Por Marshall Auerback *
Dada
la vieja aversión del electorado alemán al "libertinaje fiscal" y a
una economía de moneda débil (que, se dice, conduciría inexorablemente a
una hiperinflación estilo Weimar), uno se pregunta cual fue el motivo
real por el que Alemania se adhirió a una Unión Monetaria Europea tan
"grande y amplia", que incluyó a países como
Grecia, Portugal, España y Italia. Para entenderlo, es útil observar el
país a través del prisma de las tres Alemanias, del que ya hemos hablado en otros artículos:
Las tres Alemanias
La
Alemania 1 es la Alemania del Bundesbank: la parte del país que
conserva hasta el día de hoy fobias enormes ante la posible reaparición
de una inflación al estilo de Weimar y sigue creyendo de manera casi
teológica en una moneda fuerte, con la correspondiente hostilidad a la
inflación. Es la Alemania de las "finanzas" como Dios manda y de la
"disciplina monetaria". En muchos sentidos, este sector de alemanes son
fanáticos economistas de la escuela austríaca. En el fondo de su
corazón, a muchos les encantaría probablemente volver al patrón oro
como sistema internacional.
La
Alemania 2 es el sector internacionalista del país, liderada en su día
por Helmut Kohl. Kohl y sus sucesores son probablemente los más
destacados exponentes de la idea de que Europa puede librarse del
"problema alemán" de una vez por todas, si Alemania se compromete
firmemente con los "Estados Unidos de Europa" y sigue construyendo
instituciones que vayan empujando en este sentido a la UE. Es discutible
si esta visión ha sobrevivido con cierto peso más allá del período de
gobierno de Helmut Kohl.
Es
fácil percibir la tensión inherente entre estas dos Alemanias. La
Alemania del Bundesbank nunca permitiría que ambiguas aspiraciones
internacionalistas diluyeran los objetivos de una moneda fuerte, baja
inflación y disciplina fiscal. Lo que resulta casi obvio dada la mirada
de recelo que dedica al Tratado de Maastricht y las amenazas implícitas
en esos ideales.
Lo
que nos lleva a la tercera variable clave en la política alemana: la
Alemania 3, la Alemania industrial, la Alemania de Siemens, Daimler,
Volkswagen, de las grandes empresas siderúrgicas y químicas, de los
fabricantes de bienes de capital. Es evidente que estas empresas se han
beneficiado enormemente con la orientación económica de instituciones
como el Bundesbank, así como del amplio consenso entono a la economía
social de mercado de Erhard. Pero también reconocen las ventajas que se
derivan de un mercado europeo completamente abierto e integrado
(destino de la mayor parte de sus ventas). La unión monetaria, incluso
con la participación de manirrotos fiscales como Italia y España,
también minimiza la amenaza de una devaluación competitiva de la
moneda, dado el carácter paneuropeo del euro (en contraposición al
espacio mucho menor de unión monetaria en cuyos estrechos limites se
desplegaba el internacionalismo del Bundesbank). La Alemania industrial
había percibido certeramente que una zona euro amplia, que incorporase
a devaluadores crónicos de moneda como Italia, afianzaría
permanentemente su ventaja competitiva. Y con el apoyo de este sector
clave de la sociedad alemana, el Canciller Kohl fue capaz de embarcarse
en la enorme transformación institucional implícita en el Tratado de
Maastricht.
¿Hizo la "Alemania # 3" una mala apuesta?
Hace
unos meses parecía que las encuestas de opinión en Alemania mostraban
una tendencia positiva de la demanda interna que dejaba atrás el
peligro de una recesión. Fue corroborado por un vigoroso crecimiento del
empleo en Alemania, que se sitúa en su punto más bajo en veinte años.
Es
verdad que desde entonces se han conocido algunos datos más débiles
sobre la producción industrial y las ventas minoristas. Lo que junto al
gran descenso en el PMI (Purchasing Managers Index) manufacturero ha reavivado los temores de recesión.
Pero
este paquete de datos preocupantes sobre la economía alemana parece
desplazado a segundo plano por una nueva oleada de datos positivos con
revisiones al alza. Los datos sobre pedidos de fábrica y ventas reales
son mucho mejores ahora. Hace unas semanas se publicaron los datos de
producción industrial de marzo en Alemania. Mostraban un
importante crecimiento de la producción industrial del 2,8% en marzo;
además, hubo una revisión al alza de un punto en relación con los meses
anteriores.
Considerando
el conjunto de los datos económicos alemanes –ventas minoristas
reales, pedidos de fábrica, producción industrial, empleo total y el
PMI en el sector servicios (que sigue estando muy por encima de 50)—,
no es sorprendente que los datos preliminares del crecimiento del PIB
del primer trimestre en Alemania lleguen a un 2%. Sí, es verdad que la
periferia continua siendo un desastre; pero Alemania sigue creciendo.
También es cierto que la desaceleración en Europa podría llegar el
núcleo y que la preocupante pérdida de momentum
económico en China acaben por mellar en el futuro la tendencia positiva
al crecimiento económico de Alemania. Pero por ahora, no existe
ninguna restricción fiscal importante que se pueda mencionar (a
diferencia, por ejemplo, de España o Grecia), las tasas de interés
internas son extraordinariamente bajas y el empleo ha crecido
rápidamente. En definitiva, es probable que, tras absorber un choque de
origen comercial y de expectativas que emanaba de la periferia
europea, se haya reanudado el crecimiento, empujado por la demanda
interna.
La cuestión no es celebrar el modelo económico alemán per se,
sino simplemente resaltar que, a pesar de todo, el crujir de dientes y
las quejas sobre "el coste" que tiene para Berlín "rescatar"
continuamente a la "periferia despilfarradora", la realidad es que a
Alemania le ha ido excepcionalmente bien con la zona euro y continúa
yéndole bien.
El ilusorio "éxito" de la contrarreforma alemana del estado social
"Alemania # 3" hizo por lo tanto la apuesta correcta: al bloquear a los devaluadores crónicos en la Unión Monetaria –haciendo imposible que puedan recurrir a la
formula tradicional de devaluar la moneda para recuperar la
competitividad de sus exportaciones—, Berlín ha impuesto en la práctica
su arraigado modelo mercantilista alemán y consolidado su predominio
como la superpotencia comercial de Europa. Las ventajas son evidentes,
habida cuenta de los datos contrastados de flujos entre Alemania y los
PIIGS.
Por
supuesto, uno puede escuchar ya a los apologistas de Alemania
proclamando que este éxito es el resultado de tomar "decisiones
difíciles" en los primeros años de este siglo, en particular, las
llamadas "reformas Hartz". Los alemanes siempre han estado obsesionados
con la competitividad de sus exportaciones. Antes del euro, devaluaban
el marco alemán para poder aumentar las exportaciones de sus productos
a sus vecinos. Pero cuando los alemanes perdieron el control de la
tasa de cambio al integrarse en la Unión Económica y Monetaria (UEM),
se les acabó el truco. Tuvieron que manipular otras variables del
"coste" para vender sus productos baratos. Desde 2002, se concentraron
en la congelación de salarios y en los recortes a la red de seguridad
social para los trabajadores a través del llamado paquete Hartz de
"reformas del estado de bienestar", bautizado así en honor de Peter
Hartz, un importante ejecutivo del fabricante automovilístico alemán
Volkswagen.
A
diferencia del estadounidense Henry Ford, que creaba puestos de
trabajo bien pagados porque sabía que una clase media satisfecha era
esencial para tener un mercado para sus coches, Peter Hartz tiene una
concepción muy distinta de la relación entre los salarios y la economía.
En su opinión, la forma de mantener un país "competitivo" es exprimir a
sus trabajadores, que es precisamente lo que hicieron sus "reformas". Y
tuvo consecuencias desastrosas para el resto de la eurozona -(ver aquí
) [Como un inciso, el otro pequeño inconveniente de las tan cacareadas
"reformas" Hartz es que carecen de cualquier tipo de legitimidad
democrática. Posteriormente se descubrió que Peter Hartz sólo había
conseguido la aquiescencia de los trabajadores alemanes vía el pago
ilegal de corruptelas a sus poderosos comités de empresa, (ver aquí ), por lo que fue condenado a una pena de dos años de inhabilitación.]
Las
propuestas de Hartz han tenido enormes consecuencias en la
redefinición de las políticas de "reforma" del mercado laboral, que
durante varias décadas se había caracterizado por su estabilidad. Bill
Mitchell y Ricardo Welters han subrayado
que, si bien las reformas aparentemente tuvieron éxito a principios de
2003, con una gran cantidad de creación de empleos, hubo un
inconveniente: "una vez tocado suelo a mediados de 2003, en el fondo del
ciclo, el empleo creció mucho menos rápidamente que en anteriores
reactivaciones. Y gran parte del aumento lo fue como "mini empleos"
–empleos a tiempo parcial con salarios inferiores a los 400 euros al
mes, independientemente de las horas trabajadas". Como Mitchell y
Welters señalan, las "reformas" supusieron una disminución real del
número de empleos regulares. Los trabajadores quedaron atrapados en los
denominados trabajos "mini/midi": una nueva forma de empleo a tiempo
parcial con salarios bajos. Sus defensores celebraron su "flexibilidad"
y "eficiencia", mientras que sus detractores, como Mitchell,
denunciaban que eran empleos a tiempo parcial, más inseguros, con
salarios reducidos y pobres condiciones de trabajo.
Es más, Alemania
se benefició de la llamada "ventaja del precursor" (FMA), aplicando
las reformas en el contexto de una economía crecientemente globalizada.
Exigir contención salarial en medio de una recesión mundial hace
prácticamente inviable dicha "reforma", para no hablar de los problemas
derivados de la "falacia de composición", cuando todos los demás
países pretenden recortar sus salarios para ganar una competitividad
exportadora crecientemente esquiva.
La irrupción de una izquierda radical inteligente en Grecia: Syriza, una nueva carta esencial
Y
todo ello en un contexto cada vez más amenazante, habida cuenta de las
renovadas perturbaciones que azotan la euro zona. La inoportuna
erupción democrática en Grecia ha puesto sobre la mesa un nuevo comodín:
Syriza, la Coalición de la Izquierda Radical, se ha convertido en una
carta esencial. Su nuevo líder Alexis Tsipras, hasta el momento un
desconocido parlamentario de izquierda, ha dirigido la Coalición hasta
ser el segundo partido más votado en las recientes elecciones
legislativas del 6 de mayo con la promesa de repudiar los acuerdos del
rescate que los anteriores dirigentes de Grecia firmaron en febrero.
Este
horrible brote de auténtica democracia nace, nada más ni nada menos,
que en la misma cuna de la democracia. No hay ni que decir que los
eurócratas, en el más puro estilo bruselense, están poniendo el grito en
el cielo. Una vez más agitan histéricos el "Grecia tiene que salir", a
pesar de que la mayor parte de los economistas no se cansan de
advertir con todas sus fuerzas que Grecia necesita el Euro y que la
alternativa es caer al abismo. Lo que esperan con todas sus fuerzas es
que las próximas elecciones les proporcionen un nuevo Quisling griego,
que ponga felizmente por obra el feroz y destructivo paquete de
"reformas" de ajuste de la Troika, que no ofrecen ninguna esperanza de
recuperación a Atenas o al resto de la zona euro. Por el contrario,
Syriza representa una amenaza real para la orientación actual de la
política fiscal.
Alexis
Tsipras, el primer político griego dispuesto a utilizar todos los
resortes con los que cuenta su país en la negociación con sus
acreedores.
Alexis
Tsipras es un gran tipo. A lo menos, es un excelente jugador de póker.
Todavía no ha capitulado a esta orquestada presión masiva y dejó claro
desde el principio, en la edición alemana del Wall Street Journal,
que el pueblo griego tiene otras opciones, aunque no les gusten a los
alemanes: Tsipras es, en definitiva, el primer político griego
dispuesto a utilizar todos los resortes con los que cuenta su país en
la negociación con sus acreedores.
Regla
número 1 en las negociaciones: demostrar a la contraparte que, en su
caso, tienes opciones creíbles si rompes las negociaciones. Entre otras
cosas, Tsipras se ha limitado a señalar que el Estado griego está
bastante cerca de un superávit primario. Todo lo que se necesita son
unas pequeñas reducciones en salarios y pensiones y el sector público
griego se podría financiar en un futuro previsible. Si saliera del
euro, el problema de Atenas se convertiría de repente en el problema de
la zona euro.
Sí,
Grecia sólo constituye un mero 2% del PIB de Europa. Y sí, las
autoridades de la zona del euro dicen que están haciendo "preparativos"
en el caso de un "Grexit". Pero también Lehman era un pequeño banco de
inversión y casi provoca el derrumbe del sistema bancario mundial
cuando se permitió que quebrara. Y conviene recordar que la quiebra de
Lehman ocurrió varios meses después del rescate de Bear Stearns. En
teoría, las autoridades tuvieron tiempo de sobra para hacer
"preparativos" cara a esa eventualidad, como ahora ante la posible
salida de Grecia de la zona del euro.
¿Sería
más eficaz hoy el cortafuegos a la hora de "cauterizar" la herida
griega y prevenir el contagio de Portugal, España, Italia y del propio
núcleo? Es evidente que Tsipras lo tiene claro, y bien podría ser el
próximo Primer Ministro de Grecia. Haría falta toda la capacidad de
fuego del BCE, con una intensidad que, hasta ahora, ha sido reacio de
utilizar.
Entretanto, el resultado electoral griego ha provocado una creciente y masiva retirada de depósitos y
activos bancarios en la zona euro. Desde hace semanas se produce una
constante fuga de depósitos de los bancos en los PIIGS hacia otros en
Alemania y Europa del Norte (y quizás hacia algunos bancos fuera de
Europa). Las cifras sobre el Objetivo 2 de financiación de estas huidas
de depósitos de los países de origen aparentemente han crecido en los
primeros cuatro meses de este año, antes de las elecciones francesas y
griegas. Un reciente comunicado de las autoridades griegas sugiere que
la huida de depósitos de los bancos griegos se ha acelerado, tal vez
enormemente, después de las elecciones griegas. Aunque se ha
desmentido, no hay que creer nunca en desmentidos oficiales.
El diario madrileño El Mundo
informó a finales de la semana pasada que los depositantes habían
retirado mil millones de euros del banco español Bankia tras su
nacionalización parcial por el Gobierno el 9 de mayo. Lo más probable
es que estas retiradas de depósitos tengan tanto o más que ver con la
retirada en general de depósitos de los bancos españoles que con el
miedo a la seguridad de los mismos en un banco intervenido por el
Gobierno. En otras palabras, puede ser una señal de que el temor a una
salida del euro se ha extendido de manera significativa también a
España. Por supuesto, las autoridades lo niegan, pero ¿quién cree a las
autoridades en estas circunstancias?
La propia existencia de la unión monetaria facilita el pánico bancario
Paradójicamente,
la misma existencia de la unión monetaria facilita estas huidas de los
bancos. Si es usted depositante en un banco español en Barcelona, nada
le impide retirar su dinero y recolocarlo en la sucursal de un banco
alemán en la misma calle. No hay controles fronterizos ni controles de
capital que valgan. ¡ Ni riesgo de tipos de cambio! Quienes tienen
cuentas corrientes en todos los países de la periferia temen ante todo
acabar volviendo a las antiguas monedas que valdrían mucho menos que el
euro. Sus depósitos acaban en bancos alemanes y europeos de núcleo
duro, que luego reciclan los fondos a través del BCE y los bancos
centrales nacionales para acabar volviendo a los bancos de los PIIGS de
donde han huido.
Al
parecer esta huida de depósitos y su retorno a los bancos en la
periferia en peligro se aceleró en los primeros meses de este año, antes
de las elecciones francesas y griegas. Pero podría haberse acelerado
aún más después.
En
efecto, el sistema de bancos centrales europeos está involucrado en un
creciente y masivo ejercicio de rescate que no reconocen públicamente.
¿Cuál ha sido la respuesta alemana hasta ahora? "Vaya, este tío nos
esta chantajeando. ¿Qué hacemos?" Porque Alemania como nación acreedora
sufrirá grandes pérdidas si el sistema bancario en su conjunto empieza
a sufrir la presión, para no decir nada del fin de su tan cacareado wirtschaftwunder
(milagro económico) si toda la eurozona implosiona. Grecia, por el
contrario, ha experimentado ya cinco años de austeridad económica
permanente. El país ha quedado reducido prácticamente a una economía de
trueque. ¿Qué tiene que perder en esta coyuntura si se niega a
plegarse ante la troika?
Porqué Alemania tiene las de perder
Es
verdad que los alemanes podrían hartarse y decir: "¡basta ya!" y salir
de la zona euro (lo que muy probablemente destruiría la unión
monetaria). El resultado previsible de una salida de Alemania sería una
enorme revalorización del nuevo marco alemán. Como consecuencia, todo
el mundo devaluaría en relación al nuevo marco, desplazando la
responsabilidad de la reflación fiscal a quién hasta ahora ha sido el
oponente más explicito del activismo fiscal. Alemania probablemente
tendría que rescatar a sus bancos (especialmente los Landesbanken).
Lo que podría ser políticamente más apetecible que rescatar a los
bancos griegos (al menos desde la perspectiva de la población alemana),
pero no dejaría de tener un importante coste económico a corto plazo
para Berlín. Y en el ínterin, el probable trauma monetario bloquearía
el mecanismo exportador, dado que los mecanismos integradores
implícitos en la zona euro desaparecerían en el caso de que Alemania
vuelva a un nuevo marco.
Por
una elemental ecuación contable, una caída del superávit externo de
Alemania significaría un gran aumento de su déficit presupuestario (a
menos que el sector privado comenzase a crecer rápidamente, lo que es
dudoso en el escenario descrito anteriormente), por lo que Alemania
sufriría déficits presupuestarios mucho mayores. Si intenta reducir los
efectos de un colapso en su superávit por cuenta corriente, se
convertiría en un estado "despilfarrador" más. ¡Que cambio de suerte!
¿Quién tiene de verdad la sartén por el mango en la eurozona?
*Marshall Auerback, destacado
representante de la llamada Nueva Teoría Monetaria y uno de los
analistas económicos más respetados de los EEUU, es miembro consejero
del Instituto Franklin y Eleanor Roosevelt, en donde colabora con el
proyecto de política económica alternativa new deal. 2.0.
VERSION INGLES : http://neweconomicperspectives.org/2012/05/today-germany-is-the-big-loser-not-greece.html
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