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sábado, 20 de julio de 2013

Otra vez con el proceso de una figura emblemática del FMI y del BM

  




por Eric Toussaint
CADTM



A comienzos de julio de 2013, la fiscalía de la Confederación Helvética pidió una pena de dos años de prisión en suspenso y el pago de 162.000 euros de multa (200.000 francos suizos) |1| para Jacques de Groote, ex administrador del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial (BM). Para los cinco checos inculpados, |2| la fiscalía ha pedido cinco años de prisión y multas que van de los 242.000 euros a 1,2 millones de euros (1,5 millones de francos suizos). Según diferentes fuentes de prensa, todos han sido acusados de haber desviado los activos de la sociedad minera checa Mosteck Uhelna Spolecnost (MUS) entre 1997 y 2003.
En el transcurso de la instrucción de este proceso, la fiscalía había ordenado la confiscación de cerca de 660 millones de francos suizos (540 millones de euros o 705 millones de dólares) depositados en cuentas bancarias en Suiza. Esta suma continúa confiscada. El veredicto debería llegar en octubre de 2013. Si éste confirma lo requerido por la fiscalía, más de 425 millones de francos suizos (344 millones de euros) deberían ser restituidos a los damnificados, según las conclusiones de la fiscalía, o sea, 149 millones de francos suizos al Estado checo y 276 millones de francos suizos a la sociedad MUS. Siempre de acuerdo con la requisitoria, la parte de este dinero que no sea restituido ni al Estado checo ni a la empresa MUS debería quedar confiscado en forma definitiva.
El proceso que se abrió en marzo de 2013 en Bellinzona (cantón suizo del Tesino) concierne a uno de los más importantes asuntos de blanqueo de dinero jamás juzgados en Suiza. Los acusados se declaran no culpables y piden la restitución del dinero requisado.
Por su parte, la fiscalía afirma que los acusados se aprovecharon de la privatización de la mina MUS, situada en el norte del país —cuya hulla servía en aquel momento para la producción del 40 % de la electricidad checa—, para enriquecerse ilegalmente gracias a una compleja arquitectura de sociedades-pantalla internacionales.
Según la agencia de prensa checa, CTK, el gobierno checo fue cómplice de la desviación de bienes públicos, puesto que aceptó liquidar la empresa vendiendo sus acciones a una quinta parte de su valor real. |3|
El actual presidente de la República Checa, Miloš Zeman, neoliberal, era el primer ministro en el momento de la privatización y siempre afirmó que la venta de la mina MUS no había causado ningún perjuicio al Estado. |4| Por lo tanto, el Estado checo no enjuició a los responsables del fraude. Si la justicia suiza no hubiera tomado por su cuenta este asunto, los acusados no habrían tenido de qué preocuparse.

Más allá de la persona de Jacques de Groote

El Banco Mundial y el FMI lanzaron un vasto programa de privatización en la República Checa, como en la mayoría de los otros países del ex bloque soviético, en la época en que Jacques de Groote era director ejecutivo (su mandato terminó en 1991 en el BM y en 1994 en el FMI).
Más allá del individuo Jacques de Groote y cualesquiera que sean las intenciones de la justicia suiza, el proceso en curso debe ser la ocasión de poner en evidencia hasta qué punto la acción del FMI y del BM han sido perjudiciales (y lo continúan siendo). Manifiestamente, la justicia suiza se cuida muy bien de encausar a estas instituciones, y persigue solamente a las personas. Esto no debe impedirnos ver que detrás de las personas individuales existe un sistema y unas instituciones que les permiten actuar de esa manera o que los estimulan a hacerlo.
Es importante comprender que lo que pasó en la República Checa con la privatización de la mina MUS ocurrió muchísimas veces durante estas tres últimas décadas. Ya fuese en los países del ex bloque soviético, o en los llamados países en «desarrollo», y como actualmente en Grecia, Portugal, Chipre y en tantos otros lados. En casi todos los casos, los gobernantes locales han sido cómplices permitiendo a un puñado de personas y empresas privadas sacar provecho en detrimento del bien común. Pero esto también pasó en países industrializados, como Alemania, Francia, Reino Unido, Japón, Estados Unidos, Italia, Bélgica… países en los que, hasta ahora, la intervención del FMI y del Banco Mundial no había sido necesaria, ya que las decisiones fueron tomadas directamente por los gobernantes en estrecha relación con las grandes empresas.
Para que puedan llevarse a cabo desviaciones masivas de dinero público, es necesaria también la participación activa de los grandes bancos. En el caso que nos concierne, el Crédit Suisse (uno de los principales bancos suizos) está implicado, y sin embargo no está directamente sentado en el banquillo de los acusados. Una cuestión a señalar.

El caso particular de Jacques de Groote

Independientemente de la decisión final que tome la justicia suiza, está claro que Jacques de Groote participó activamente en la gestión de las privatizaciones que fueron nefastas para las poblaciones y muy lucrativas para un grupo de individuos que se enriquecieron a costa de la colectividad.
En el caso de Jacques de Groote, mientras seguía en funciones como director ejecutivo del FMI, si podemos creer al patrón de la sociedad CAASA, Alain Aboudharam, recibió una importante remuneración de parte de esta sociedad suiza por los servicios prestados a dicha empresa. Aunque no se trataba de la mina MUS, existía una relación con actividades en la República Checa.
En una carta con fecha del 19 de junio de 2013 dirigida al CADTM, Alain Aboudharam, propietario de la sociedad CASAA, con sede en Lausana, afirma que pagó a Jacques de Groote más de 1,2 millones de dólares durante el período 1992-1994, mientras continuaba siendo funcionario del FMI. |5|
He aquí un extracto de esa carta: «Por sus contactos mientras era administrador del FMI hasta 1994, me ayudó, a través de mi sociedad, a reunirme con dirigentes en la República Checa. Así fue que me encontré, en mayo de 1992, con el presidente de la sociedad Skodaexport, una sociedad especializada en el ámbito de los proyectos industriales e infraestructuras. Mi sociedad acordó diversos proyectos con esa empresa, de los que sólo dos fueron apoyados por el Sr. de Groote, en el nivel de sus relaciones en la República Checa. Uno de los proyectos era la construcción de un oleoducto en la India, que unía Kandla y Bathinda, financiado íntegramente por el gobierno indio, y el otro era sobre la renegociación de las deudas fiscales de Skodaexport con el ministerio de Finanzas. |6
Alain Aboudharam prosigue su carta precisando el monto de las sumas pagadas: «El trabajo de asesoramiento dado por el Sr. de Groote con respecto a mi sociedad, únicamente entre los años 1992 y 1994, le permitió percibir comisiones de cerca de 1.292.902 dólares. A fines de 1996 la suma total era de 1.611.537 dólares. En esta fecha nuestra colaboración profesional terminó y desde entonces no existió ninguna relación financiera entre nosotros.»
Alain Aboudharam indica cómo se habían efectuado los pagos: «Los honorarios del Sr. de Groote fueron pagados, en general, mediante el reembolso de deudas que había contraído en el pasado ante diferentes personas físicas o morales. De esta manera, desde fines de 1992 hasta el 31 de diciembre de 1994, pagué las comisiones debidas al Sr. de Groote saldando sus deudas, algunas provenían de 1980, con el Banco Belgolaise, el Banco Nagelmakers, el Banco de Crédito Hipotecario de Amberes, entre otros, con otras personas físicas.»
Alain Aboudharam agrega que después de cesar su colaboración de «tipo profesional» (para utilizar su vocabulario), prosiguió con unas relaciones de índole personal con el Sr. de Groote. «En 1998, a título personal y de manera informal, le presté dinero para que pudiese reembolsar la hipoteca que tenía su casa de Washington. Continué ayudándolo hasta fines del año 2000. La deuda que tenía conmigo, al 31 de diciembre de 2000, se elevaba a 421.584 dólares. Cuando le comuniqué mi deseo de ser reembolsado, eso significó una gestión muy laboriosa y, finalmente en 2002, al presentar mi caso ante la justicia estadounidense, el Sr. de Groote buscó refugio en el famoso capítulo 11 (ley sobre quiebras) con el fin de protegerse de sus acreedores.»
En el artículo titulado «Una figura emblemática del FMI y del Banco Mundial ante la justicia suiza» |7|, se hacía referencia a las sentencias dictadas por la justicia estadounidense en el proceso incoado por Aboudharam contra de Groote. En su carta; Aboudharam insiste en precisar las razones por las que la justicia estadounidense había desestimado su demanda. |8| «La razón por la que el Sr. de Groote ganó el proceso en Estados Unidos es puramente técnica. Los préstamos concedidos por mis servicios al Sr. de Groote eran a título personal. Los pagarés firmados en los que reconocía su deuda conmigo habían sido cursados a nombre de mi sociedad Conseil Alain Aboudaram. Yo los había cedido a mi sociedad en el momento del proceso. El juez estadounidense consideró que mi sociedad y yo mismo no éramos la misma entidad y por lo tanto denegó, no sobre el hecho que de Groote era mi deudor, porque eso fue confirmado por un jurado popular, sino sobre la imposibilidad técnica de comprobar esos pagarés para que la deuda fuera saldada.»
Finalmente. Alain Aboudharam insiste en separar el asunto judicial en curso en Suiza de las relaciones que mantuvo con Jacques de Groote: «No habiendo jamás desmentido, hasta este momento, los propósitos enunciados por el Sr. de Groote, por un sentido de confidencialidad y anonimato, me permito ahora, para evitar justamente que se amalgame ya sea lo que pasó entre 1992 y 1996 entre nosotros en el plano profesional, o ya sea el proceso que nos opuso entre 2002 y 2006 por un préstamo personal no reembolsado, con lo que está pasando hoy en Bellinzona, donde el Sr. de Groote está en el banquillo de los acusados , con otras cinco personas, acusado de blanqueo de dinero, gestión desleal y estafa, corrupción y blanqueo agravado.»

Jacques de Groote, una figura emblemática de la elite que gobierna el planeta

Más allá de las peripecias de su itinerario personal, Jacques de Groote simboliza los aspectos profundamente nefastos de las políticas aplicadas de manera metódica por el Banco Mundial, el FMI y la elite que gobierna al mundo, buscando sólo el máximo beneficio privado y la consolidación del sistema.
Resumiendo, sin ser exhaustivos: |9| De Groote participó en representación de Bélgica, que dominó el Congo «belga» hasta junio de 1960, en el sostén del BM y del FMI de la política expoliadora de las potencias coloniales hasta las independencias, y en flagrante contradicción con la carta de las Naciones Unidas, como por ejemplo, la desestabilización y derrocamiento de Patrice Lumumba (Bélgica estuvo implicada en el asesinato del ex primer ministro congoleño en enero de 1961); el respaldo a la dictadura de Mobutu desde los años sesenta hasta los años noventa, siendo de Groote consejero de Mobutu y de su gobierno; sostén del BM y del FMI al régimen del general Habyarimana en Ruanda desde los años ochenta hasta comienzo de los noventa, siendo de Groote consejero del gobierno ruandés. Recordemos que las dictaduras de Mobutu y de Habyarimana fueron culpables de violaciones sistemáticas de los derechos humanos y de crímenes contra la humanidad. La lista debe ser completada: aplicación sistemática de la agenda neoliberal con la generalización de políticas de ajuste estructural con el fin, principalmente, de reembolsar una deuda odiosa y/o ilegítima, y de abrir totalmente las economías de los países endeudados a los intereses de las grandes sociedades privadas internacionales—de Groote participó en ello como director ejecutivo en el BM entre 1975 y 1991, y en el FMI entre 1973 y 1994—; el vasto programa de privatizaciones dictado por el FMI y el Banco Mundial que benefició a un puñado de individuos y a algunas grandes empresas privadas, estando las privatizaciones con frecuencia ligadas a fraudes y a estafas, como denuncia la justicia suiza en el caso de la privatización de la mina MUS. Se suma al caso de Groote un manifiesto conflicto de intereses ya que, mientras todavía era director ejecutivo del FMI, percibió importantes sumas de dinero por sus ayudas aportadas al sector privado. Es necesario señalar que el FMI y el BM nunca decidieron alguna sanción, alguna medida para hacer frente a este conflicto de intereses, ni tampoco Bélgica, que de Groote representaba en esas instituciones.
En este asunto se mezcla de manera repugnante la codicia con la violación de los derechos humanos fundamentales. Las instituciones responsables permanecen hasta ahora intocables y sus dirigentes se creen beneficiarios de una escandalosa impunidad. ¡Llegó el momento para terminar con todo eso! Por lo tanto, es necesario conseguir que los funcionarios del FMI y del BM sean responsables ante la justicia por los actos efectuados durante el ejercicio de sus funciones y que las instituciones, como tales, rindan cuentas antes la justicia por las múltiples violaciones de los derechos humanos que realizaron y continúan realizando, tanto en el Norte como en el Sur.

lunes, 1 de julio de 2013

La crisis del capital, sus ciclos y el proceso mundial de acumulación

  




Por Manuel Sutherland 
ECOPORTAL



Quiebras, despidos masivos, fraudes y una recesión (en términos ortodoxos: estancamiento en el crecimiento del PIB por 2 o más trimestres seguidos) amenazan con soliviantar las bases del modo de producción capitalista a nivel mundial. Dicho fenómeno suele intitularse como “crisis sistémica del capital”, porque podría decirse que su carácter es omnímodo. Como la ideología que portan la mayoría de personas, es la ideología de la clase dominante (la capitalista), es lugar común escuchar las frases más desternillantes en relación a la crisis del capital y su imposible solución. En el top five de esos delirios, resaltan: la ideología de que la crisis es meramente financiera, que se pueden evitar los ciclos recesivos, que la acumulación de capital puede ser “nacional” o “independiente”, que hay “liberaciones económicas” nacionales y que la crisis NO afectará a las naciones cuyos gobiernos que administren el capital social, sean “progresistas”. Tamaños dislates son amargamente frecuentes y representan un duro escollo en la emancipación de la clase obrera, de la tiranía capitalista. Sin entender lo que se quiere transformar, es imposible hacerlo. Veamos.

 La acumulación mundial de capital: forma y fondo


La acumulación de capital es un proceso mundial por su contenido, pero nacional por su forma.
Juan Iñigo Carrera[1]
El proceso de acumulación capitalista toma la forma concreta nacional en su representación política: el Estado. Ése complejo institucional es el representante del capital social que trata de acumularse desde el ámbito que abarca el mercado nacional. Al plantear alianzas o acuerdos comerciales, el equipo diplomático sale a defender en exclusividad a sus representados (la burguesía local) frente a otros representantes de la burguesía extranjera. Así, al tratar de imponer lo que más le conviene a la burguesía local, el cuerpo negociante muestra la apariencia invertida de que dirige un proceso de acumulación nacional que sólo se enfrenta a otros como externalidades competitivas. Pero no es así. El proceso de acumulación de capital es en esencia mundial y está fundamentado en una serie de capitales que desarrollan una escala ampliada que les permite valorizarse a través del mundo sin distingo de nacionalidad.
La diferenciación en cuanto a la magnitud de acumulación por cada parte alícuota del capital, deviene del monto que puede valorizar en el mercado mundial. El monto, está íntimamente ligado a la escala de acumulación de dicho capital. Por ello, los capitales medios (de escala competitivamente adecuada para competir en el mercado mundial) están generalmente integrados por las burguesías de varios países y son los que debido a su envergadura económica, ejercen una capacidad mayor de influencia política en el planeta. Así, en la competencia internacional por la apropiación de plusvalía convertida en tasa de ganancia media, es donde se manifiesta abiertamente la unidad mundial en el proceso de acumulación capitalista.
La crisis del capital no se circunscribe a las finanzas (una parte), la crisis radica en latotalidad
Para los economistas de perspectivas estrechas, el “sistema” es natural y perfecto, pero la avaricia excesiva de unos cuantos lleva a la ruina a millones. Así, las crisis suelen justificarse por las malas decisiones, la falta de inversión, el capitalismo de “casino”-especulador y un vulgar etc. Sin excepción, insisten en negar las recurrencias cíclicas de las crisis y el funcionar caótico del capital.
Para el capital, que el mundo detente más de mil millones de personas en situación de hambre severa y que posea más de 4 mil millones de personas en la pobreza, es un asunto normal. No es considerado negativo ni crítico. Por lo tanto, la crisis que se les manifiesta como el estallido de las contradicciones inherentes del modo de producción capitalista, se les aparece como una caída en la inversión, bancarrotas y cesación de pagos en los créditos (default). Al respecto, Marx comentaba con cierto aire jovial, que la crisis era la explosión que hacía ver a la burguesía las contradicciones intrínsecas del capital:
“Donde más patente y más sensible se le revela al burgués práctico el movimiento lleno de contradicciones de la sociedad capitalista, es en las alternativas del ciclo periódico recorrido por la industria moderna y en su punto culminante: el de la crisis general”[2]
Al ver en sus manos sus billetes evaporarse, consultan la prensa y miran el desplomar de las bolsas de valores y dicen: es una crisis financiera. Atrapado en la nebulosa apariencia, el burgués no puede entender que las finanzas son apenas la piel del modo de producción capitalista, es decir, un espacio en el cual se recicla la plusvalía producida en el agro, los servicios y en la industria. Un ámbito donde se titularizan créditos, deudas y papeles, y se confecciona un pingüe edificio decapital ficticio.
Por tanto, esta área específica por donde rota el capital (el terreno financiero), no puede ser jamás el centro, ni el corazón esencial del funcionar capitalista. Creerlo, es ser víctima de la fetichización del dinero y suponer que el dinero puede producirse así mismo de la nada. Admitir este desvarío es dar por buena una insólita sinécdoque que erige a las finanzas (una parte) como la relación social general capitalista (el todo).
Hablamos de crisis sistémica ya que podemos considerar que la crisis general de sobreproducción capitalista, ocupa todas las áreas que componen el mosaico estructural (producción industrial, agropecuaria, servicios etc.) y la parte supraestructural (política, ética, cultura, etc.) del modo de producción capitalista, por ello, la crisis es sistémica y no financiera.
El aparente y “sorpresivo” irrumpir de la crisis sistémica del capital En voz de Marx, entendemos que el modo de producción capitalista se desarrolla en una serie de ciclos no isócronos. La vida de la industria se convierte en una serie de períodos de animación media, de prosperidad, de superproducción, de crisis y de estancamiento. De lo anterior podemos entrever que de la más amplia prosperidad capitalista, es decir, de la expansión de la producción y por ende de la ganancia; se desprende la crisis de sobreproducción general, que trae aparejada la agudización de la ristra de desgracias que comentamos en el párrafo anterior.
 Así las cosas, aunque parezca contraintuitivo, la crisis emana de un exceso de riqueza, de una superabundancia de capitales que se abalanzan a perseguir la tasa de ganancia media incrementada. Por tanto, podemos afirmar que esta crisis general de superproducción, dimana de un auge de la tasa ganancia, que puede ser explicado por el movimiento cíclico decenal del capital. Ésta ciclicidad determina el grado de utilización de las fuerzas productivas y el trabajo en la sociedad. Parafraseando a Fourier: la miseria emana de la más fabulosa riqueza(concentrada en muy pocas manos). En el momento de mayor auge (ojo, no quiere decir que en ese instante se superen las contradicciones del capital o la clase obrera alcance el “bienestar”) es la antesala a la más honda depresión. Ésta ciclicidad determina el grado de utilización de las fuerzas productivas y el trabajo en la sociedad. En palabras de Marx:

“(“) [es un] ciclo decenal de períodos de animación medía, producción a todo vapor, crisis y estancamiento, descansa en la constante formación, absorción más o menos intensa y reanimación del ejército industrial de reserva o superpoblación obrera.”
Con el trabajo del Profesor Juan Iñigo, podemos contribuir a dilucidar esta aparente contradicción:
“El presente avance de la crisis de superproducción general no se corresponde con la caída inmediata de la tasa de ganancia, sino con su aumento. No se trata que produzca poca plusvalía y, por lo tanto, poco capital, sino de que se produce demasiada riqueza social bajo la forma de capital”[3]
El auge económico mundial del período 2011-2012, aunque ligero, debe venir aparejado con una severa disminución en la producción para más tardar el año 2014 ó 2015, de acuerdo al comportamiento cíclico de la economía.
El proceso mundial de acumulación y la creencia de que la crisis es el ?norte? De las frecuentes tergiversaciones populistas, nos llega a los oídos, la tenebrosa idea de la”desconexión”, o el “desgaje” del proceso mundial de acumulación capitalista. La “desconexión” es un trabajo teórico que fue desarrollado primigeniamente por el marxista egipcio Samir Amín[4] y que está siendo utilizado por una caterva socialdemócrata que plantea una quimérica desvinculación ?nacional? al proceso mundial de acumulación capitalista. Pero el escape no estriba en construir el socialismo científico (como lo señala de algún modo Amín), sino en erigir, como expresa Wim Dierckxsens:
“(?) relaciones internacionales bajo principios de solidaridad, reciprocidad, complementariedad cooperación y sustentabilidad, es decir hacia un mayor equilibrio internacional ["] desconexióndel proceso de anexión económica a EEUU [?] recuperación de la soberanía nacional ["] Ya con varios países desconectados, la idea (“) comienza a tener factibilidad.[5]
¿Cuáles son esos países desconectados? ¿Cómo se desconectan económicamente países que son absolutamente interdependientes, es decir, cuya determinación central estriba en la mundialización de los procesos productivos y en un intercambio comercial incesante? ¿Será que existen países autárquicos que producen todo lo que consumen al interior de sus fronteras nacionales? Si Marx planteó que la revolución socialista puede estallar primeramente en un solo país, el socialismo como modo de producción tiene que erigirse necesariamente de forma mundial. Por ello, la tarea revolucionaria fundamental es construir ese sujeto histórico revolucionario (la clase obrera directamente internacional), y empezar a unificarla bajo un plan de producción internacionalmente consolidado. El planteamiento de la ?desconexión?, aparte de ser falaz, plantea una situación reaccionaria y retrograda para la construcción socialista. ¿América Latina no será tocada por la crisis del ?norte??
Es una triste fantasía creer que la crisis de sobreproducción capitalista, no afectará a América Latina, por el alto precio actual de sus mercancías primarias de exportación (soya, petróleo, gas etc.) o porque (como erróneamente argumenta Dierckxsens) se pueda ?desconectar? de la debacle capitalista, por la vía de acuerdos comerciales o tratados de cooperación. Creer que esto sucederá es conjeturar al mundo como un montón de economías autárquicas que se relacionan esporádicamente por la vía comercial. Es imaginar a las sociedades como componentes agregativos que se yuxtaponen (si mezclarse) en relaciones de intercambio. Dejarse llevar por esa apariencia, es clave en el error que estriba en la ilusoria protección latinoamericana a la crisis general de sobreproducción.
En los países cuyo proceso de acumulación capitalista sigue su curso más general (EEUU), en los países cuya dinámica económica gira principalmente alrededor de la renta del suelo (Venezuela, Argentina, Chile) y en los países cuya acumulación de capital estriba en la explotación de fuerza de trabajo (con bajos salarios) dedicada a la manufactura simple (Sudeste Asiático), la crisis de sobreproducción general, incidirá fuertemente, pero en escalas y profundidades diferentes. No hay milagrosas defensas ni salidas a este fenómeno inherente al propio funcionamiento del capital. No hay salvatajes (transferencias directas de dinero ?Estatal? a los quebrados bancos), ni expansiones del gasto público (keynesianos), ni contracciones del gasto público (ultraliberales) que puedan detener los masivos efectos destructivos de la crisis. Las manifestaciones más visibles de la crisis capitalista: caída abrupta de la tasa de ganancia, caída de la inversión, cierre de fábricas, despidos masivos, quiebras generalizadas; son sólo expresiones de destrucción de capital o derruir de fuerzas productivas. Esta eliminación de capital sobrante, es el ÚNICO mecanismo mediante el cual el modo de producción capitalista metaboliza a las empresas más ineficientes y a los capitalessuperabundantes que ya no pueden valorizarse, y que ralentizan con su obsolescencia el proceso de acumulación mundial de capital. Por ende, de forma cíclica las crisis se suceden y sucederán, dejando efectos más devastadores en la depauperada la clase obrera.
Las economías de América Latina cuya dinámica central dependa de la renta de la tierra, verán como los precios de sus mercancías de exportación se desploman y como la demanda internacional que genera sus divisas se derrumba. Ello traerá problemas para cubrir los gastos estatales corrientes, se paralizará el crecimiento económico y aumentarán los niveles de pobreza e indigencia, que deben venir aparejados de las corrientes medidas ultraliberalesque tomarán los gobiernos en esas circunstancias: maxi devaluación de la moneda (devaluación del 100%), aumento del IVA, aumento en las tarifas de los servicios públicos, despidos masivos en el sector estatal, disminución del gasto social y paralización de la construcción de infraestructura etc. En Venezuela las divisas las provee en 95% la industria petrolera, el 80% de ese petróleo es de bajo procesamiento. Con un incremento de 300% en sus importaciones totales en la última década, debe resentir con enorme e inusitada fuerza una eventual contracción de la demanda energética, que depende directamente de la producción industrial en el mundo y de la especulación financiera que con esa plusvalía se genera.
Lo mismo puede aplicarse a países cuya centralidad económica oscila a través del precio de commodities como el gas natural, la soja, el cobre etc. Dicha crisis amenaza con ser mucho más grave que la de 1929, 1974, 2001 y 2008, teniendo en cuenta que las dos últimas grandes crisis han sido apenas pausadas, a fuerza de enormes expansiones de la deuda global. Si el gran gendarme del mundo (EEUU), cuya economía es casi un quinto de la economía mundial, tiene una deuda global que alcanza el 400% de su PIB, posee más de 37 millones de desempleados y más de 44 millones de pobres, ¿Que quedará para las demás naciones capitalistas cuyos niveles de acumulación son notoriamente más débiles? El aumento en la belicidad de las naciones con mayor poderío militar y los probables estallidos sociales que esas crisis generarán, son un tópico importante que trabajaremos en próximos escritos.

Notas
[1] Iñigo Carrera, Juan, El capital: razón histórica, sujeto revolucionario y conciencia. -1ra- Edición, Edit. Imago Mundi, Argentina. (2008). Pág. 59.
[2] Marx, Carlos, El Capital, Tomo I, Edit. Fondo de Cultura Económica, 2da Ed. México, 1959. Potsfacio a la Segunda Edición. Pág. XXIV
[3] Juan Iñigo Carrera, El capital: razón histórica, sujeto revolucionario y conciencia. 1ra Edición, Edit. Imago Mundi, Ed. Argentina. 2008. Pág. 88.
[4] Amin, Samir, ?La desconexión. Hacia un sistema mundial policéntrico?, Editorial IEPALA, Madrid, 1998.
[5] Dierckxsens, Wim, El proceso de desconexión y transición del capitalismo mundial, Fecha de publicación 15/8/2006, Artículo disponible en http://www.lahaine.org/index.php?p=16519

miércoles, 19 de junio de 2013

Consumismo Versus Consumo

  



Por Zygmunt Bauman
ecoportal



Aparentemente, el consumo es un hecho banal, incluso trivial. Todos lo hacemos a diario, en ocasiones de manera celebratoria, cuando ofrecemos una fiesta, festejamos un acontecimiento relevante. Pero la mayor parte del tiempo consumimos de hecho, se diría que rutinariamente y sin demasiada planificación y sin pensarlo dos veces.
En realidad, si se lo reduce a su forma arquetípica en tanto ciclo metabólico de ingesta, digestión y excreción, el consumo es una condición permanente e inamovible de la vida y un aspecto inalienable de ésta, y no está atado ni a la época ni a la historia. Desde ese punto de vista, se trata de una función imprescindible para la supervivencia biológica que nosotros, los seres humanos, compartimos con el resto de los seres vivos, y sus raíces son tan antiguas como la vida misma. 
Se ha sugerido (y de esta sugerencia se habla en el resto de este capítulo) que miles de años después se produjo un punto de quiebre que merecería el nombre de “revolución consumista”, con el paso del consumo al “consumismo”, cuando el consumo, como señala Colin Campbell, se torna “particularmente importante por no decir central” en la mayoría de las personas, “el propósito mismo de su existencia”, un momento en que “nuestra capacidad de querer, de desear, y de anhelar, y en especial nuestra capacidad de experimentar esas
emociones repetidamente, es el fundamento de toda la economía” de las relaciones humanas.
Se puede decir que el “consumismo” es un tipo de acuerdo social que resulta de la reconversión de los deseos, ganas o anhelos humanos (si se quiere “neutrales” respecto del sistema) en la principal fuerza de impulso y de operaciones de la sociedad, una fuerza que coordina la reproducción sistémica, la integración social y la formación del individuo humano, así como también desempeña un papel preponderante en los procesos individuales y grupales de autoidentificación, y en la selección y consecución de políticas de vida individuales. El “consumismo” llega cuando el consumo desplaza al trabajo de ese rol axial que cumplía en la sociedad de productores.
Mary Douglas insiste: “mientras no sepamos por qué y para qué la gente necesita lujos [vale decir, bienes más allá de los indispensables para la supervivencia] no estaremos tratando los problemas de la desigualdad ni remotamente en serio”.
A diferencia del consumo, que es fundamentalmente un rasgo y una ocupación del individuo humano, el consumismo es un atributo de la sociedad. Para que una sociedad sea merecedora de ese atributo, la capacidad esencialmente individual de querer, desear y anhelar debe ser separada (“alienada”) de los individuos (como lo fue la capacidad de trabajo en la sociedad de productores) y debe ser reciclada/reificada como fuerza externa capaz de poner en movimiento a la “sociedad de consumidores” y mantener su rumbo en tanto forma específica de la comunidad humana, estableciendo al mismo tiempo los parámetros específicos de estrategias de vida específicas y así manipular de otra manera las probabilidades
de elecciones y conductas individuales.
Todo esto sigue sin decir mucho acerca del contenido de la “revolución consumista”. Debemos enfocar nuestra atención en eso que “queremos”, “deseamos” y “anhelamos”, y en cómo la esencia de nuestras ganas, nuestros deseos y aspiraciones va cambiando como consecuencia del pasaje hacia el consumismo.
Se suele pensar, aunque quizás incorrectamente, que aquello que los hombres y mujeres moldeados por una forma de vida consumista desean y anhelan con mayor intensidad es la apropiación, posesión y acumulación de objetos, cuyo valor radica en el confort o la estima que, según se espera, proporcionarán a sus dueños.
La apropiación y posesión de bienes que aseguren (o al menos prometan) confort y estima bien puede haber sido el principal motivo detrás de los deseos y las aspiraciones en la sociedad de productores, una sociedad abocada a la causa de la estabilidad de lo seguro y de la seguridad de lo estable, y que confiaba su reproducción a patrones de conducta individual diseñados a esos fines.

De hecho, la sociedad de productores, principal ejemplo societario de la fase “sólida” de la modernidad, estaba orientada fundamentalmente a la obtención de seguridad. La búsqueda de seguridad apostaba al anhelo intrínsecamente humano de un marco seguro y resistente al tiempo, un marco confiable, ordenado, regular y transparente y por lo tanto perdurable. Ese anhelo fue una excelente materia prima para la construcción de estrategias de vida y patrones de comportamiento indispensables en aquella era de “la cantidad es poder” y “lo grande es bello”.
 En esa época, un enorme volumen de posesiones sólidas, grandes, pesadas e inamovibles aseguraban un futuro promisorio y una inagotable fuente de confort, poder y estima personales.
Obviamente todo esto tenía sentido en la moderna sociedad sólida de los productores. Una sociedad, me permito repetir, que apostaba a la prudencia y la circunspección, a la durabilidad y a la seguridad, y sobre todo a la seguridad a largo plazo. Pero el deseo humano de seguridad y sus sueños de un “estado estable” definitivo no sirven a los fines de una sociedad de consumidores.
En el camino que conduce a la sociedad de consumidores, el deseo humano de estabilidad deja de ser una ventaja sistémica fundamental para convertirse en una falla potencialmente fatal para el propio sistema, causa de disrupción y mal funcionamiento. No podía ser de otra manera, ya que el consumismo, en franca oposición a anteriores formas de vida, no asocia tanto lafelicidad con la gratificación de los deseos (como dejan traslucir las “transcripción es oficiales”) sino como un aumento permanente del volumen y la intensidad de los deseos, lo que a su vez desencadena el reemplazo inmediato de los objetos pensados para satisfacerlos y de los que se espera satisfacción. Como lo expresa tan adecuadamente Don Slater, combina deseos insaciables con la urgencia de “buscar siempre satisfacerlos con productos”.
Las necesidades nuevas necesitan productos nuevos. Los productos nuevos necesitan nuevos deseos y necesidades. El advenimiento del consumismo anuncia una era de productos que vienen de fábrica con “obsolescencia incorporada”, una era marcada por el crecimiento exponencial de la industria de eliminación de desechos. 



Fuente: Zygmunt Bauman, Vida de consumo, Trad. de M. Rosenberg y J. Arrambide, FCE, México, 2007, pp.44-51. 

Zygmunt Bauman (nació el 19 de noviembre en Poznan, Polonia) actualmente es profesor emérito de la Universidad de Leeds y ha dictado cátedra de sociología en universidades
de países como Israel, Estados Unidos y Canadá. Es reconocido como “uno de los principales referentes en el debate sociopolítico contemporáneo y uno de los pensadores más audaces y provocadores”. De su más reciente producción bibliográfica, se cuentan: Vidas desperdiciadas. La modernidad y sus parias (2005), Vida líquida (2006) y Vida de consumo (2007). A esta última corresponden los fragmentos que aquí se reproducen.

martes, 19 de marzo de 2013

¿Quién es dueño del mundo?

 Por Noam Chomsky


David Barsamian: El nuevo imperialismo estadounidense parece ser sustancialmente diferente a la variedad más antigua en que Estados Unidos es una potencia economía en declive y por lo tanto está viendo menguar su poder e influencia políticos.


Noam Chomsky: Yo pienso que hablar sobre la declinación estadounidense debería tomarse con reservas.
Es en la Segunda Guerra Mundial cuando Estados Unidos realmente se convirtió en una potencia mundial. Había sido la economía más grande del mundo por mucho desde antes de la guerra, pero era una potencia regional en cierta forma. Controlaba al Hemisferio Occidental y había hecho algunas incursiones en el Pacífico. Pero los británicos eran la potencia mundial.
La Segunda Guerra Mundial cambió eso. Estados Unidos se convirtió en la potencial mundial dominante. Estados Unidos tenía la mitad de la riqueza del mundo. Las otras sociedades industriales estaban debilitadas o destruidas. Estados Unidos estaba en una posición de seguridad increíble. Controlaba el hemisferio, y tanto el Atlántico como el Pacífico, con una enorme fuerza militar.
Por supuesto, eso declinó. Europa y Japón se recuperaron, y tuvo lugar la descolonización. Para 1970, Estados Unidos había descendido, si se le quiere llamar así, a alrededor del 25 por ciento de la riqueza del mundo; aproximadamente como había sido, digamos, en los años 20. Seguía siendo la potencia mundial abrumadora, pero no como había sido en 1950. Desde 1970, está bastante estable, aunque por supuesto hubo cambios.
En la última década, por primera vez en 500 años, desde la conquista española y portuguesa, Latinoamérica ha empezado a hacer frente a algunos de sus problemas. Empezó a integrarse. Los países estaban muy separados unos de otros. Cada uno estaba orientado por separado hacia el Oeste, primero Europa y luego Estados Unidos.
Esa integración es importante. Significa que no es tan fácil tomar a los países uno por uno. Las naciones latinoamericanas pueden unificarse en defensa contra una fuerza exterior.
El otro acontecimiento, que es más importante y mucho más difícil, es que los países de Latinoamérica están empezando individualmente a enfrentar sus enormes problemas internos. Con sus recursos, Latinoamérica debe ser un continente rico, particularmente Sudamérica.
Latinoamérica tiene una enorme cantidad de riqueza, pero está muy altamente concentrada en una élite pequeña, regularmente europeizada y a menudo blanca, y existe al lado de una enorme pobreza y miseria. Hay algunos intentos de empezar a hacer frente a eso, lo cual es importante – otra forma de integración – y Latinoamérica de alguna manera se está apartando del control estadounidense.
Se habla mucho sobre el cambio del poder mundial: India y China van a convertirse en las nuevas grandes potencias, las potencias más ricas.
De nuevo, uno debería ser bastante reservado al respecto.
Por ejemplo, muchos observadores comentan sobre la deuda estadounidense y el hecho de que gran parte de ella está en manos de China. Hace unos años, en realidad, Japón tenía la mayor parte de la deuda estadounidense, ahora superada por China.
Además, todo el marco para la discusión de la declinación de Estados Unidos es engañoso. Se nos enseña a hablar sobre un mundo de estados concebidos como entidades unificadas y coherentes.
Si uno estudia la teoría de las relaciones internacionales, hay lo que se llama la escuela “realista”, que dice que hay un mundo de estados anárquico, y que los estados buscan su “interés nacional”. Eso es en gran parte mitología. Hay algunos intereses comunes, como la supervivencia. Pero, en su mayor parte, la gente dentro de una nación tiene intereses muy diferentes. Los intereses del director ejecutivo de General Electric y del conserje que limpia sus pisos no son los mismos.
Parte del sistema doctrinal en Estados Unidos es la pretensión de que todos somos una familia feliz, que no hay divisiones de clases, y que todos estamos trabajando juntos en armonía. Pero eso es radicalmente falso.
En el siglo XVIII, Adam Smith dijo que la gente que posee la sociedad hace las políticas: los “mercaderes y manufactureros”. El poder de hoy está en las manos de las instituciones financieras y las multinacionales.
Estas instituciones tienen un interés en el desarrollo chino. Así que si usted es, digamos, el director ejecutivo de Walmart o Dell o Hewlett-Packard, se siente perfectamente contento de tener una mano de obra muy barata en China trabajando bajo condiciones horribles y con pocas restricciones ambientales. En tanto China tenga lo que se llama crecimiento económico, está bien.
En realidad, el crecimiento económico de China es un poco un mito. China es en gran medida una planta de ensamblaje. China es un exportador importante, pero aun cuando el déficit comercial estadounidense con China ha aumentado, el déficit comercial con Japón, Taiwán y Corea ha descendido. La razón es que se está desarrollando un sistema de producción regional.
Los países más avanzados de la región – Japón, Singapur, Corea del Sur y Taiwán – envían tecnología avanzada, partes y componentes a China, la cual usa su fuerza laboral barata para ensamblar productos y enviarlos fuera del país.
Y las corporaciones estadounidenses hacen lo mismo: Envían partes y componentes a China, donde la gente los ensambla y exporta los productos finales. A esto se le llama exportaciones chinas, pero son exportaciones regionales en muchos casos y, en otros, es realmente un caso en que Estados Unidos se está exportando a sí mismo.
Una vez que rompemos el marco de los estados nacionales como entidades unificadas sin divisiones internas dentro de las mismas, podemos ver que hay un cambio del poder mundial, pero es de la fuerza laboral mundial a los dueños del mundo: el capital transnacional, las instituciones financieras mundiales.

 (El nuevo libro de Noam Chomsky es "Power Systems: Conversations on Global Democratic Uprisings and the New Challenges to U.S. Empire. Conversations with David Barsamian". Chomsky es profesor emérito de lingüística y filosofía en el Instituto Tecnológico de Massachusetts en Cambridge, Massachusetts.)

domingo, 24 de febrero de 2013

La política, mercancía ficticia

  


Por Tonino Perna


Karl Polanyi explicaba en su conocido ensayo La gran transformación el advenimiento del mercado como fruto de una transformación en mercancía de tres factores: el trabajo, la tierra y la moneda. Ninguno de los tres, decía Polanyi, es producto del hombre: «el trabajo no es más que otro nombre para una actividad que acompaña a la vida misma y que a su vez no se produce para vender (...) la tierra no es más que otro nombre para la naturaleza, que no es producto del hombre, la moneda por último es solamente un símbolo del poder adquisitivo». Por esto hablaba Polanyi de mercancías ficticias, que es tanto como decir de una simulación que ha convertido en mercancía lo que no lo es, con consecuencias desastrosas para la sociedad y para los ecosistemas.

Si hubiese vivido hasta nuestros días, creo que Polanyi habría añadido «la política» como mercancía ficticia, en la medida en que el proceso de mercantilización la ha alcanzado y englobado plenamente. En Italia, este fenómeno está más claro que en otros países en tanto en cuanto el proceso de disgregación/descomposición de los partidos se encuentra en un estado más avanzado. Por otra parte, pocos lo saben, pero hemos sido un país «laboratorio político», en el que se han logrado grandes aportaciones políticas, de Maquiavelo a Gramsci, todavía estudiados en tantas universidades extranjeras.

Pero es sobre todo en el siglo XX cuando Italia aparece como vanguardia/laboratorio político, para bien y para mal. En Italia se ha «inventado» el fascismo, una forma moderna de dictadura que conjuga el nacionalismo con instancias sociales y que ha  retomado el nazifascismo de Hitler (que en una conocida carta le reconocía a Mussolini haberlo inspirado), y con algunas variantes, Perón en Argentina, Franco en España y  Salazar en Portugal. En los años 90 ha llegado el berlusconismo, una forma política nueva que nace en concomitancia con el exceso de poder asumido por los medios de comunicación, sobre todo la televisión. También esta forma política ha sido imitada por diversos países, de Perú a Indonesia, donde, a través del control de los principales medios, han llegado al gobierno los principales líderes.  

En fin, en los últimos años ha nacido el grillismo, un movimiento político que utiliza por primera vez Internet/la Red de forma «substancial» para dar a todos la impresión de que cuentan y participan directamente en lo que se escoge políticamente, con un destacado componente moralizador y una fuerte exigencia de «democracia directa». Este fenómeno parece responder mejor que ningún otro a la crisis vertical de los partidos, pero responde todavía mejor – como ha resaltado Giuliano Santoro en su  ensayo Un Grillo qualunque – a la evolución de la sociedad del espectáculo, de la que hablaba ya Guy Debord en los años 70. El grillismo, también denominado Movimiento 5 Estrellas, que muchos consideraban efímero, se está revelando algo mucho más arraigado y convincente en la era del «mercado electoral», gracias también a la innovación eficazmente introducida por Grillo: al instrumento postmoderno de las redes sociales le ha asociado un instrumento antiguo como son los mítines en las plazas. Hallazgo genial, como el que tuvo la FIAT cuando lanzó el nuevo 500, una mezcla de pasado «en la forma» y futuro «en la tecnología», o la de las galletas del Mulino Bianco que te dan una idea de naturaleza del producto junto a la eficiencia de una fábrica moderna.

Este es el dato absolutamente inédito de la política en todos los países de capitalismo maduro, dicho de otro modo, donde el proceso de mercantilización ha englobado todo lo existente, de las relaciones sociales a los afectos, nuestra relación con la naturaleza. Ya no hay «Política», entendida como lucha entre diversas visiones del mundo, entre diferentes valores e ideologías, pero está el mercado electoral, que es un segmento dentro del más vasto y omniabarcador «mercado mundial». En el «mercado electoral» cuenta la novedad de la oferta – no por casualidad se proclaman todos a favor de lo «Nuevo» - la fuerza de la marca que se identifica con el jefe, la capacidad de suscitar emociones en los consumidores/electores a través de lemas eficaces.  

Las estrategias puestas en práctica por las fuerzas/empresas políticas son idénticas a las que se usan para el lanzamiento de un nuevo producto o para fidelizar a los consumidores respecto a un producto ya presente en el mercado. Los sondeos, que de forma obsesiva están acompañando esta campaña electoral, demuestran cómo las preferencias de los electores/consumidores siguen la tendencia de la exposición mediática del líder de turno, su capacidad de suscitar imágenes cautivadoras, de conquistar la simpatía de sus oyentes. No importa si, por ejemplo, el Cavaliere [Berlusconi] las mete bien gordas  - como los cuatro millones de puestos de trabajo – o si no, que Grillo prometa un salario de ciudadanía con el ahorro de los costes de la representación política, y toma el ejemplo de Sicilia, donde los doce consejeros regionales del M5S han renunciado a cerca de 10.000 euros de sus emolumentos para alimentar u fondo de microcréditos (¡¿qué pasa con el «salario de ciudadanía» para millones de parados/no ocupados?!). También se hace publicidad de un nuevo perfume que te hace imaginar que puedes conquistar a una mujer/hombre guapísima/o, o bien un nuevo automóvil con el que puedes cruzar el Polo Norte.

No es por tanto casual que en nuestro país, que sigue siendo vanguardia/laboratorio político, los cómicos hagan política (y no sólo Grillo), y los políticos hagan de cómicos  (y no sólo el Cavaliere). Es verdad que no todos tienen el mismo talento. El pobre Fini, con sus razonamientos bien articulados en buen italiano, está completamente fuera del mercado, parece un político de otro siglo. El profesor Monti, en cambio, se ha vuelto patético desde que intenta hacerse el simpático, va a la televisión a programas de variedades, intentando salirse del papel de estadista, gris y riguroso, que se le había otorgado. También él ha fundado un «partido personal», como han hecho en los últimos veinte años, por este orden, Berlusconi, Di Pietro, Casini, Fini, Vendola, y por último Oscar Giannino [Candidato de Hacer para detener el declive, movimiento de centro-derecha]. En este plano, el último partido junto a la Liga Norte, que sigue estando en el campo político, es el PD, y seguramente tiene razón Bersani al decir que los  «partidos personales» son el cáncer de la democracia. Solo que confunde los efectos con la causa que, como hemos recordado, está ligada al proceso de mercantilización global que ha reducido la política a mercancía, y las elecciones políticas a un mercado como los demás.

Cierto es que no podemos pensar que se pueda volver al siglo pasado, antes de los años 90, cuando la gente votaba «por la cruz» [símbolo de la Democracia Cristiana], por «la hoz y el martillo» [del PCI] o por la «llama tricolor» [del MSI neofascista], y no sólo por la cara y la simpatía que se ganaba el líder de turno. Quizás haría falta otorgar más valor a las autonomías municipales, uno de los pocos espacios que han resistido esta deriva mercantilista de la política, uno de los pocos lugares donde todavía cuentan las pasiones y programas, capacidad de compromiso y movilización social, y no sólo la invención de una nueva marca. Seguramente, más allá de la abolición del Porcellum [literalmente “cerdada”, como denominó el politólogo Giovanni Sartori a la Ley Calderoli de 2005, disposición electoral berlusconiana] la peor ley electoral de Europa, hay que repensar cómo podrá regresar a escena la Política y cómo podrán tener más sentido las elecciones que vender un nuevo automóvil, ordenador o “tablet”.



Tonino Perna es periodista del diario italiano Il Manifesto.

lunes, 16 de julio de 2012

Este fraude financiero global y sus guardianes

Por Naomi Wolf *




El otoño pasado argumenté que la reacción violenta contra el movimiento Ocupa y otras manifestaciones de protesta en todo el mundo tenía que ver con el temor del 1% a que la gente común sacara a la luz el fraude masivo si llegara a ver los libros. Entonces no tenía evidencia de esa motivación aparte del hecho de que la reforma del sistema financiero y un aumento de la transparencia estaban en los primeros puestos de la lista de las exigencias de los manifestantes.
Pero esta semana aparece un repugnante tesoro de nuevos datos que demuestra con creces esa hipótesis y confirma el cuadro. La noción de que todo el sistema financiero global está plagado de fraude sistémico –y que los protagonistas cruciales en los papeles de guardianes, tanto en las finanzas como en el gobierno, incluidos los organismos reguladores, lo saben y prefieren mantener en silencio esa realidad– hasta hace poco habría parecido una loca hipótesis de adeptos a las teorías de la conspiración, pero los titulares de esta semana nos llevan a una conclusión, por desgracia, inevitable.