Por Erick Toussaint.
Es urgente que los movimientos
sociales de Europa expresen una auténtica solidaridad activa con el pueblo
griego y constituyan una plataforma común europea de resistencia a la austeridad
con el fin de conseguir la anulación de las deudas ilegítimas.
Una gran parte de la población griega ha mostrado desde el primer memorándum
de mayo de 2010 una oposición creciente a las medidas de austeridad impuestas
por las autoridades griegas y la Troika: huelgas generales, ocupación de las
plazas públicas, manifestaciones en las calles, movimientos de resistencia a los
aumentos de las tarifas de los servicios y los transportes, sin olvidar el
relanzamiento de la actividad de algunos servicios como el del hospital de
Kilkis en Macedonia o la recuperación de la actividad, el 15 de febrero de 2012,
del periódico Eleftherotypia conducido por los trabajadores.
La sumisión y el compromiso del gobierno griego con la Troika agravan la situación económica del país y violan los derechos económicos y sociales de la población. El último plan, falazmente llamado «de salvamento», constituye una etapa más del abandono de la soberanía griega a favor de la Unión Europea y los acreedores: el total de los nuevos créditos irá a reembolsar una deuda ampliamente ilegítima y será gestionado directamente por los acreedores.
La sumisión y el compromiso del gobierno griego con la Troika agravan la situación económica del país y violan los derechos económicos y sociales de la población. El último plan, falazmente llamado «de salvamento», constituye una etapa más del abandono de la soberanía griega a favor de la Unión Europea y los acreedores: el total de los nuevos créditos irá a reembolsar una deuda ampliamente ilegítima y será gestionado directamente por los acreedores.