Por Mark Weisbrot *
Jamaica, isla y nación caribeña de lengua inglesa, con
una población de 2,9 millones de personas, puede parecer a varios mundos de
distancia de Europa. La renta per cápita del país, de 9.000 dólares, lo sitúa
en el puesto 88 de todo el mundo, comparado con los países de la eurozona, que
son tres o cuatro veces más ricos. Pero se enfrentan a un problema común, y
aunque no es probable que ninguno de los países de la eurozona llegue a ser tan
pobre como lo es hoy Jamaica, podrían fácilmente – de seguir avanzando –
remedar la sombría ejecutoria económica que ha sufrido Jamaica en los últimos
20 años.
Jamaica tiene la mayor carga de deuda pública del mundo:
el pago de los intereses de la deuda del Estado se cifra en un 10% de la renta
nacional del país. (En comparación, Grecia, – con la peor carga de deuda de
Europa – está pagando el 6,8% del PIB en intereses). Eso deja poco espacio a la
inversión pública en infraestructuras, o a la mejora de la educación y la
salud. Como resultado en parte de esta trampa de la deuda, la renta por persona
de Jamaica ha crecido tan sólo en un 0,7% anual en los últimos 20 años.
Hace dos años, Jamaica llegó a un acuerdo con sus
acreedores, en el que medió el FMI, que restructuraba su deuda. Se rebajó el
pago de los intereses, y se impulsaron algunos pagos del principal. Pero el
gravamen de la deuda seguía siendo insostenible. Según las actuales
proyecciones del FMI, la deuda de Jamaica llegará al 153% del PIB en sólo tres
años.
¿Les suena familiar? Es lo que le sucedió a Grecia hace
sólo cuatro meses. El gobierno griego alcanzó un acuerdo con las autoridades
europeas (la troika del Banco Central Europeo o BCE, la Comisión Europea
y el FMI) que reducía su deuda. Al contrario que en Jamaica, los inversores
privados en cuyas manos está la deuda griega aceptaron un "corte de
pelo", perdiendo en torno a la mitad del principal.
Pero, con todo, no bastaba. Antes de que se hubiera
secado la tinta del acuerdo, la estimación del FMI de que avanzase un
"escenario pesimista" mostró que la deuda griega alcanzaría más del
160% del PIB para 2020. Puesto que las proyecciones del FMI respecto a Grecia
se han demostrado excesivamente optimistas, y con Europa deslizándose aun más
en la recesión, el escenario pesimista es el más probable. Esto significa que
aun cuando los griegos terminen eligiendo a un gobierno que acepte el acuerdo –
en modo alguno garantizado – es probable que su economía se arrastre de una
crisis a la siguiente hasta que se produzca otra restructuración o una caótica
suspensión de pagos.
Lo mismo en Grecia que en Jamaica, el problema no es sólo
la deuda misma; lo son aun más las medidas políticas que los acreedores exigen
que acompañen a nuevos préstamos. En Grecia, esto llega al extremo: la troika
insistió en que Grecia recortara el 8,6% del PIB de su déficit fiscal en los
dos últimos años, el equivalente de que los Estados Unidos eliminaran todo su
déficit presupuestario de 1,3 billones de dólares. Naturalmente, la economía
cayó en picado. También en Jamaica, el FMI añadió durante la crisis económica
de 2008-2009 condiciones que empeoraron el descenso del país.
El problema de Europa con esas dañinas políticas anejas a
los préstamos oficiales no se limita a Grecia. Un titular reciente de Dow Jones
refleja la triste historia de Portugal en una frase: "UE:
Portugal precisará de mayor austeridad para cumplir los objetivos de
déficit." Si, la Comisión Europea quiere que Portugal realice mayores
recortes presupuestarios, debido a que los ya realizados han contraído tanto la
economía que no bastarán para el objetivo del ratio déficit-PIB. La contracción
prevista de la economía para este año se encuentra en un doloroso 3,3% y el
desempleo oficial ha aumentado de un 12,9% el año pasado a un 15,3% en éste.
Irlanda se encuentra en recesión, sin embargo, también se ha comprometido
a disciplinar enormemente su presupuesto.
España todavía no ha tenido que solicitar préstamos a la troika,
pero ha seguido las mismas medidas políticas. Con la mitad de sus jóvenes
consumiéndose en el paro, el disciplinamiento fiscal de España – de acuerdo con
las proyecciones del gobierno – le quitará un 2,6% a su crecimiento económico
este año.
Por supuesto, hay muchas diferencias importantes entre la
situación de los países de la eurozona y Jamaica, así como entre los países
mismos de la eurozona. Jamaica necesita que cancelen su deuda; algunos países
de la zona euro con problemas – por ejemplo, España – tendrían una carga de la
deuda sostenible simplemente con que el BCE interviniera en el mercado de bonos
soberanos y garantizase una baja tasa de interés sobre sus bonos. Y el BCE,
como emisor de una divisa fuerte en una zona monetaria sin grave amenaza
inflacionaria, dispone de mucho margen de maniobra para hacer lo que sea preciso
con el fin de asegurarse de que la totalidad de los países de la eurozona
tengan costes de préstamos bajos y, por tanto, una deuda sostenible.
Pero el BCE se ha negado a hacer uso de sus poderes para
poner fin a la crisis de la deuda soberana, prefiriendo en cambio – mano a mano
con el resto de la troika – explotarla con el fin de forzar cambios
políticos impopulares en los países de la eurozona, sobre todo en los más
débiles. Al actuar de este modo, está condenando a estos países al
estancamiento de elevado desempleo y lento crecimiento que ha sufrido Jamaica
en las últimas dos décadas. Aunque los costes humanos sean mucho mayores en un
país en vías de desarrollo como Jamaica, aun así esto entraña una ingente
cantidad de innecesario sufrimiento a ambos lados del Atlántico.
* Mark Weisbrot es co-director, junto a Dean Baker, del Center for Economic and Policy Research de Washington, D.C. Doctorado en economía por la Universidad de Michigan.
* Mark Weisbrot es co-director, junto a Dean Baker, del Center for Economic and Policy Research de Washington, D.C. Doctorado en economía por la Universidad de Michigan.
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