El antiaprismo feroz quiere que el doctor Luis Alva Castro se quede en la cima del ministerio del Interior. Y es que nadie mejor que Alva Castro para que el antiaprismo cunda, se derrame como la lisura. Alva Castro es la imagen del aprismo entendido como sebo de culebra y discurso de Melquíades presentándote el hielo como una novedad de los sabios de Memphis. -La policía no llevó armas –miente Alva como marrano al referirse a los disparos que mataron a dos campesinos durante el último paro regional de Ayacucho. Y claro que las llevó y por supuesto que las disparó, como lo sostienen un fiscal al que han silenciado en el ministerio público, el examen forense de la morgue donde llevaron a las dos víctimas, y hasta la Novena Dirección Territorial –con sede en Ayacucho- de la mismísima Policía Nacional. -La licitación ha sido un proceso limpio –babea Alva Castro. Y por supuesto que ha sido inmunda, arreglada con una firma de traferos que querían vender 687 patrulleros chinos marca “Joy Way” (o algo así) a precios de carros japoneses, y abortada sólo porque la prensa independiente descubrió el miriñaque a tiempo. -La policía tiene ahora los recursos para hacer sentir su presencia en todo el país –ventosea Alva Castro mientras descubren la enésima banda de ladrones y asesinos dirigida por un oficial de la policía en actividad y en el mismo momento en que el general Jordán tiene que rendirse ante una muchedumbre enardecida porque alguien, cumpliendo órdenes de Alva Castro, arrojó bombas lacrimógenas sobre la gente y desató el enfrentamiento: 700 policías versus 15,000 manifestantes. Y así sucesivamente, sin remedio, inexorable como el herpes, Alva Castro va mintiendo y “haciendo política”, describiendo lo que no se hizo, reclamando los éxitos de ultratumba que no se lograron, profetizando lo que no se hará. Es decir, entendiendo la política –y casi la vida- como el arte del hueveo y la gracia de la impostura zarzuelera. Este director que fuera de “La antorcha leonciopradina”, doctor honoris causa por las universidades apristas Federico Villarreal, Garcilaso de la Vega y Antenor Orrego, fue el que puso la primera piedra en el monumento a la ruina que empezó a levantarse en 1985 y fue autor específico del asalto a los certificados en dólares que el Estado perpetró cuando él era primer ministro, segundo de a bordo, tercero en discordia y cuarto del rescate a la hora de Alí Babá y los 40 principales. Fue en esa época en que salió publicado su libro “El futuro comienza hoy”. Bueno, la verdad es que comenzó ese día y terminó a la semana siguiente (un viernes) porque lo demás fue pesadilla de intis que desaparecían, pollos que levitaban y una corrupción tan hedionda que, comparada, convirtió a Sodoma y Gomorra en parte del tour de los lugares santos y a Sin City en un parque temático de la cadena Disney. Y después, cuando Fujimori quería matar a García, Alva Castro no es que se jugara la vida ni mucho menos. Por allí anduvo, dedicado “al estudio de Haya de la Torre” –pobre Haya- y al cultivo de diversas amistades. Una de esas camaraderías tuvo que ver con Humberto Abanto Verástegui, que llegó a ser gerente general de la empresa Algamarca (de los Sánchez Paredes) mientras asesoraba congresal y personalmente a Alva Castro. ¿Cuál es en este momento la naturaleza de ese vínculo, jamás negado por ninguna de las partes? La pregunta es pertinente si se recuerda que los Sánchez Paredes, dueños de varias minas y denuncios, tienen conflictos por lo menos con una comunidad campesina y con una empresa minera que reclama los mismos derechos que hoy hace prevalecer, judicialmente, esta familia diezmada por los ajustes de cuenta a plomo limpio. El mejor retrato de Alva Castro lo pintó él mismo, cuando dijo que la plata que metió como publicidad estatal en RBC (280,000 soles) se justificaba “por la sintonía del Canal”. ¿Cómo podía saber Alva Castro qué sintonía tiene el canal del ex fujimorista Morey si hace años que nadie mide la temperatura de su antena polar? ¿O no sabe que Canal 11 no está en las encuestas de Ibope dado que no quiere pagar la cuota que pagan los otros? Y ahora anuncia Alva Castro que para el paro de pasado mañana saldrá la Fuerza Armada “a resguardar el orden”. ¿Este señor pretende que los tanques intimiden a la CGTP, que los soldados de la II División patrullen las calles y que el general Edwin Donayre se haga cargo de la papa que a él le quema las manitas? ¿Qué quiere este padre exuberante de todas las incompetencias? ¿Que la policía sea sustituida de una vez por las Fuerzas Armadas? Lo que quiere Alva Castro es un misterio. Lo que quiere la mayoría de la población en relación a tan distinguido funcionario sí está claro según todas las encuestas: que se largue. ¿No es que el Apra ha cambiado y ha dejado de ser sectaria, excluyente y mitómana? ¡Que lo demuestre! AUTOR : CESAR HILDEBRANDT DIARIO LA PRIMERA,07/07/2008 |