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martes, 24 de julio de 2012

Las desigualdades como causa de la crisis

 Por Vicenc Navarro *





Uno de los fenómenos sociales y económicos más inquietantes que ha estado ocurriendo en las últimas tres décadas es el enorme crecimiento de las desigualdades, las cuales han crecido todavía más durante esta gran crisis económica y financiera que los países de la OCDE están experimentando. De ahí que haya aparecido un número considerable de estudios e informes de organismos internacionales que han intentado analizar las causas de tal crecimiento de las desigualdades. Entre ellos, el más conocido es el producido por la OCDE titulado Divided We Stand. Why Inequality Keeps Rising, publicado en 2011, y que generó gran interés y debate. Entre las causas que tal estudio consideró como de gran importancia estaba el cambio tecnológico que afectaba en gran medida a la distribución y la productividad dentro del mundo del trabajo y de las rentas generadas por él.
El estudio más reciente en esta bibliografía científica sobre las desigualdades es el publicado por el Center for Economic and Policy Research, de Washington DC titulado Missing the Story: The OECD’s Analysis of Inequality, en el que sus autores David Rosnick y Dean Baker critican extensamente el estudio de la OCDE mostrando serias limitaciones en la conceptualización y metodología del estudio. Muestran convincentemente que el enorme crecimiento de las desigualdades de los países de la OCDE no ha ocurrido entre la mayoría de la población (el 90%) que deriva sus ingresos de la renta del trabajo, sino entre una minoría muy exigua (el 1%) de la población que deriva sus ingresos de las rentas del capital y muy en especial del capital financiero (0,2% de la población) y todos los demás. El crecimiento de las rentas de estos últimos ha sido geométrico, es decir, explosivo. El documento muestra que este hecho ha ocurrido también en España, donde el mayor crecimiento de las rentas ha sido también en este 1% (y muy en especial en el 0,12%) de la población. En lenguaje normal y corriente, los súper ricos se han ido forrando de dinero.

lunes, 9 de julio de 2012

El último respiro del euro

 Por Joseph Stiglitz *


Al igual que un preso en el corredor de la muerte, el euro ha recibido otro aplazamiento de última hora: va a sobrevivir un poco más. Los mercados están celebrando, como lo han hecho después de cada una de las cuatro anteriores cumbres de "crisis del euro", hasta que comprendan una vez más que aún no se han abordado los problemas fundamentales.
Hubo buenas noticias en esta cumbre: los líderes europeos entendieron que finalmente no va a funcionar la operación circular en que Europa presta dinero a los bancos para salvar a los fondos soberanos, y a los fondos soberanos para salvar a los bancos. Asimismo, ahora reconocen que los préstamos de rescate que dan al nuevo acreedor un mayor orden de precedencia sobre los demás empeoran la situación de los inversores privados, que reaccionarán simplemente exigiendo tasas de interés todavía más altas.
No deja de ser profundamente preocupante el que las autoridades europeas se hayan demorado tanto en ver algo tan obvio (y evidente hace más de una década y media en la crisis del Este asiático). Pero lo que falta en el acuerdo es aún más significativo que lo que hay. Hace un año, los líderes europeos reconocieron que Grecia no iba a poder recuperarse sin crecimiento y que el crecimiento no puede lograrse únicamente con austeridad. Y sin embargo, es poco lo que se ha hecho para corregir el asunto.

domingo, 20 de mayo de 2012

El precio de la sobredosis de austeridad

 Por Antón Costas


Por qué los Gobiernos conservadores-liberales de la zona euro, especialmente los de los países de influencia germánica, se han empecinado en imponer una sobredosis de austeridad como remedio a la crisis de deuda cuando era previsible que provocaría recesión económica, sufrimiento social y destrozos políticos en los países sometidos a ella? Esta cuestión es, en mi opinión, importante en la medida en que la continuidad de esa torpeza macroeconómica puede conducir a que esos destrozos políticos de la austeridad lleven finalmente al suicidio del euro.
Si eso llegase a ocurrir, y no es improbable, se habría pagado un precio demasiado alto por la obstinación en no utilizar los instrumentos de política fiscal y monetaria a disposición de los Gobiernos y de las autoridades de la eurozona.
Aunque eran previsibles, ahora, los resultados están a la vista y ya no se pueden negar. La austeridad aplicada de forma compulsiva y generalizada no es expansiva, como sostenían sus proponentes, sino todo lo contrario: ha conducido a la recaída en la recesión. El sufrimiento social se ve claramente en el aumento del paro, en la pobreza de los hogares sin ingreso alguno o en el incremento de la desigualdad. Y los quebrantos políticos están a la vista a través del creciente apoyo social y electoral a los partidos políticos populistas radicales y antieuropeístas en Grecia, Francia y otros países.
Los partidarios de la austeridad a machamartillo empiezan a darse cuenta de los riesgos políticos de esta sobredosis y hablan ahora de la necesidad de acompañarla con políticas de crecimiento. Pero, a la espera de lo que dé de sí el triunfo del socialista François Hollande y su capacidad para mover a los germanos en esa dirección, creo que se trata más de una retórica política oportunista sin voluntad de cambiar el fondo de las cosas.

La jamaicanización de la eurozona


 Por Mark Weisbrot *


Jamaica, isla y nación caribeña de lengua inglesa, con una población de 2,9 millones de personas, puede parecer a varios mundos de distancia de Europa. La renta per cápita del país, de 9.000 dólares, lo sitúa en el puesto 88 de todo el mundo, comparado con los países de la eurozona, que son tres o cuatro veces más ricos. Pero se enfrentan a un problema común, y aunque no es probable que ninguno de los países de la eurozona llegue a ser tan pobre como lo es hoy Jamaica, podrían fácilmente – de seguir avanzando – remedar la sombría ejecutoria económica que ha sufrido Jamaica en los últimos 20 años.

Jamaica tiene la mayor carga de deuda pública del mundo: el pago de los intereses de la deuda del Estado se cifra en un 10% de la renta nacional del país. (En comparación, Grecia, – con la peor carga de deuda de Europa – está pagando el 6,8% del PIB en intereses). Eso deja poco espacio a la inversión pública en infraestructuras, o a la mejora de la educación y la salud. Como resultado en parte de esta trampa de la deuda, la renta por persona de Jamaica ha crecido tan sólo en un 0,7% anual en los últimos 20 años.

Hace dos años, Jamaica llegó a un acuerdo con sus acreedores, en el que medió el FMI, que restructuraba su deuda. Se rebajó el pago de los intereses, y se impulsaron algunos pagos del principal. Pero el gravamen de la deuda seguía siendo insostenible. Según las actuales proyecciones del FMI, la deuda de Jamaica llegará al 153% del PIB en sólo tres años.

¿Les suena familiar? Es lo que le sucedió a Grecia hace sólo cuatro meses. El gobierno griego alcanzó un acuerdo con las autoridades europeas (la troika del Banco Central Europeo o BCE, la Comisión Europea y el FMI) que reducía su deuda. Al contrario que en Jamaica, los inversores privados en cuyas manos está la deuda griega aceptaron un "corte de pelo", perdiendo en torno a la mitad del principal.

sábado, 14 de abril de 2012

Las breves vacaciones de Europa

 Por Nouriel Roubini *


Desde el pasado mes de noviembre, el Banco Central Europeo, bajo su nuevo presidente, Mario Draghi, ha reducido sus tipos de interés y realizado dos inyecciones de más de € 1 billón de liquidez al sistema bancario de la eurozona. Esto condujo a una reducción temporal de las tensiones financieras que enfrentan los países endeudados y en peligro de su periferia (Grecia, España, Portugal, Italia e Irlanda), redujo drásticamente el riesgo de una corrida de liquidez en el sistema bancario de la eurozona, y bajó los costes de financiación para Italia y España con respecto a sus insostenibles niveles del otoño pasado.
 Al mismo tiempo, se evitó que Grecia cayese en el impago técnico, y el país implementó una exitosa (si bien coercitiva) reestructuración de su deuda pública. Un nuevo pacto fiscal (y nuevos gobiernos en Grecia, Italia, y España) generó la esperanza de un compromiso creíble con la austeridad y las reformas estructurales. Y la decisión de combinar el nuevo fondo de rescate de la eurozona (el Mecanismo Europeo de Estabilidad) con el antiguo (el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera) aumentó significativamente el tamaño del "muro de contención financiera" de la zona euro.

sábado, 7 de abril de 2012

¿Quién define la confianza de los mercados financieros?


 Por Vicenc Navarro.

El argumento más frecuentemente utilizado por el gobierno Rajoy para justificar los enormes recortes de gasto público en España es la necesidad de “recuperar la confianza de los mercados financieros”, la frase más utilizada por todos los proponentes de las políticas de austeridad. De ahí que debería ser un motivo de gran atención mediática averiguar cómo se define tal supuesta confianza de los mercados, y quién tiene el poder de definición. Es sorprendente, en este sentido, la escasa atención mediática sobre estos puntos.
El indicador más frecuentemente utilizado para medir tal confianza de los mercados son los intereses que el Estado debe pagar para poder vender su deuda pública. A mayor desconfianza, mayores los intereses, y viceversa. A mayor confianza, menores intereses. Pero, ¿quién define los intereses? La respuesta conforme a la ortodoxia neoliberal es que son los “mercados”. Pero, como toda ortodoxia, ésta se basa en fe más que en evidencia. Ésta muestra que, en general, son las agencias de valoración de bonos las que, con sus evaluaciones, guían el comportamiento de tales mercados financieros. En realidad, uno de los instrumentos más valiosos que tienen las instituciones financieras (tales como los bancos, las compañías de seguros y los fondos de alto riesgo) que intervienen en el supuesto mercado, son las agencias de evaluación de los productos financieros (en inglés Credit Rating Agencies) que, en teoría, valoran tales productos –como los bonos públicos de los Estados- y dicen a las instituciones financieras si vale la pena invertir en ellos o no. Cuando una de tales agencias valora negativamente los bonos públicos de un Estado, éste tiene que aumentar los intereses de tales bonos a fin de hacerlos más atractivos para las instituciones financieras. Es lo que se llama “recuperar la confianza de los mercados”.
En teoría, tales agencias podrían justificar su existencia si su trabajo fuera independiente, objetivo y creíble. Pero no es así, tal como lo demuestra la evidencia acumulada. Estas agencias son meros instrumentos de aquellas instituciones que, en gran parte, las financian. De ahí que siempre valoren muy positivamente los productos de las instituciones que les financian (sean bancos, compañías de seguro, u otros) mientras que valoran negativamente a ciertos productos si ello favorece los intereses de tales instituciones financiadoras. De nuevo, la evidencia de ello es abrumadora. Esto fue reconocido por el vicepresidente de una de ellas, la famosa Moody’s, que tras dejar la compañía, declaró a la Comisión Federal de EEUU encargada de analizar las causas de la crisis  financiera, que lo más importante para tal agencia no era la objetividad en sus estudios del valor de los productos financieros sino la satisfacción de sus clientes que financiaban tales estudios (citado en el artículo de John Ryan “Do we need Credit Rating Agencies?” en Social Europe Journal. 16.03.12). Más claro imposible.

sábado, 10 de marzo de 2012

¿Qué aflige a Europa?


Por Paul Krugman *





La mayor parte de lo que la gente sabe sobre la crisis europea no es cierto y las historias falsas están contaminando el discurso económico de EE UU



Las cosas están fatal en Lisboa, Portugal, donde el desempleo se ha disparado por encima del 13%. Las cosas están todavía peor en Grecia, Irlanda, y podría decirse que también en España, y Europa en su conjunto parece estar volviendo a caer en la recesión. ¿Por qué se ha convertido Europa en el enfermo de la economía mundial? Todo el mundo sabe la respuesta. Por desgracia, la mayor parte de lo que la gente sabe no es cierto, y las historias falsas sobre las tribulaciones de Europa están contaminando nuestro discurso económico.
Si leemos un artículo de opinión sobre Europa —o, con demasiada frecuencia, un reportaje de prensa que supuestamente se atiene a los hechos— lo más probable es que nos encontremos con una de dos historias, que yo distingo como versión republicana y versión alemana. Ninguna de las dos se corresponde con los hechos.
La versión republicana —es uno de los temas centrales de la campaña de Mitt Romney— es que Europa está en apuros porque se ha esforzado demasiado en ayudar a los pobres y a los desafortunados, que estamos observando los últimos estertores del Estado del bienestar. Por cierto, que esta historia es una de las eternas cantinelas del ala derecha. Allá por 1991, cuando Suecia atravesaba una crisis bancaria provocada por la liberalización (¿les suena?), el Instituto Cato publicó un jactancioso informe en el que afirmaba que esto demostraba el fracaso de todo el modelo del Estado del bienestar. ¿He mencionado ya que Suecia, un país que sigue teniendo un Estado del bienestar sumamente generoso, es en la actualidad uno de los países más productivos, con una economía que crece más rápidamente que la de cualquier otra nación rica?

sábado, 25 de febrero de 2012

Se confirma el fracaso de las políticas europeas


Alberto Garzón Espinosa y Juan Torres López


Los últimos datos que acaba de presentar la oficina de estadística europea (EUROSTAT) muestran que Europa entra de nuevo en recesión. Dejando ahora de lado el hecho de que medir la evolución de la actividad económica a través del PIB desvirtúa bastante el conocimiento de lo que de verdad ocurre en las economías, lo cierto es que, incluso utilizando este indicador, la economía europea y la de la zona euro muestran su mal estado al registrar una caída del 0,3% en su actividad. Solo Francia, Eslovaquia, Bulgaria, Hungría y Letonia se salvan de los registros negativos. Y algunas ya empiezan a estar técnicamente en recesión (dos trimestres con crecimiento negativo). Entre ellas Bélgica, Holanda, Italia, República Checa, Dinamarca y Eslovenia. Y, por supuesto, las de Grecia, Portugal y posiblemente Irlanda cuando se conozca el dato del último trimestre.

Se trata, pues, del primer paso hacia la recesión generalizada en Europa que casi con toda seguridad podemos decir que se está ya produciéndose en el trimestre en el que ahora nos encontramos y que seguramente afectará incluso a la "locomotora" europea, pues Alemania ya registró crecimiento negativo (-0,2%) en el último trimestre de 2011, lo que demuestra que las políticas que impone a los demás ni siquiera son buenas para su propia economía porque ésta vive de la demanda ajena (de lo que está "tirando" de su actividad en los últimos meses es su sector de la construcción).

lunes, 6 de febrero de 2012

La captura del BCE



Nada ilustra mejor las contracorrientes políticas, los intereses especiales y las miopes decisiones económicas que afectan a Europa hoy día que el debate sobre la reestructuración de la deuda pública griega. Alemania insiste en una profunda reestructuración –un «recorte» de al menos el 50% para los acreedores– mientras que el Banco Central Europeo insiste en que las reestructuraciones de deuda deben ser voluntarias.
En los viejos tiempos –piensen en la crisis de la deuda latinoamericana de 1980– uno reuniría a los acreedores –grandes bancos en su mayoría– en una sala pequeña y negociaría un acuerdo, con una dosis de engatusamientos, o incluso presiones por parte de los gobiernos y los reguladores, ansiosos por recuperar rápidamente la estabilidad. Pero, con la llegada de la titularización de la deuda, los acreedores son ahora mucho más numerosos, e incluyen a fondos de cobertura y otros inversores sobre quienes los reguladores y gobiernos tienen poca influencia.
Por otra parte, la «innovación» en los mercados financieros ha posibilitado que los poseedores de los activos se aseguren, lo que significa que pueden sentarse a la mesa pero no «arriesgan su pellejo». Tienen intereses: desean cobrar su seguro, y eso significa que la reestructuración debe ser un «evento crediticio»: equivalente a un default. La insistencia del BCE sobre una reestructuración «voluntaria» –esto es, evitar un evento crediticio– ha generado desacuerdos entre ambas partes. La ironía es que los reguladores han permitido la creación de este sistema disfuncional.