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sábado, 15 de junio de 2013

El gran desdén

 

 

 

Por Paul Krugman

EL PAIS

 

 

 

Los responsables políticos, en EE UU como en Europa, parecen ser presa de la sensación de que ni se puede ni se debe hacer nada.

 

 

Llevo ya algún tiempo en esto de la economía. De hecho, llevo tanto tiempo en ello que todavía me acuerdo de lo que la gente consideraba normal en aquellos lejanos días de antes de la crisis financiera. Normal, por aquel entonces, era una economía que creaba un millón o más de puestos de trabajo cada año, lo suficiente para seguir el ritmo del crecimiento de la población en edad de trabajar. Normal era una tasa de paro no muy por encima del 5%, salvo en breves periodos de recesión. Y aunque siempre había algo de paro, lo normal era que los parados de larga duración fuesen muy pocos.
Y en aquel tiempo lejano, ¿cómo habríamos reaccionado a las noticias del pasado viernes de que el número de estadounidenses con trabajo sigue estando dos millones por debajo de la cifra de hace seis años, de que el 7,6% de la mano de obra está en paro (y muchas personas, en una situación de infraempleo u obligadas a aceptar trabajos mal pagados) y de que hay más de cuatro millones de parados que llevan más de seis meses sin trabajar? Bueno, sabemos cómo han reaccionado la mayoría de los entendidos: han dicho que este informe sobre el empleo es bastante bueno. De hecho, algunos hasta lo están aplaudiendo por considerarlo una “prueba” de que el secuestro presupuestario no está causando ningún perjuicio.
En otras palabras, el discurso político sigue estando muy alejado del lugar donde debería estar.
 Durante más de tres años, algunos hemos luchado contra la perniciosa obsesión de la élite política con los déficits presupuestarios, una obsesión que ha llevado a los Gobiernos a recortar la inversión cuando deberían estar incrementándola, y a destruir empleo cuando la creación de empleo debería haber sido su prioridad. Esa batalla parece ganada en gran medida (de hecho, no creo haber visto nunca nada comparable al repentino naufragio intelectual de la economía de la austeridad como doctrina política).

sábado, 22 de diciembre de 2012

El juego de los impuestos

 Por Paul Krugman
EL PAIS


Hace unos cuantos años, se puso muy de moda el póquer televisado (programas en los que se pueden ver las apuestas y faroles de los jugadores de cartas expertos). Sin embargo, los espectadores parecen haber perdido interés desde entonces. Pero tengo una propuesta: en lugar de mostrar a expertos del póquer, ¿por qué no hacer un programa en el que aparezcan incompetentes del póquer? (personas que se echan atrás cuando tienen una buena mano o que no saben cómo dejarlo cuando van ganando).
Aunque bien pensado, ese programa ya existe. Se llama negociación presupuestaria y va ahora por su segundo episodio.