del primer ministro Mariano Rajoy lo llevan a convocar a un referendo. Su gobierno no logra obtener el apoyo necesario de los votantes y renuncia, hundiendo al país en un caos político descomunal. Merkel reduce aún más el respaldo a España, con el argumento de que los contribuyentes alemanes, que trabajan duramente, ya hicieron lo suficiente. Lo que viene a continuación es una corrida bancaria, una crisis financiera y una salida del euro en España.

viernes, 27 de abril de 2012

Las ideas priman sobre los intereses

 Por Dani Rodrik *


En materia política, la teoría más aceptada es también la más sencilla: los poderosos siempre consiguen lo que pretenden. Los intereses de los bancos dictan las normas financieras; los intereses de las compañías de seguro dictan la política sanitaria; y los intereses de los ricos dictan la política impositiva. Quienes más puedan influir en el gobierno (por medio del control de los recursos, la información, el acceso o la mera amenaza de la violencia) tarde o temprano se saldrán con la suya.
A escala global es lo mismo. Según se dice, la política exterior depende, primero y principal, de los intereses nacionales, no de las afinidades con otras naciones o de la preocupación por la comunidad mundial. Los únicos acuerdos internacionales posibles son aquellos que están alineados con los intereses de Estados Unidos (y, cada vez más, de otras grandes potencias en ascenso). En los regímenes autoritarios, las políticas son expresión directa de los intereses del gobernante y sus secuaces.
Es una teoría convincente con la que podemos explicar fácilmente por qué tan a menudo la política genera resultados no deseados. Tanto en democracias como en dictaduras o en el campo internacional, que se produzcan esos resultados es reflejo de la capacidad que tienen ciertos pequeños grupos de intereses especiales para alcanzar sus fines en detrimento de la mayoría.
Pero esta explicación, además de muy incompleta, suele ser engañosa. Los intereses no son algo fijo ni predeterminado, sino que dependen de las ideas: lo que creemos respecto de quiénes somos, qué pretendemos lograr y cómo funciona el mundo. Lo que percibimos como interés propio siempre se ve a través del cristal de las ideas.