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sábado, 16 de febrero de 2013

Rubio y los zombis

 Por Paul Krugman
El Pais


El discurso sobre el estado de la Unión no ha sido, siento decirlo, muy interesante. Es cierto que el presidente ha dado muchas buenas ideas. Pero ya sabemos que casi ninguna de ellas saldrá adelante tras pasar por una Cámara de Representantes hostil.
Por otro lado, la respuesta del Partido Republicano, que ha expuesto el senador por Florida Marco Rubio, ha sido interesante y reveladora a la vez. Y lo digo en el peor de los sentidos. Porque Rubio es una estrella en ascenso, hasta el punto de que ha salido en la portada de la revista Time, que lo ha llamado “el salvador republicano”. Lo que supimos el martes, sin embargo, es que las ideas económicas zombis han devorado su cerebro.
En caso de que se lo estén preguntando, una idea zombi es una proposición que ha sido completamente refutada por los análisis y las pruebas, y debería estar muerta, pero no muere porque tiene un propósito político, apela a prejuicios, o ambas cosas. La idea zombi típica del discurso político estadounidense es la noción de que las bajadas de impuestos a los ricos se pagan por sí solas, pero hay muchas más. Y, como he dicho, en lo tocante a la economía, parece que la mente de Rubio está infestada por las ideas zombis.
Empecemos por la gran pregunta: ¿cómo nos metimos en el embrollo en que estamos?
La crisis financiera de 2008 y sus dolorosas consecuencias, que todavía estamos sufriendo, fueron un tremendo bofetón para los fundamentalistas del libre mercado. Hacia 2005, los sospechosos habituales —publicaciones conservadoras, analistas de fundaciones de derechas como el Instituto de Empresa Estadounidense y el Instituto Cato y demás— insistían en que los mercados financieros liberalizados lo estaban haciendo muy bien y desechaban las advertencias sobre una burbuja inmobiliaria por considerarlas lloriqueos liberales. Luego, la burbuja inexistente estalló y resultó que el sistema financiero era peligrosamente frágil; solo unos enormes rescates gubernamentales evitaron una catástrofe total. Sin embargo, en vez de aprender de esta experiencia, muchos en la derecha han optado por reescribir la historia. En aquel entonces pensaban que todo era maravilloso y su única queja era que el Gobierno se estaba interponiendo en el camino de la concesión de todavía más préstamos hipotecarios; ahora afirman que las políticas gubernamentales, dictadas de algún modo por los liberales aun cuando el Partido Republicano controlaba tanto el Congreso como la Casa Blanca, fomentaban el endeudamiento excesivo y fueron las causantes de todos los problemas.
 Cada elemento de esta historia revisionista ha sido refutado al detalle. No, el Gobierno no obligó a los bancos a prestar dinero a esas personas; no, Fannie Mae y Freddie Mac no causaron la burbuja inmobiliaria (concedieron relativamente pocos préstamos durante los años en los que más creció la burbuja); no, las entidades crediticias respaldadas por el Gobierno no fueron las responsables de que se disparasen las hipotecas de riesgo (los emisores privados de hipotecas concedieron la inmensa mayoría de los préstamos con más riesgo).

Pero el zombi sigue adelante arrastrando los pies, y esto es lo que decía Rubio el martes por la noche: “Esta idea [la de que nuestros problemas los causó un Gobierno demasiado reducido] es simplemente falsa. De hecho, una de las principales causas de nuestra reciente recesión económica fue una crisis inmobiliaria provocada por políticas gubernamentales irresponsables”. Sí, es el zombi en su momento álgido.
¿Y qué hay de la respuesta a la crisis? Hace cuatro años, los analistas económicos de derechas insistían en que el gasto deficitario destruiría empleo porque el endeudamiento del Gobierno desviaría unos fondos que, de otro modo, se habrían destinado a la inversión empresarial, y también insistían en que este endeudamiento dispararía los tipos de interés. Lo acertado, afirmaban, era equilibrar el presupuesto, aun cuando la economía estuviese deprimida.
Ahora bien, este argumento era evidentemente falaz desde el principio. Como personas como yo intentábamos señalar, la verdadera razón por la que nuestra economía estaba deprimida era que las empresas no estaban dispuestas a invertir tanto como los consumidores estaban intentando ahorrar. De modo que el endeudamiento gubernamental no haría subir, en la práctica, los tipos de interés (y tratar de equilibrar el presupuesto solo serviría para agravar la depresión).
Como era de prever, los tipos de interés, lejos de dispararse, están en mínimos históricos (y los países que recortaron drásticamente el gasto también han sufrido grandes pérdidas de puestos de trabajo). Rara vez se obtiene un resultado tan claro poniendo a prueba ideas económicas contrapuestas, y las ideas de la derecha han fracasado.
Pero el zombi sigue adelante arrastrando los pies. Y esto es lo que dice Rubio: “Cada dólar que nuestro Gobierno toma prestado es dinero que no se está invirtiendo en crear empleo. Y la incertidumbre generada por la deuda es uno de los motivos por los que muchas empresas no contratan personal”. Zombis, 2; realidad, 0.
Para ser justos con Rubio, lo que dice no es en absoluto diferente de lo que afirman todos en su partido. Pero, lógicamente, eso es lo que da tanto miedo.
Porque aquí nos tienen, todavía sumidos después de más de cinco años en la peor crisis económica que ha habido desde la Gran Depresión, y uno de nuestros dos grandes partidos políticos ha visto cómo su doctrina económica se estrellaba y ardía dos veces: la primera, durante el periodo previo a la crisis, y luego, otra vez en el posterior. Pero ese partido no ha aprendido nada; por lo visto, cree que todo irá bien si se limita a seguir repitiendo las viejas consignas, solo que más alto.
Es un panorama inquietante y que no augura nada bueno para el futuro de nuestro país.


 Paul Krugman es profesor de Economía de Princeton y premio Nobel de 2008.

martes, 15 de enero de 2013

Causas estructurales y respuestas alternativas a la crisis

 Por Juan Torres López
Web del Autor






Para poder dar respuestas eficaces a las crisis entiendo que es fundamental partir de un diagnóstico lo más acertado posible de sus causas, no solo de las más inmediatas sino de las estructurales, es decir, de las que tienen relación con los procesos socioeconómicos más profundos, con las variables enraizadas en lo más hondo de las relaciones económicas y que, precisamente por eso, suelen quedar más ocultas al análisis que se necesita para poner en marcha las soluciones políticas.
En mi opinión, y como he tratado de demostrar en otros trabajos[1], lo que viene siendo habitual en el tipo de análisis dominante sobre la crisis es que se pase por alto una serie de circunstancias que a mi juicio son precisamente las determinantes de lo que ha ocurrido y, por tanto, fundamentales para poder acertar con el tratamiento que realmente permita superar sus efectos más negativos para la inmensa mayoría de la población.
Por ello, me gustaría dedicar mi intervención a señalar diez aspectos que me parecen esenciales en relación con los problemas que viene sufriendo la economía española en el contexto de la crisis internacional en el que nos desenvolvemos.

sábado, 10 de marzo de 2012

¿Qué aflige a Europa?


Por Paul Krugman *





La mayor parte de lo que la gente sabe sobre la crisis europea no es cierto y las historias falsas están contaminando el discurso económico de EE UU



Las cosas están fatal en Lisboa, Portugal, donde el desempleo se ha disparado por encima del 13%. Las cosas están todavía peor en Grecia, Irlanda, y podría decirse que también en España, y Europa en su conjunto parece estar volviendo a caer en la recesión. ¿Por qué se ha convertido Europa en el enfermo de la economía mundial? Todo el mundo sabe la respuesta. Por desgracia, la mayor parte de lo que la gente sabe no es cierto, y las historias falsas sobre las tribulaciones de Europa están contaminando nuestro discurso económico.
Si leemos un artículo de opinión sobre Europa —o, con demasiada frecuencia, un reportaje de prensa que supuestamente se atiene a los hechos— lo más probable es que nos encontremos con una de dos historias, que yo distingo como versión republicana y versión alemana. Ninguna de las dos se corresponde con los hechos.
La versión republicana —es uno de los temas centrales de la campaña de Mitt Romney— es que Europa está en apuros porque se ha esforzado demasiado en ayudar a los pobres y a los desafortunados, que estamos observando los últimos estertores del Estado del bienestar. Por cierto, que esta historia es una de las eternas cantinelas del ala derecha. Allá por 1991, cuando Suecia atravesaba una crisis bancaria provocada por la liberalización (¿les suena?), el Instituto Cato publicó un jactancioso informe en el que afirmaba que esto demostraba el fracaso de todo el modelo del Estado del bienestar. ¿He mencionado ya que Suecia, un país que sigue teniendo un Estado del bienestar sumamente generoso, es en la actualidad uno de los países más productivos, con una economía que crece más rápidamente que la de cualquier otra nación rica?