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lunes, 1 de noviembre de 2010

"Al paso que vamos la próxima crisis financiera será aún peor"



Nouriel Roubini, el economista que predijo el huracán financiero, augura una recuperación mundial lenta, el estancamiento del paro en España y... el regreso de otra gran crisis financiera.
Los economistas, y probablemente los periodistas económicos, han hecho algo parecido al ridículo en esta crisis. Casi nadie la vio venir. Casi nadie supo explicar lo sucedido. Aun hoy casi nadie sabe qué diantre va a ocurrir. Y no solo eso: la mayor parte de los avances de esa ciencia lúgubre que es la economía en los últimos 30 años son, según el Nobel Paul Krugman, "espectacularmente inútiles en el mejor de los casos, absolutamente dañinos en el peor". Nouriel Roubini es uno de los pocos que fueron capaces de anticipar esta crisis (y otras muchas que nunca llegaron a materializarse, por cierto). Polémico, poco querido en Wall Street, visionario y tremendamente pesimista -apodado Doctor Catástrofe con toda justicia-, durante años sus colegas le tildaron de loco, de agorero recalcitrante, de profeta con ínfulas. Pero acertó. Pronosticó la secuencia exacta de las mutaciones de la crisis desde el inicio. Y siguió pesimista en 2009, cuando los brotes verdes, cuando la recuperación de los mercados provocó que otros oráculos se pasaran al bando de los optimistas y perdieran sus credenciales. "No soy un pesimista: me considero un realista", asegura en una entrevista peculiar, realizada a caballo entre Washington y Nueva York. Más vale que se equivoque: "Aún no hemos salido de esta y ya viene otra crisis: la cuestión es solo cuándo".
Roubini (Estambul, 52 años) es algo parecido a una estrella de la farándula. Firma docenas de autógrafos, estuvo en la última edición del festival de Cannes por su participación en dos películas, es vecino de la actriz Scarlett Johanson en su loft de TriBeCa (Nueva York), colecciona arte, proyecta películas independientes para sus amigos y da multitudinarias fiestas que le han granjeado una merecida fama de crápula. Y trabaja a destajo: puede que nunca gane el Nobel, pero ha superado ya a Krugman en el star system de la academia por sus menciones en la prensa internacional. Cotiza al alza: viaja constantemente, se reúne con políticos, financieros y banqueros centrales de todo el mundo, es el oráculo de moda y acaba de publicar un libro excelente, Cómo salimos de ésta (Destino), en el que ajusta cuentas con los cegatos y disecciona la crisis y lo que está por venir. ¿Adivinan? Bingo: más problemas.
"Vienen años de bajo crecimiento económico por muy bien que salgan las excepcionales y en ocasiones insólitas medidas de política fiscal y monetaria que se han puesto en marcha. Vienen años dolorosos por la resaca del alto endeudamiento público y privado en el mundo rico. La buena noticia es que podemos evitar una recaída en la recesión. La mala es que no se puede hacer mucho más que eso", asegura a modo de diagnóstico general.
Roubini atendió hace un par de semanas a este periódico en un pasillo de la sede del Fondo Monetario Internacional, en Washington, durante apenas unos minutos. Venía de Tokio y Seúl, y tenía mucha prisa: se marchaba a Kiev y a su Estambul natal esa misma tarde. La charla se reanudó la semana siguiente, por teléfono, desde su despacho en su consultora RGE, en Nueva York. Puede que los viajes cambien el estado de ánimo de algunas gentes, pero el tono de Roubini es parecido esté donde esté: "Las crisis son animales de costumbres. Se parecen a los huracanes: actúan de manera relativamente previsible, pero pueden cambiar de dirección, amainar e incluso resurgir sin avisar. Esta fue primero una crisis financiera muy modesta, después mutó en crisis económica, más tarde fue crisis fiscal y ahora es crisis de divisas. Y esto no ha terminado: estamos justo antes de la siguiente etapa, ahora viene cuando en muchos de los países más castigados la deuda privada se convierte en deuda pública y resurgen los problemas fiscales", advierte.
¿Cómo se detiene un huracán? Roubini da una receta general: más regulación. "La banca es la semilla del problema, el ojo del huracán, y todo lo que se haga por darle una vuelta de tuerca a la regulación llegará ya demasiado tarde y será demasiado poco; y aun así hay que reconstruir los diques financieros para hacer frente a futuras crisis. Al paso que vamos la siguiente crisis financiera será aún peor que esta".
Roubini es un tipo singular, tal vez como su peripecia personal. Hijo de judíos iraníes, pasa sus primeros años en Irán y vive después en Israel (recientemente, por cierto, ha vaticinado que un eventual ataque nuclear de Israel a Irán podría complicar las cosas). Cursa sus estudios universitarios en Italia y se doctora en Harvard. Ha enseñado en Yale y sigue haciéndolo en la Universidad de Nueva York. Habla inglés, italiano, hebreo y farsi. Ha sido asesor del FMI, de la Reserva Federal y del Tesoro estadounidense con Bill Clinton como presidente. Ahora preside su propia consultora, con 80 empleados y 1.000 clientes institucionales. Pasa dos terceras partes de su tiempo en la carretera -se define como "nómada global": los tópicos no perdonan ni siquiera a los gurús- y, en términos económicos, no es ni keynesiano ni un neoliberal de la Escuela de Chicago: "Soy pragmático, ecléctico, centrista".
El Doctor Catástrofe -un supervillano de cómic creado en los años sesenta- se transformó en Roubini en 2004, cuando el economista empezó a hablar de un aterrizaje brusco de la economía norteamericana. En esa época pronosticó también una debacle del dólar -causada por los desequilibrios globales- que no se ha producido. Pero lo que le cambió la vida fue un seminario en el FMI en otoño de 2006: allí contó que venía un descalabro financiero, el pinchazo de la burbuja inmobiliaria en el Atlántico Norte y, en última instancia, una depresión profunda. Unos meses después, en el Foro de Davos, hizo lo mismo. Nadie le creyó. Otros muchos también acertaron: "Robert Shiller o Kenneth Rogoff, por ejemplo, pronosticaron algo parecido en varios trabajos. La diferencia es que la prensa amplificó el acierto de Roubini. Creo que se trata de un economista serio con un buen olfato", asegura el profesor Guillermo Calvo desde Nueva York. Pero esa opinión es casi una excepción.
La mayoría de los expertos consultados para este reportaje critica el trabajo de Roubini, la mayoría de ellos con la condición del anonimato. "Exagera a menudo, al menos en público", asegura Daniel Gros, del CEPS. "Puede acertar en algunos diagnósticos, pero falla con facilidad y sus recetas son una locura", añade José Carlos Díez, de Intermoney, que recuerda que en su última visita a España llegó a pedir que se cerraran los mercados ante la sobredosis de incertidumbre que se venía encima, en octubre de 2008, justo después de la quiebra de Lehman Brothers.
Y sin embargo, se le escucha. Un alto funcionario del FMI contaba hace unos días que en primavera de 2007, cuando nadie veía problemas, el director de Asuntos Monetarios del FMI, Jaime Caruana, citaba ya a Roubini y aseguraba que el gurú ya le había puesto cifras al agujero de la banca: un billón de dólares, poco más o menos la misma estimación que hizo inicialmente el FMI pero con varios meses de retraso. "Desde hace mucho tiempo, en economía a las trampas se les llama modelos. Roubini cree que la economía está demasiado dominada por las matemáticas. Él bebe de campos muy diferentes, con un enfoque más amplio: viaja, escucha distintos puntos de vista de primera mano, intenta ver las cosas desde distintos ángulos, y además usa esos modelos, con los que está familiarizado desde hace más de veinte años. Esa es la clave de sus aciertos", asegura el coautor del citado Cómo salimos de ésta, el historiador económico Stephen Mihm, en una conversación telefónica.
El caso es que Roubini sigue viendo el horizonte sombrío. La crisis va por barrios: "Estados Unidos está algo mejor que Europa; y la periferia de Europa peor que el centro. Y aún dentro de Europa, Grecia y algunos países del Este están peor que Irlanda y Portugal, y esos dos países tienen más problemas que España", dispara.
Sus prescripciones son distintas en unos y otros casos. "Estados Unidos tiene margen para un segundo estímulo como el que propone Obama. Y su banco central está haciendo los deberes. Pero a la larga no podrá mantener su déficit fiscal: los riesgos se acumulan, y las presiones sobre el dólar dejan una especie de equilibrio del terror financiero. Estados Unidos devalúa su moneda con la política monetaria [la expansión cuantitativa: la máquina de imprimir dinero que supone la compra de deuda] y los países emergentes, empezando por China, siguen comprando bonos estadounidenses e impiden así que el dólar baje más. Hay un riesgo de crisis del dólar, como ya he afirmado en otras ocasiones, que provocaría serios problemas en todo el mundo. Pero no veo que eso vaya a ocurrir a corto plazo".
Para Estados Unidos, Roubini ve riesgos: de recaída si no se estimula la economía, de crisis del dólar -a la larga- si no se solucionan sus abultados déficits. Para Europa, ve más dificultades. Una década perdida a la japonesa o incluso algo peor: una espiral parecida a la que sufrió Argentina en 2001. "A pesar del plan de rescate anunciado, a pesar de las ayudas a Grecia y a pesar de las pruebas de esfuerzo a la banca, la deuda de los países periféricos sigue presentando problemas. Y el crecimiento en Europa, especialmente en los PIGS [acrónimo de Portugal, Italia, Grecia y España], va a ser muy bajo e incluso negativo. El panorama asusta", dice. "Con esas deudas tan altas y con los planes de austeridad, la deflación es un riesgo serio. Y en esa tesitura, países como Grecia van a tener que reestructurar su deuda, y eso generará una nueva crisis fiscal: ya no es una cuestión de si va a ocurrir, sino solo de cuándo".
Llegan las bofetadas. Roubini considera que tanto el Banco Central Europeo como Alemania están usando políticas equivocadas, por decirlo de forma suave. "La tozudez del BCE, que se empeña en ver fantasmas de inflación, es un desastre para Europa y en particular para los países periféricos. El euro se ha ido por las nubes por la negativa del BCE a dar pasos en la compra de bonos parecidos a los de la Reserva Federal. Como siga en esa línea y el euro llegue a 1,60 por dólar habrá desaparecido cualquier posibilidad de recuperación, y probablemente veamos que junto a Grecia algún otro país tenga que pedir rescate. Irlanda y Portugal son los peor situados. España ha conseguido desmarcarse y está algo mejor, aunque está metida en otros líos".
Roubini nunca ha sido optimista con España. Al inicio de la crisis fiscal griega fue muy duro: "Si cae Grecia es un problema para la UE; si cae España es el desastre". Ahora rebaja la dosis: "España está mucho mejor que Grecia, y mejor que Irlanda o Portugal. Pero tiene una deuda privada enorme, un paro muy elevado que no va a bajar a medio plazo y un pinchazo inmobiliario en el que los precios aún tienen que caer más. Las pruebas de esfuerzo de la banca fueron muy positivas y la competitividad está mejorando, pero créame si le digo que los ajustes han sido duros pero probablemente tengan que ser aún más severos. Sobre todo si Alemania -con esa manía de la austeridad fiscal- y el BCE -incapaz de ser menos rígido- persisten en sus graves errores".
En fin, Roubini en estado puro: "El principal riesgo es la recaída en la recesión o un largo estancamiento, combinado con la deflación: con niveles de endeudamiento público y privado tan altos, eso supondrá suspensiones de pagos en familias, empresas, bancos y, finalmente, Gobiernos".
Hay quien dice que Roubini es como un reloj parado: con todo lo que dispara, acierta dos veces al día. Antonio Torrero, catedrático de la Universidad de Alcalá, asegura que al menos "tiene la valentía de ir a contracorriente" y apunta con tino que "además, da la impresión de venderse estupendamente". Rogoff, que durante años fue uno de sus valedores en la academia, ha explicado que "si uno está sentado junto a miembros del BCE y alguien pregunta qué es lo peor que puede ocurrir, lo primero que se oye es: veamos qué dice Roubini". Últimamente su fama le ha llevado al cine: aparece en Wall Street II y la aún no estrenada en España Inside Job.
Roubini, cómo no, tiene también un análisis sobre esa querencia del cine por la economía, por esa versión del capitalismo mágico de los tres últimos años, irreproducibles en un guión creíble. "No hay forma de hacer una buena película sobre el capitalismo. La realidad es más dramática, impredecible y sorprendente que cualquier película", concluye el oráculo, que esta semana viajó hacia Argentina para dar una de sus conferencias apenas unas horas antes de la muerte de Kirchner.

FUENTE : EL PAIS

domingo, 15 de marzo de 2009

"Obama es demasiado prudente"

Máximo exponente de los neokeynesianos, Krugman cree que el nuevo Gobierno de EE UU rema en la buena dirección pero está siendo más que cauto. El fin de la crisis no aparece en sus pronósticos como algo cercano.

Pese a la generosa dotación del premio Nobel, Paul Krugman (Nueva York, 1953) no abandona su aspecto de profesor universitario, enfundado en un traje con deportivas negras y una mochila al hombro. Ha venido a Sevilla invitado por la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Hace acto de presencia en el minuto exacto de la cita, tímido y abrumado por los elogios. Todo eso desaparece en cuanto se enreda en temas económicos.



Pregunta. ¿Cuándo se dio cuenta de que habíamos vuelto a la economía de la depresión, como usted la denomina?


Respuesta. A principios de 2008 estaba bastante claro que nos habíamos topado con los límites de la política convencional. Después de la caída de Lehman, en septiembre, ya resultó obvio.


P. ¿Cuándo terminará?


R. Los precedentes no son buenos. La depresión japonesa terminó con un boom de sus exportaciones a China pero esta vez la crisis afecta a todo el mundo a la vez así que ésa no es una opción. Y la Gran Depresión terminó con la II Guerra Mundial. Hay un final natural a largo plazo, pero llevará mucho, mucho tiempo.


P. ¿Son realmente eficaces las medidas adoptadas?


R. Hasta cierto punto estamos cambiando deuda privada por deuda pública y tratamos de compensar el conservadurismo de los consumidores con un aumento del gasto público. Así salimos de la Gran Depresión. Es cierto que China pretende salir de la crisis con un aumento de las exportaciones y que eso puede ser la base de otra crisis. Pero creo que es tremendamente importante sostener la demanda, aunque no sea la solución definitiva. De lo contrario, corremos un riesgo serio de quedar atrapados en una trampa muy profunda.


P. ¿Debería coordinarse esa respuesta en el G-20 o en otros foros?


R. Lo ideal es que el G-20 saliera de las reuniones de este fin de semana con un acuerdo para coordinar las políticas fiscales aunque desgraciadamente eso no va a pasar. Lo más crucial es que los europeos pacten entre ellos las bases de la expansión fiscal porque la dependencia es mucho mayor entre los socios de la UE que respecto a EE UU. En todo caso, necesitamos un acuerdo del G-20 para coordinar las políticas fiscales y también un plan de rescate para los países emergentes con problemas. Aquí probablemente tendría un papel decisivo el FMI, que debería proporcionar recursos suficientes a Hungría y al resto de los países bálticos.


P. ¿Habría que reforzar la cooperación entre EE UU y la UE?


R. Sin duda, hay mucha dependencia entre ambos. Todos estamos preocupados por el déficit pero un esfuerzo coordinado puede reducir la aportación extra que debe hacer cada uno y aumentar los beneficios. El plan de estímulo fiscal de EE UU ayuda a la economía europea, en buena medida. Por ejemplo, muchas de las ayudas destinadas a AIG acabaron en manos de bancos europeos que eran los que les habían comprado los seguros contra impagos de deuda (credit default swaps). Ahora muchos se preguntan por qué el contribuyente de EE UU tiene que rescatar bancos europeos.


P. ¿Y los bancos centrales?


R. Ahí los efectos no están tan claros. Hasta cierto punto, la resistencia del BCE a utilizar todo el margen en los tipos de interés está beneficiando a EE UU, con un dólar más barato que impulsa las exportaciones, así que a nosotros claramente nos interesa la política de Trichet.


P. ¿Conoce al presidente Zapatero o va a reunirse con él?

R. No le conozco. Sé que interviene en el acto en el que tengo que participar

en Madrid, pero no sé si habrá oportunidad de encontrarnos. Lo que sí he hecho ha sido repasar a fondo la situación de España.


P. ¿Y sus conclusiones?


R. Que España es como California o Florida. Las dos han vivido un boom de la construcción, han recibido grandes flujos de capital extranjero y, cuando ha estallado la burbuja inmobiliaria, la situación se ha vuelto muy difícil. Ahora tienen problemas de ajuste similares: el déficit es preocupante y la rebaja del rating ha sido inevitable, aunque peor para California.


P. ¿Y qué se debería hacer?


R. Va a ser duro. Lo que realmente asusta de la situación española es que no está nada claro cuál es la estrategia de ajuste por su pertenencia a la UE. Todo lo que puede hacer es mitigar los efectos de la crisis. Si España no fuera parte del euro, la devaluación ayudaría, pero esa opción ya no existe; la política fiscal es muy limitada para los países de la UE; también es limitada la capacidad de actuar sobre el sistema financiero aunque los bancos españoles han demostrado estar relativamente en buena forma; se pueden adoptar medidas para limitar el impacto de la crisis sobre los parados. Pero en buena medida a España sólo le queda esperar a que se produzca una recuperación europea.


P. ¿No debería jugar China un papel más destacado?


R. Sí, siempre que China también dé señales de cooperación. De momento sólo pretenden salir de la recesión con una moneda devaluada que impulse sus exportaciones y la política de la Reserva Federal no tiene como objetivo que los chinos estén contentos. Además, hay una cierta amenaza de que se puedan llevar el dinero que tienen en dólares, pero lo cierto es que si debes 100 dólares a alguien tienes un problema pero si lo que debes es un billón, como a los chinos, el problema lo tiene China, no tú.


P. ¿Puede el mismo sistema financiero que nos ha llevado al caos ser el que marque las directrices de futuro?


R. Nos enfrentamos a un gran test que debemos resolver y es la reconstrucción del sistema financiero. Solíamos tener un sistema más sencillo, con los bancos actuando como intermediarios y luego todo derivó en un sistema de enormes instituciones financieras, complejas y poco reguladas. Claramente eso ha fracasado. Probablemente debamos mirar hacia un modelo más simple y más al viejo estilo. Muchos cambios se producirán de forma natural. Dudo que la gente vuelva a confiar en estos planes financieros complejos y complicados, que en buena medida ya han quebrado: unos 400.000 millones de dólares del sistema financiero han desaparecido. Pero también se necesita más regulación de la que tenemos y eso va a ser duro.


P. La crisis se ha llevado por delante a muchos banqueros pero a ningún regulador.


R. En EE UU, muchos supervisores han sido forzados a dimitir de una forma u otra. Tampoco está claro que incluso haciendo su trabajo bien esto no hubiera pasado. Pero es cierto que ni siquiera intentaron hacerlo.


P. ¿Se refiere a Greenspan?


R. No, aunque es un poco triste ver cómo intenta defender su legado. Pero no hablaba de él.


P. ¿Podemos enfrentarnos, como en los años treinta, a una serie de devaluaciones competitivas?


R. Esas devaluaciones ayudaron, no fueron dañinas para la economía mundial, pero era un mundo distinto que se regía por el patrón oro. Lo que me preocupa es si ahora las devaluaciones sustituyen a otro tipo de medidas. Si China, por ejemplo, lo hace para salir de la crisis, eso sí es un problema.


P. ¿Cómo valora los primeros meses del gobierno de Obama?

R. El cambio a mejor es enorme, son políticas inteligentes y honestas y sólo eso ya dibuja un mundo completamente diferente al que había. El problema es que el gobierno Obama está siendo demasiado cauto, incluso siendo más audaz de lo habitual, está siendo demasiado prudente


dada la dimensión de la crisis. El plan de estímulo tenía que haber sido, al menos, un 30% mayor y no quieren adoptar ninguna medida dramática sobre los bancos. Las prioridades fijadas en el presupuesto son excelentes, pero aunque reman en la dirección correcta no están remando lo suficiente.


P. Pero sí hay ámbitos, como la sanidad y las políticas de gasto, en los que Obama está aplicando reformas profundas...

R. Hay una frase que se atribuye a su jefe de gabinete, Rahm Emmanuel, que dice: "Nunca se debe desaprovechar una crisis". Eso define muy bien su espíritu -yo he hecho mía la frase [risas]-. Reagan aprovechó la crisis del 87 para cambiar todo, ¿por qué no vamos a poder dar la vuelta a algunas cosas?


P. ¿Incluyen esos cambios la nacionalización de la banca?


R. En eso, ni siquiera parece que tengan un plan , hablan de la cooperación pública y privada pero de forma difusa y a veces suena más como un regalo al sector. Lo que creo que va a pasar, aunque llevará tiempo, es una solución a la sueca . Eso llevará a garantizar los depósitos bancarios y a nacionalizar temporalmente Citigroup y posiblemente también Bank of America.


P. ¿A eso se refería el secretario del Tesoro cuando dijo que el capitalismo ya será diferente?


R. Éste es uno de esos momentos en los que toda una filosofía ha sido desacreditada. Los que defendían que la avaricia era buena y que los mercados debían autoregularse sufren ahora la catástrofe. Son los mismos que decían que si se subían los impuestos a los ricos pasarían cosas terribles. Pues Clinton subió los impuestos a las rentas más altas y la economía funcionó muy bien durante ocho años, mientras que Bush los bajó y mira lo que ha pasado. Creo que ese cambio se va a imponer.


P. ¿Amenaza la crisis la reelección de Obama?

R. Obama se parece a Roosevelt, que no resolvió la Depresión pero al que se veía que tomaba medidas para intentar salir de la crisis y eso le dio la victoria electoral. Muchos expertos en política de mi Universidad aseguran que los electores tienen una memoria muy frágil, que sólo se preocupan por lo que pasa en los últimos seis meses así que Obama tiene margen para mejorar cosas antes de la reelección.


ENTREVISTA : Paul Krugman Premio Nobel de Economía 2008

AUTOR :
A. GONZÁLEZ / M. Á. NOCEDA

FUENTE : DIARIO EL PAIS

martes, 3 de marzo de 2009

ESPECIAL :"EL TLC otorga a Chile un nivel de protección inconstitucional"

Manuel Rodríguez C. Ex canciller explica que TLC con Chile pone en desventaja a los capitales peruanos en Santiago y podría afectar nuestra soberanía al desconocer la Constitución.


Usted ha adelantado que el TLC con Chile no favorece realmente a los inversionistas peruanos, porque hay un anexo que deja en manos de las autoridades chilenas el ingreso de nuestros capitales, algo que no pasa nuestro caso. ¿Cómo se da esto?


En realidad, la situación previa a la suscripción de este acuerdo, a nivel comercial, no era muy distinta a la que hoy existe entre ambos países porque ya estaba liberado cerca del 98% del comercio. Lo que trae de nuevo este TLC es la liberalización y protección de las inversiones. Si se considera que las inversiones del Perú en Chile son mínimas, y las chilenas en el Perú llegan a más de 100 mil millones de dólares, y hay una política para incrementar esas inversiones, resulta claro que en Chile había mayor interés en la suscripción del TLC.


Aunque en Lima se ha dicho lo contrario.



Bueno, se dicen muchas cosas. Pero con este acuerdo se establece una serie de garantías para las inversiones chilenas. Entre ellas está un sistema de solución de controversias que excluye la ley nacional. Adicionalmente, se le otorga a Chile un nivel de protección de sus inversiones que, a mi juicio, tiene elementos inconstitucionales, porque la Carta Magna establece la facultad del Estado, en casos extremos, de expropiar empresas. Dos causales se establecen en la Constitución para la expropiación: la primera es la utilidad pública, que se aplica a empresas nacionales, y la segunda es la seguridad nacional, que se aplica a empresas extranjeras. En el TLC con Chile solo podrán hacerse expropiaciones por utilidad pública. Se excluye la causal de seguridad nacional.


¿Y eso qué es? ¿Una concesión del gobierno peruano con el de Chile o un simple descuido?


Eso significa dos cosas: significa por un lado que esa norma viola la Constitución, porque la modifica. Y como usted sabe los tratados internacionales priman sobre la Constitución. Pero qué significa esta norma (el TLC). Esto significa que el Estado está en capacidad, dada una emergencia, de expropiar empresas de cualquier país del mundo por la causal de seguridad nacional, excepto empresas chilenas. Señalo, entonces, que aquí hay un régimen de protección de carácter inconstitucional.


Aún no me ha dicho cómo se da el carácter discriminatorio del TLC con Chile.


Las inversiones chilenas en el Perú no tienen ninguna excepción en cuanto a su instalación ni están sujetas a trato discriminatorio alguno. Sin embargo, el anexo 11-F del tratado de libre comercio establece un régimen de excepciones que expresa lo siguiente sobre las inversiones peruanas: “El Comité de Inversiones Extranjeras de Chile tiene el derecho de rechazar las solicitudes (peruanas) de inversión a través del Decreto Ley 600 y la Ley 18657… Adicionalmente, el Comité de Inversiones Extranjeras de Chile tiene el derecho de regular los términos y condiciones a los cuales quedará sujeta la inversión extranjera que se realice conforme a estas dos leyes. Sin perjuicio de cualquier otra disposición del presente acuerdo, Chile podrá prohibir a un inversionista del Perú o a una inversión cubierta (que se realiza bajo el amparo del TLC) transferir desde Chile el producto de la venta de todo o parte o la liquidación total de su inversión”.


¿Qué significa esto último? ¿Las inversiones peruanas que se establecen en Chile y sus utilidades no pueden volver?



No, no. Lo que quiere decir es que si hay una inversión peruana en Chile y se venden sus activos, o parte de sus activos, la transferencia de esa venta puede ser prohibida por Chile hacia el Perú, por el plazo de un año o cinco años. Esto es una barbaridad. Y las empresas chilenas, en cambio, no tienen ninguna limitación para transferir utilidades, y menos para transferir el monto de las ventas de sus activos. Si mañana se vende Ripley, la totalidad de esa venta se puede transferir a Santiago o a Nueva York.


“La negociación con Chile fue poco transparente”


¿Cuándo se incluyeron anexos como el 11-F en el TLC? ¿Quién es responsable por dejarnos en desventaja ante Santiago?



Eso hay que preguntárselo al gobierno y al Ministerio de Comercio y Turismo. Toda esta negociación ha sido poco transparente. Ni siquiera la puesta en vigencia ha sido clara.


Hay un tema territorial en el TLC, que según usted también podría ser desfavorable para el país. ¿Cuál es?


Vamos por partes. La Constitución define nuestro territorio. Y con relación al tema marítimo, en la Constitución se utiliza el término “dominio marítimo”, además que se hace mención a las 200 millas. En la definición del territorio que se incluye en el TLC, se sustituye el concepto de dominio marítimo por el concepto de espacio oceánico. Yo me pregunto quién autorizó al gobierno a modificar la Constitución mediante el TLC con Chile. Y por qué no se mencionan las 200 millas.


¿Y cómo nos afecta esto? ¿Tendrá alguna repercusión en la demanda ante La Haya?



Ese es un asunto que debió haber evaluado el gobierno antes de poner en vigencia este tratado, y es una cuestión que la Cancillería debe evaluar de manera muy seria.

AUTOR :EMILIO CAMACHO
FUENTE : DIARIO LA REPUBLICA

domingo, 8 de febrero de 2009

"Necesitamos una alianza entre el Estado y el mercado"

ENTREVISTA: Econonía global Amartya Sen Economista y filósofo

Nació en un campus universitario y su vida ha sido un ir y venir de universidad en universidad. Recibió sus primeras lecciones en Visva-Bharati, una escuela y universidad fundada por el filósofo y escritor Rabindranath Tagore en la que su abuelo materno enseñaba historia de India. El propio Tagore ayudó a elegir su nombre de pila, que significa "inmortal" en sánscrito. Testigo de la hambruna de 1943 en su Estado natal de Bengala Occidental (India) cuando sólo tenía 10 años, Amartya Sen ha dedicado la mayor parte de su vida a comprender, medir y combatir la pobreza. La justicia es la piedra angular de su pensamiento, que combina la economía con la filosofía. Experto también en políticas de desarrollo y globalización, contribuyó a crear el Índice de Desarrollo Humano que publica Naciones Unidas y que mide el bienestar de las naciones no por su producto interior bruto, sino por otras variables económicas y sociales. En 1998 recibió el premio Nobel de Economía por sus investigaciones sobre el bienestar económico.

Este hombre sabio y sencillo ha sido llamado "la conciencia de la profesión" por el fuerte acento social de su trabajo. Actualmente imparte lecciones en Cambridge y en Harvard, y asesora a gobiernos e instituciones sobre cómo afrontar las actuales turbulencias económicas. En vísperas de ser investido doctor honoris causa por la Universidad Complutense de Madrid, habló con EL PAÍS de las causas y los efectos de la crisis.


Pregunta. ¿Qué lecciones podemos aprender de la situación que estamos viviendo?


Respuesta.
Podemos aprender muchas lecciones distintas. Una de ellas es que necesitamos una buena alianza entre el Estado y el mercado. No podemos depender exclusivamente de la economía de mercado; el Estado también tiene un papel que desempeñar. El origen de esta crisis está en el desmantelamiento de la regulación en EE UU bajo la presidencia de Bush y, hasta cierto punto, de las presidencias de Clinton y de Reagan. Durante esos años se eliminaron mecanismos de control que hubieran limitado la creación de activos tóxicos como los que han arruinado el sistema bancario. Esos controles hubieran sido muy importantes porque ahora existen muchos mercados secundarios, como el de derivados y otros, que permiten a quienes generan esos activos tóxicos pasarlos a otros y quitarse de encima la responsabilidad. Ha habido una enorme falta de responsabilidad y necesitamos que el Estado establezca la regulación necesaria.


P. ¿Estamos ante un fracaso de la economía de mercado?


R. El mercado puede ser un instrumento dinámico de progreso económico, eso hay que reconocerlo. No hay razón para prescindir de él, pero hay que regular su funcionamiento. Hay gente que piensa que la búsqueda del beneficio es la única clave del éxito de la economía de mercado, pero eso nunca ha sido así. La economía de mercado necesita confianza mutua, y cuando ésta se destruye, como estamos viendo ahora, es muy difícil regenerarlo. Porque lo que comenzó como una pequeña crisis ha ido agrandándose debido a la profunda desconfianza de las instituciones financieras hacia el resto de la economía. Por eso, a pesar de la inyección de dinero, el mercado de crédito continúa en su mayor parte congelado. Adam Smith, a quien se cita con frecuencia para defender la economía de mercado y la búsqueda del beneficio, habló con gran detalle de por qué es importante tener otras motivaciones además de lo que él llamaba self-love, del que la búsqueda del beneficio sería sólo una parte. También se necesitan confianza, vocación pública y generosidad. El éxito de la economía de mercado depende de un conjunto de motivaciones distintas.


P. ¿Hasta qué punto ha sido la codicia un factor desencadenante de la crisis?


R. No sirve de nada culpar sólo a la codicia del mal funcionamiento de los mercados. No pongo en duda que el interés propio haya sido un factor importante, pero mi argumento es que hay otras motivaciones. En algunas sociedades -dependiendo de las oportunidades, los incentivos y la cultura-, la gente busca el beneficio propio más que en otras, en las que hay más confianza mutua y más contención. Lo que estamos viviendo no es sólo una muestra de codicia, porque la codicia está en todas partes, sino la desaparición de otras motivaciones de las que habla Adam Smith: compasión, generosidad, vocación pública, compromiso... En la búsqueda de dinero rápido hay gente dispuesta a asumir enormes riesgos. Hablamos de gente que puede hacer daño, y eso es precisamente lo que preocupaba a Adam Smith hace 240 años. Hasta qué punto la contención la genera la cultura es un debate abierto. En algunas culturas existe, pero en la cultura norteamericana de capitalismo financiero ha estado muy poco presente.


P. ¿Es la crisis actual también una crisis moral?


R. Toda crisis humana es una crisis moral. Mi respuesta a su pregunta es sí, pero sólo hasta cierto punto. Ésta es una crisis moral en el sentido de que la gente ha utilizado la codicia de manera imprudente, haciéndose daño a sí misma y a los demás. Muchas instituciones han caído, mucha gente está en la ruina. Se trata de una crisis de prudencia, además de una crisis moral. También es una crisis de control social, ya que podía haberse evitado si hubieran existido controles.


P. La crisis ha estallado justo cuando China, India y muchos países latinoamericanos parecían entrar en una fase de crecimiento estable y de consolidación de sus clases medias. ¿Estamos ante un frenazo en la lucha contra la pobreza?

R. Hasta cierto punto, sí. El crecimiento de China, India y Brasil está ralentizándose, aunque los ritmos de crecimiento son todavía respetables. La gente con rentas bajas, cuyo número ha caído rápidamente en China y en menor medida en India, se está viendo afectada. Pero es más importante el hecho de que van a disminuir los recursos que los Gobiernos destinan a servicios sociales como la sanidad y la educación. Todo ello ralentizará la reducción de la pobreza.


P. ¿Qué efecto va a tener la crisis en la globalización?

R. Depende de lo que entendamos por globalización. ¡Hay tantas acepciones del término! La globalización de los mercados se va a reducir, pero, por otro lado, se habla mucho de pensar globalmente sobre la crisis. Va a aumentar la globalización de las ideas. El FMI, el Banco Mundial y las demás instituciones surgidas de Bretton Woods necesitan una revisión profunda, pues nacieron en la década de los cuarenta del siglo pasado y el mundo ha cambiado. En estos momentos hay intentos muy serios de reformar la arquitectura financiera. Cada vez está más claro que la estabilidad financiera es un bien común y que, por tanto, necesitamos hacer un esfuerzo coordinado para conseguirla. En resumen, al nivel de acciones gubernamentales y de ideas para la acción, habrá más globalización; en términos de comercio y de mercados, habrá menos.


P. ¿Cómo ve el cambio en la presidencia de EE UU? ¿Qué puede el mundo esperar de Obama?

R. Obama está haciendo bien muchas cosas. La economía no es su única prioridad. También tiene que hacerse cargo del problema del terrorismo en el mundo, de Afganistán, y tiene que hacer algo en Oriente Próximo, en particular con las relaciones entre israelíes y palestinos. Obama no es economista. Sé que muchos periodistas como usted piensan que los economistas no saben mucho [ríe], pero el hecho es que sí saben y que Obama es abogado, aunque un abogado muy brillante. Está buscando consejo de los expertos para manejar la crisis. Ya han surgido algunas ideas interesantes y deberán surgir más. Espero que sus asesores, que son gente inteligente, sean capaces de darle buenos consejos. El reto de Obama será, como persona inteligente que es, distinguir entre buenos y malos consejos. -

AUTOR :J. P. VELÁZQUEZ-GAZTELU
FUENTE : DIARIO EL PAIS

lunes, 29 de diciembre de 2008

“El plan anticrisis es una tomadura de pelo para los pobres”

Entrevista a Félix Jiménez. Profesor principal de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) y doctor en Economía por la New School of Social Research de Nueva York.


¿Cuál es su visión general sobre la situación económica del país en medio de la crisis?

Para empezar, diría que el gobierno aumentó la fragilidad de nuestra economía ante shocks externos adversos. Las cuatro rebajas arancelarias, la aceleración del crédito bancario en moneda extranjera al sector privado y la apreciación de la moneda nacional dieron origen a una tendencia al deterioro del sector externo de la economía. Los neoliberales de este gobierno, al igual que lo hicieron antes, ya nos conducían directamente a una crisis del sector externo.

¿Cómo se evidencia ello?


Las importaciones crecieron de manera espectacular, mientras se desaceleraron las exportaciones. El primer trimestre del 2008 se registró un déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos de 3.1% del PBI. En el segundo trimestre este déficit fue de 4.8%; y en el tercer, de 3.2% del PBI. Es probable, si no se “cocinan” las cifras, que en el cuarto trimestre este porcentaje supere el 5% del PBI. La crisis internacional ya nos encontró con déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos.

¿Con el plan anticrisis, el Presidente tuvo que admitir que no estábamos blindados?


Una economía con déficit en el sector externo, con fragilidad financiera (cerca del 60% de los créditos están dolarizados) y con una baja presión tributaria, no puede estar blindada. La presión tributaria no pasa del 15% y, como resultado de la crisis, se reducirá a 12% o 13%. Los que dijeron que la economía estaba blindada son ignorantes o creen que la economía anda muy bien cuando funciona favoreciendo solo a los ricos. Son los mismos que hicieron realidad el vergonzoso “óbolo” minero.

¿Cuáles son sus aciertos y falencias?

El plan es una tomadura de pelo para los pobres. Un alto porcentaje de los S/. 10 mil millones destinados a inversión pública ya estaba presupuestado. No hay ningún proyecto de crédito suplementario por esa cantidad para decir que efectivamente hay un importante aumento de recursos para inversión pública.

¿Los recursos son insuficientes?


Son marginales. Si se va a enfrentar los efectos de la crisis recurriendo a los mercados internos, los recursos para inversión pública deben ser parte de un plan de mediano plazo, con prioridades y con un objetivo de integración nacional. No se puede improvisar el gasto en inversión pública cuando en nuestro país hay un déficit de infraestructura equivalente al 25% o 30% del PBI. No hay tampoco un programa de empleo temporal para atender a los nuevos desempleados y subempleados. De otro lado, no puede ser parte de un plan anticrisis anunciar que se pactará créditos en los mercados internacionales, cuando está prácticamente paralizado y el poco crédito que existe es muy caro. Por último, este plan anticrisis no toma en cuenta medidas para enfrentar el desequilibrio externo de la economía, cuando sabemos que todas las crisis en el Perú fueron crisis de su sector externo, crisis de la cuenta corriente de la balanza de pagos.

¿Qué sugiere?

Formular un plan serio de gasto en inversión pública y acompañarlo de una política monetaria expansiva. Además se debe dar marcha atrás en materia de aranceles. Las cuatro rebajas arancelarias significaron S/. 3 mil millones de menores ingresos al fisco. Es importante también dejar que el tipo de cambio suba para no perder muchas reservas; pero debido a la dolarización de los créditos no se puede restaurar el equilibrio externo solo con el tipo de cambio, por eso hay que recurrir a un aumento temporal de aranceles.

¿El BCR debe dejar de intervenir?


No. Debe dejar que suba en algo el tipo de cambio para no gastar muchas reservas. No hay que agotarlas. Y como no podemos dejar que el sector externo se equilibre solo con tipo de cambio, debe recurrir a medidas arancelarias para limitar el crecimiento de las importaciones.

¿Hay miedo a subir aranceles?

Lo que pasa es que el gobierno está completamente comprometido con el discurso neoliberal. Al Presidente y a sus voceros les cuesta reconocer que esta crisis internacional es también la crisis de las políticas del Consenso de Washington, que estas políticas desmantelaron los estándares regulatorios y que promovieron un crecimiento exportador con ganancias de competitividad a costa de los salarios de los trabajadores y en detrimento del mercado interno.

¿Cuál es la lección de la crisis?


La gran lección es que en los mercados no existe una tendencia automática a los equilibrios, que las economías de mercado no son autoestabilizables y que estas economías deben ser reguladas por el Estado.Reglas y sostenibilidad de la política fiscal


Nota de Rocío Maldonado

Félix Jiménez, doctor en Economía por la New School of Social Research de Nueva York y magíster en Economía por el Colegio de México, presentó hace unas semanas su libro Reglas y Sostenibilidad de la Política Fiscal. En él recoge investigaciones que hizo cuando laboró en el MEF del 2001 al 2004 y que sirvieron para fundamentar cambios en la política fiscal y de endeudamiento público.

En su libro, Jiménez, también profesor de Economía de la PUCP, muestra lo contraproducente de aplicar una política fiscal procíclica. Según el autor, su aplicación “prolonga las recesiones en lugar de ayudar a superarlas rápidamente”.

En el libro, Jiménez muestra un modelo de sostenibilidad de la deuda pública para una economía pequeña, abierta y con dos tipos de deuda pública, interna y externa. Uno de los capítulos habla sobre la aplicación de una “regla de oro.

Según el autor, esta se sustenta en que los países deben endeudarse solo para financiar el gasto de inversión pública. Esta regla, comenta Jiménez, es compatible con la nueva contabilidad del FMI. “Una regla de este tipo haría posible desarrollar mercados internos a los largo y ancho del país, mediante inversiones públicas en infraestructura económica y social”. El gasto planificado en infraestructura con una visión de ocupación del territorio es, a juicio del autor, la mejor manera de integrar al país y de construir nación.

AUTOR : ROCIO MALDONADO
FUENTE :DIARIO LA REPUBLICA

miércoles, 22 de octubre de 2008

“La realidad jamás estuvo a la altura del sueño americano”

"Es necesario suprimir los bajos impuestos establecidos por Bush porque sabemos que son inútiles. Tuvimos una economía muy próspera bajo el gobierno de Clinton con una tasa de impuestos sobre las rentas superiores al 39,6 por ciento, y una economía menos próspera con Bush a pesar de una tasa del 35 por ciento. No hay un solo argumento racional para seguir en la misma vía. Por otro lado, no hay razón para aceptar los paraísos fiscales y desvíos que ellos permiten. Finalmente, hay un margen para aumentar las cargas fiscales sobre los más ricos. El objetivo no es penalizar a la gente rica, consiste solamente en hacerles pagar su parte del financiamiento de las políticas públicas que el resto de la población necesita."

-Los Estados Unidos han conocido recientemente un ciclo de expansión económica importante, sin embargo las desigualdades y la pobreza se acrecentaron. ¿Cómo lo explica?

Esto responde, en gran parte, a un cambio en las relaciones de fuerza políticas. La masa de los asalariados perdió mucho poder de negociación y como lo explico en mi último libro (1), las condiciones políticas tienen una influencia esencial en la distribución de la renta.

-¿Cuál ha sido el papel de las políticas seguidas por el gobierno de Bush?

Bush hizo dos cosas. Modificó el sistema fiscal en un sentido muy regresivo, con fuertes bajas en los impuestos sobre las rentas más elevadas, los dividendos y las ganancias de capital. Ello benefició a los más ricos y al mismo tiempo redujo los fondos disponibles para las políticas públicas y la ayuda a los más necesitados. Podemos estimar que entre el 35 y el 40 por ciento de las reducciones de impuestos de Bush han beneficiado a las personas que ganan más de 300.000 dólares por año (alrededor de 210.000 euros), lo que representa una redistribución importante a favor de aquellos que son justamente los que mejor están en condiciones de pagar impuestos. El gobierno de Bush, por otro lado, aceleró la perdida de poder de negociación de los asalariados, reduciendo muy fuerte toda posibilidad de organización sindical.

-¿Cuál es el papel de la mundialización en el aumento de las desigualdades?

Debería, en principio, contribuir, pero mientras que las fuerzas de la mundialización afectan a todos los países desarrollados de la misma forma, la distribución de la renta es diferente según el país. Los Estados Unidos forman parte de aquellos en que las desigualdades se acrecentaron mucho. Es menos cierto en Canadá, que está tan abierto como nosotros, y es menos cierto en Europa continental. Las desigualdades aumentaron mucho en el Reino Unido, aunque ello se produjo esencialmente durante los años de Thatcher. Las condiciones políticas nacionales predominan, pues, sobre la mundialización, y es en los Estados Unidos dónde crearon un avance masivo de las desigualdades

-¿Los norteamericanos pueden contar con una fuerte movilidad social para combatir las desigualdades?


No. Algunos individuos logran trepar en la escala social, pero no tanto como nos gusta imaginarlo. Las historias de personas que salen de la pobreza y se vuelven ricas son muy, muy raras. Hay sólo el 3 por ciento de personas nacidas entre el 20 por ciento de los más pobres que acaba su vida entre el 20 por ciento de los más ricos. Los Estados Unidos hasta parecen, en la medida en que se puede medir estas cosas, registrar el grado más débil de movilidad social entre los países avanzados.

-¿El sueño americano está entonces muerto?


No. De todas maneras, la realidad jamás estuvo a la altura de lo que el sueño americano dejaba esperar. ¡Pero nosotros comenzamos a despertarnos!

-¿Qué políticas tendrían que aplicarse para luchar contra esta situación social degradada?

En principio poner en marcha un sistema de seguro sanitario que cubra a toda la población. Todos los países avanzados lo tienen. Y la ausencia de cobertura social representa una de las primeras causas de la desigualdad y de la pérdida de movilidad social. Luego, es preciso establecer un mejor sistema educativo, lo que pasa por reformas, pero exige igualmente de nuevos recursos. En fin, es necesario acrecentar el poder de negociación de los asalariados, facilitando la formación de sindicatos. La declinación del movimiento sindical no resulta de una tendencia inevitable a largo plazo: más de la mitad de la pérdida de poder de los sindicatos tuvo lugar durante la era de Reagan. Todo esto permitiría aumentar el número de empleos y las rentas destinadas a la clase media. Podríamos hacer una larga lista de medidas, sin embargo, pienso que poner en marcha una cobertura universal de salud, que es algo que se puede hacer, es una prioridad y representaría un gran paso adelante.

-¿Cómo se financia todo esto?

No es tan costoso como generalmente se piensa. Nosotros tenemos actualmente un sistema un poco particular: decimos no tener una cobertura médica pública, pero todas las personas mayores de 65 años reciben una asistencia financiera pública, también los más pobres. Si tomamos el total de las ayudas disponibles, más de la mitad de la cobertura en salud está ya asegurada por el Estado. Las personas no aseguradas hoy son los jóvenes o las familias jóvenes, las que por la precaria calidad de los empleos y sus ingresos insuficientes no pueden tener los beneficios de un seguro de salud privado. Estas personas no cuestan muy caro en términos de una cobertura de salud. Asegurar una visita médica regular, un control dental, etc. No es muy oneroso. En total, representará menos del 1 por ciento del PIB.

-Usted reclama en su libro una nueva política fiscal…

En un plano general, necesitamos más ingresos. Es necesario suprimir los bajos impuestos establecidos por Bush porque sabemos que son inútiles. Tuvimos una economía muy próspera bajo el gobierno de Clinton con una tasa de impuestos sobre las rentas superiores al 39,6 por ciento, y una economía menos próspera con Bush a pesar de una tasa del 35 por ciento. No hay un solo argumento racional para seguir en la misma vía. Por otro lado, no hay razón para aceptar los paraísos fiscales y desvíos que ellos permiten. Finalmente, hay un margen para aumentar las cargas fiscales sobre los más ricos. El objetivo no es penalizar a la gente rica, consiste solamente en hacerles pagar su parte del financiamiento de las políticas públicas que el resto de la población necesita.

-A pesar de esta morosidad social, los Estados Unidos continúan siendo la primera potencia económica mundial ¿Cómo lo explica?

Los Estados Unidos continúan siendo un lugar privilegiado para el 5 por ciento de los más ricos. Las rentas de los dirigentes son elevadas. Es una sociedad abierta. Nosotros tratamos muy bien a nuestras elites. Como académico, siempre me ha sorprendido la apertura y la competitividad del mundo intelectual norteamericano en relación al relativamente más cerrado de Europa, aunque últimamente ha mejorado. Pero vivimos también de nuestros laureles. Los Estados Unidos han sido, de lejos, los primeros en adaptar las nuevas tecnologías. Esto ya no es verdad. Nosotros registramos ahora un cierto retraso en relación a otros países. Una buena parte de la fuerza económica actual de Estados Unidos no es más que el eco del avance que nosotros tuvimos en los años 90.
AUTOR: CHRISTIAN CHAVAGNEUX
ENTREVISTA A PAUL KRUGMAN, PREMIO NOBEL DE ECONOMIA 2008
FUENTE: SIN PERMISO.

domingo, 12 de octubre de 2008

EL CAPITALISMO EN SU LABERINTO

Alberto Graña sostiene que del 2002 al 2007 Estados Unidos vivió un inédito periodo de expansión de la inversión y el crédito, que multiplicó el consumo improductivo y aumentó artificiosamente el precio de los bienes inmuebles. Afirma, además, que desde el estallido de la burbuja inmobiliaria en el 2007 ocurre un fenómeno inverso: la velocidad de la caída del valor de los inmuebles es mayor que incluso en la crisis de 1929. Y más extendida: en 1929 la crisis inmobiliaria estalló en La Florida. La actual crisis abarca el sur de California, La Florida, Nebraska, Nevada (Las Vegas), casi todos los estados alrededor del lago Michigan, entre otros.

¿Por qué, a pesar del plan de rescate aprobado en Estados Unidos, los mercados bursátiles siguen en constante caída?


Esto ocurre porque después de 1969-1972 tiene lugar una fase descendente del ciclo largo plazo de las mayores economías occidentales (EEUU, Japón y Alemania) y, desde finales del 2007, esta crisis larga coincide con la crisis sistémica bancaria, en el mero centro del sistema. Mi hipótesis es que la crisis crediticia retroalimenta y eventualmente puede acentuar el descenso del ciclo de largo plazo (fase B de Kondra-tieff). Ahora, no es lo mismo China que EEUU. El primero es un país acreedor y, hasta ahora, en crecimiento. El segundo, desde Ronald Reagan, es un país que consume más de lo que produce y su consumo lo hace "al fiado" de sus países acreedores como China, Rusia, Japón, Arabia Saudita, hace ya más de dos décadas. Pero China ya es parte de la globalización y, para bien o para mal, está indisolublemente ligada a su socio comercial más importante: EEUU.

¿Cuál cree usted que será la duración de esta crisis en EEUU?

Es difícil saberlo. Es una situación inédita, muy compleja y muy veloz. Pero la crisis bancaria japonesa de 1992, a pesar de haber transcurrido más de 15 años, todavía tiene al Japón en deflación y muy lento crecimiento productivo. La Gran Depresión (en EEUU) duró de 1929 a 1938 y después vino la Segunda Guerra Mundial hasta 1945. Fueron dos décadas de planificación compulsiva del Estado.

¿ Cuál es el efecto de la crisis bancaria en la economía?

En 1992 la crisis bancaria sueca dejó la economía cinco o seis años recesada. El nivel de desempleo subió a niveles no nórdicos y la solución que optó el gobierno fue rescatar a los bancos comprando acciones que no valían casi nada (como ocurre ahora). Los banqueros tuvieron que reconocer sus deudas, avalarlas y pagarlas a los contribuyentes en un lapso de tiempo. Se estima que el costo hubiera sido del 6 al 8% de la producción total, si los suecos en 1992 hubieran cargado la cuenta a los contribuyentes, como propone ahora Henry Paulson (Secretario del Tesoro de EEUU). Las medidas adoptadas en Suecia incluyeron mecanismos para ir pasando al contribuyente los pagos de los banqueros y, también, canalizando la venta de las acciones cuando se recuperaron. El costo estimado de estas medidas de intervención del Estado redujo el costo social a aproximadamente el 2% del Producto Bruto Interno (PBI). En Finlandia, la crisis bancaria costó más de la mitad del PBI (51%) pero no sé muy bien cómo la resolvieron. Hablando rápido, en EEUU hasta ahora, la acción pública se orientó a socializar las pérdidas después de haber privatizado las ganancias.

POLÍTICA MONETARIA

¿Están siendo efectivas las medidas en EEUU y Europa para hacer frente a la crisis? ¿Cuál es la mejor alternativa?

Si te refieres a la efectividad de la política económica, digamos que los estadounidenses están en graves problemas. De un lado, la política monetaria de subir o bajar la tasa de interés para controlar la inflación o reactivar la economía aplicada por casi dos décadas –desde Alan Greenspan– no va a funcionar en el futuro cercano (ni lejano) porque el problema central ahora es la deflación de precios y la recesión económica. La reducción de la tasa de interés referencial no ha podido reducir el costo real del dinero, ni la cadena de moras pagos de las familias estadounidenses, ni la quiebra de los mayores bancos del mundo. Hasta ahora, la evidencia muestra que habría que cambiar la política monetaria, bueno ya está cambiando, el miércoles hubo una intervención conjunta de los mayores bancos centrales del mundo para bajar las tasas de interés. Como resultado, que yo sepa, hasta ahora ninguna economía se ha reactivado. Si te refieres a política fiscal, subir impuestos o cortar el gasto público también sería más recesivo. Además, el déficit fiscal de EEUU es insostenible así como su déficit en cuenta corriente.

¿Funcionará el plan de rescate que aprobó el Congreso de los Estados Unidos para salir de la crisis financiera?

Desde marzo, las quiebras han ido aumentando en dimensión y complejidad, hasta llegar a la quiebra de AIG (American International Group), la aseguradora más grande del mundo, en setiembre. Su rescate no calmó los ánimos, le hizo cosquillas a las bolsas del mundo y, más bien, aumentó la volatilidad, tanto, que tuvieron que lanzar en la siguiente semana una nueva "Ley de Emergencia Económica" (700 billones de dólares, un 4% del PBI de EEUU). Y las bolsas siguieron desplomándose.

¿Hay un antes y un después del rescate de AIG?

La nacionalización de AIG disparó el gatillo de la crisis sistémica bancaria, el efecto dominó que vivimos actualmente en el mundo. En suma, la crisis es global y también, la globalización neoliberal está en crisis. Y creo que, como en 1929, la teoría económica neoclásica (que usa extensivamente el FMI-BM) no aporta mucho para interpretar lo que pasa y, menos aún para prevenir lo que podría pasar. La especialidad de los neoclásicos es el análisis estático, la dinámica económica les es ajena. La onda nos está alcanzando y eso es una realidad verificable. El viernes, México lanzó un paquete de US$ 35,000 millones para revertir los efectos de la crisis financiera y así casi todos los países y grupos de países adoptan medidas.




"Ahora cada uno bailará con su propio pañuelo"

¿Cuál cree usted que será el efecto de la crisis financiera internacional en la economía peruana?

Serían diversas las vías de transmisión de la crisis a Latinoamérica y el Caribe y al Perú pero, mi concentración ha estado, en los últimos años, en la crisis y los mecanismos de transmisión en EEUU y Europa.

¿En el Perú dónde estaría el problema?

En el Perú, creo que tendría un efecto negativo en las exportaciones, estoy pensando en textiles y confecciones donde se concentra la mayor cantidad de empleo industrial y, en la agroindustria de exportación, donde se concentra la mayor cantidad de subempleo por ingresos: Ica, La Libertad. Habrá que mirar el sector financiero y las inversiones de las AFP en EEUU que concentran una muy buena proporción del ahorro nacional, las remesas de utilidades y precios de transferencia, y los créditos externos del sector privado. También el aumento del costo del crédito internacional afecta el costo de la deuda pública.

¿La caída en el precio de los metales también?

Significa menor recaudación tributaria y menor ingreso a las regiones. Aunque no es automático.
AUTOR:JANINA CARDENAS.
ENTREVISTA:ALBERTO GRAÑA. Investigador en temas de globalización y economía internacional del Instituto de Investigaciones de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya.
FUENTE:DIARIO LA REPUBLICA

sábado, 4 de octubre de 2008

LA CRISIS DE WALL STREET O LA EPIDEMIA MORTAL DEL FUDAMENTALISMO DE MERCADO


"ENTREVISTA: Primer plano JOSEPH STIGLITZ Premio Nobel de Economía. "La crisis de Wall Street es para el mercado lo que la caída del muro de Berlín fue para el comunismo". NATHAN GARDELS. 21/09/2008.




Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía en 2001, sostiene que la crisis de Wall Street pone de manifiesto que el modelo de fundamentalismo de mercado no funciona. En su opinión, la crisis que ha sacudido Wall Street la última semana es para ese modelo el equivalente a lo que fue la caída del muro de Berlín para el comunismo. Stiglitz critica la complejidad de los productos financieros que han provocado la crisis y los incentivos al riesgo de los sistemas de retribución de los directivos.

Pregunta. Barack Obama afirma que el hundimiento de Wall Street es la mayor crisis financiera desde la gran depresión. John McCain dice que la economía está amenazada, pero es básicamente fuerte. ¿Cuál de ellos tiene razón?

Respuesta. Obama se acerca mucho más a la verdad. Sí, Estados Unidos tiene talentos, grandes universidades y un buen sector de alta tecnología. Pero los mercados financieros desempeñan un papel muy importante; supusieron en los últimos años el 30% de los beneficios empresariales. Los directivos de los mercados financieros han cosechado esos beneficios con el argumento de que ayudaban a gestionar el riesgo y a asignar el capital con eficacia, y afirmaban que por eso "merecían" unos rendimientos tan altos. Se ha demostrado que no es cierto. Lo han gestionado todo mal. Ahora el tiro les ha salido por la culata, y el resto de la economía pagará porque las ruedas del comercio se ralentizan debido a la quiebra del crédito. Ninguna economía moderna puede funcionar bien sin un sector financiero vibrante.

De modo que el diagnóstico de Obama, cuando dice que nuestro sector financiero está en un estado deplorable, es correcto. Y si está en un estado deplorable, significa que nuestra economía está en un estado deplorable. Aunque no observásemos la conmoción financiera, sino la deuda doméstica, nacional y federal, el problema es serio. Nos estamos ahogando. Si observamos la desigualdad, que es la mayor desde la gran depresión, el problema es serio. Si observamos el estancamiento de los salarios, el problema es serio. La mayor parte del crecimiento económico de los últimos cinco años se basaba en la burbuja de la vivienda, que ahora ha estallado. Y los frutos de ese crecimiento no se repartieron ampliamente. En resumen, los cimientos no son buenos.

Pregunta. ¿Cuál debería ser la respuesta política al hundimiento de Wall Street?

Respuesta. Está claro que no sólo necesitamos volver a regular, sino también rediseñar el sistema regulador. Durante su reinado como jefe de la Reserva Federal en la que surgió esta burbuja hipotecaria y financiera, Alan Greenspan tenía muchos instrumentos a su alcance para frenarla, pero no lo consiguió. Después de todo, Ronald Reagan le escogió por su actitud contraria a la regulación.

A Paul Volcker, el anterior presidente de la Reserva Federal, conocido por mantener la inflación bajo control, le cesaron porque el Gobierno de Reagan no creía que fuera un liberalizador adecuado.

Por consiguiente, nuestro país ha sufrido las consecuencias de escoger como regulador supremo de la economía a alguien que no creía en la regulación. De modo que para corregir el problema, lo primero que necesitamos son líderes políticos y responsables que crean en la regulación. Además, necesitamos establecer un sistema nuevo, capaz de soportar la expansión de las finanzas y los instrumentos financieros mejor que los bancos tradicionales.

Por ejemplo, necesitamos reglamentar los incentivos. Las primas tienen que pagarse basándose en los resultados de varios años, y no de un solo año, porque esto último fomenta las apuestas. Las opciones de compra de acciones fomentan la adulteración de la contabilidad y hay que frenarlas. En resumen, ofrecimos incentivos para que se diese un mal comportamiento en el sistema, y nos salimos con la nuestra.

También necesitamos frenos, bandas sonoras. Históricamente, todas las crisis financieras han estado asociadas con una expansión muy rápida de determinados tipos de activos, desde los tulipanes hasta las hipotecas. Si frenamos eso, podremos impedir que las burbujas se descontrolen.

El mundo no desaparecería si las hipotecas creciesen un 10% y no un 25% anual. Conocemos tan bien el patrón que deberíamos poder hacer algo para dominarlo. Ante todo, necesitamos una comisión de seguridad de los productos financieros, como la que tenemos para los productos de consumo. Los financieros estaban inventando productos que no gestionaban el riesgo, sino que lo producían.

Por supuesto, creo firmemente en una mayor transparencia. Sin embargo, desde el punto de vista de los criterios reguladores, estos productos eran transparentes en un sentido técnico. Pero eran tan complejos que nadie los entendía. Aunque se hicieran públicas todas las cláusulas de estos contratos, no le habrían aportado a ningún mortal información útil sobre el riesgo. Demasiada información equivale a nada de información. En este sentido, quienes piden más revelaciones como solución al problema no entienden la información. Si uno compra un producto, lo que necesita es conocer el riesgo, así de sencillo. Ésa es la cuestión.

Pregunta. Los activos hipotecarios que han provocado el caos están en manos de bancos o fondos soberanos de China, Japón, Europa y el Golfo. ¿Cómo les afectará esta crisis?

Respuesta. Es cierto. Las pérdidas de las instituciones financieras europeas por las hipotecas subprime han sido mayores que en Estados Unidos. El que Estados Unidos diversificase estos activos hipotecarios entre tenedores de todo el mundo gracias a la globalización de los mercados ha suavizado de hecho el impacto en Estados Unidos. Si no hubiéramos diseminado el riesgo por todo el mundo, la crisis sería mucho peor. Una cosa que ahora se entiende, a consecuencia de esta crisis, es la información asimétrica de la globalización. En Europa, por ejemplo, no se sabía muy bien que las hipotecas estadounidenses son hipotecas sin recurso: si el valor de la casa baja más que el de la hipoteca, uno puede devolverle la llave al banco y largarse. En Europa, la casa sirve de garantía, pero el prestatario sigue endeudado por la cantidad debida, pase lo que pase.
Éste es uno de los peligros de la globalización: el conocimiento es local, porque uno sabe mucho más de su propia sociedad que de las otras.

Pregunta. ¿Cuál es entonces en último término el impacto del hundimiento de Wall Street en la globalización regida por el mercado?

Respueta. El programa de la globalización ha estado estrechamente ligado a los fundamentalistas del mercado: la ideología de los mercados libres y de la liberalización financiera. En esta crisis, observamos que las instituciones más basadas en el mercado de la economía más basada en el mercado se vienen abajo y corren a pedir la ayuda del Estado. Todo el mundo dirá ahora que éste es el final del fundamentalismo del mercado. En este sentido, la crisis de Wall Street es para el fundamentalismo del mercado lo que la caída del muro de Berlín fue para el comunismo: le dice al mundo que este modo de organización económica resulta insostenible. Al final, dicen todos, ese modelo no funciona. Este momento es señal de que las declaraciones de liberalización del mercado financiero eran falsas.

La hipocresía entre el modo en el que el Tesoro estadounidense, el FMI y el Banco Mundial manejaron la crisis asiática de 1997, y el modo en que se está manejando ésta, ha acentuado dicha reacción intelectual. Ahora los asiáticos dicen: "Un momento, a nosotros nos dijisteis que imitásemos a Estados Unidos que vosotros sois el modelo. Si hubiéramos seguido vuestro ejemplo, ahora estaríamos en el mismo lío. Vosotros tal vez podáis permitíroslo. Nosotros, no".
AUTOR:NATHAMN GARDELS
FUENTE:EL PAIS

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jueves, 15 de mayo de 2008

LA DERECHA TIENE POLITICOS RENTADOS

NELSON MANRIQUE G. Historiador y sociólogo analiza el perfil ideológico que ya no oculta el Apra, también habla de la derecha económica y deja una sentencia lapidaria para los viejos cuadros de izquierda.

Emilio Camacho.

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Lapidario. Sociólogo se toma un tiempo para analizar todo el espectro político: la derecha aprista y la izquierda atomizada.

¿El último libro del presidente Alan García (que habla de la evolución ideológica de Víctor Raúl Haya de la Torre) termina por identificar al Apra con la derecha de la política peruana o todavía quedan dudas?

A mí no me que quedaba dudas a partir de la segunda semana del gobierno de Alan García. No descarto que haya algunos apristas que se sientan izquierdistas. He conversado con alguno de ellos. Pero como partido, el Apra está situado a la derecha y hace palidecer de envidia al PPC. Ha ocurrido algo que parecía imposible y es que Lourdes Flores ha terminado a la izquierda del Apra.

¿Es la primera vez que desde el Apra se admite que había un pensamiento a favor del libre mercado, y que esto ya estaba en los lineamientos dejados por Víctor Raúl Haya de la Torre?

Sí. El Apra ya era abiertamente derechista desde los años cincuenta. Pero ellos decían una cosa y hacían otra. Es así que en 1971 Haya de la Torre todavía podía decir "seamos francos, el mundo va al socialismo". ¿Y eso por qué? Porque Velasco se proclamaba socialista y Haya no podía quedarse atrás. Pero esta es la primera vez que el Apra dice lo que hace. Y creo que eso es un paso adelante, se ha sincerado qué es el Apra en el espectro político.

¿Y es real esta derechización del Apra? ¿No será que el oficialismo se acomoda a las circunstancias, pero no tiene un derrotero ideológico claro? Es decir, si la derecha no controlara en este momento el tema económico, el Apra podría desarrollar un programa progresista. Como que no le queda otra cosa que seguir con el programa económico seguido por Fujimori y Toledo.

Yo concuerdo con usted en que el Apra tiene una notable capacidad de plegarse a quien tenga el control, pero no creo que sea su única alternativa. Cuál fue la explicación que Haya de la Torre le dio a Julio Cotler cuando se le consultó por su alianza con la oligarquía. Por qué pactó con Prado y Odría. Haya respondió que había juzgado mal la situación y que pensó que la oligarquía tenía más fuerza de la que realmente tenía. En otras palabras, si Haya se hubiera dado cuenta de que la oligarquía no era tan fuerte, él se hubiera proclamado antioligárquico. Pero yo creo que hoy el Apra tiene mucho más margen de acción del que tuvo Haya. Si García quisiera ser consecuentemente hayista, tendría que recoger lo que su líder sí sostuvo hasta el final de sus días: que el Estado debía controlar al imperialismo, debía negociar de igual a igual con el imperialismo. En ese sentido, Evo Morales resulta más hayista que Alan García.

Porque él sí ha negociado con más energía con los capitales...

Él ha negociado y ha incrementado los ingresos del Estado boliviano de 400 a 2 mil millones de dólares anuales. Los socialdemócratas del Partido Socialista de Chile son más radicales que Haya, porque han retenido el cobre para el Estado y han obtenido 25 mil millones en 4 años, entre el 94 y el 97. Cuánto negocia el estado antiimperialista de Alan García: 180 millones.

Se refiere al aporte de las empresas mineras...

Me refiero al óbolo de las mineras. Lo que quiero decir es que no era necesario ser comunista o romper con el imperialismo para negociar mejores condiciones. Y la duda que surge es: ¿esto se hace gratis? ¿Se regalan miles de millones gratuitamente? Creo que con la experiencia del primer gobierno aprista tengo derecho a ser suspicaz. Una exigencia elemental de la oposición debería ser una declaración jurada de bienes de los principales funcionarios apristas.

¿Si el Apra encarna un pensamiento de derecha, cómo quedan otras fuerzas conservadores como el PPC?

El problema con la derecha es que nunca ha existido como un partido orgánico. Bush, Rumsfeld y Cheney son magnates petroleros. Son la burguesía financiera norteamericana metida a la política. Acá la derecha económica renta políticos y funcionarios para que los representen. Ni Alan García ni Lourdes Flores son una derecha social, son personal rentado por la derecha económica. Y la marca que persigue a Lourdes Flores es que es intercambiable. Eso ya lo había descubierto Mario Vargas Llosa en El pez en el agua cuando pensó que había ganado una serie de adeptos, pero al día siguiente de su derrota todos se pasaron al barco de Fujimori. Esta es una derecha que ideológicamente no tiene bandera, salvo los negocios.


"Finalmente la izquierda ha logrado suicidarse"

¿Sería más sincero que la Confiep, que representa a los grandes capitales, construya un partido que se reconozca de derecha?

Es cierto, podrían crear una expresión política propia. Pero también creo que es saludable que haya una distinción entre el gremio y un posible partido. Si la Confiep se convirtiera en partido y dejara de ser un gremio también dejaría de ser una alternativa. Pero sí, sería conveniente que los grandes burgueses actúen políticamente.

Y esto tampoco es una utopía. Ya ha pasado, al inicio de la historia republicana, que la derecha económica y los magnates se agruparon como un partido.

Es cierto. La pérdida del guano determinó una de esas experiencias. Durante décadas los consignatarios se habían enriquecido con el guano, pero cuando sube al poder Balta y su ministro Piérola, este decide entregar el guano a un monopolio controlado por el francés Dreyfus, entonces los poderosos tuvieron que organizarse como un partido. Actuaron así porque les habían quitado la gallina de los huevos de oro. Quizá un susto de esa naturaleza ayude a la derecha económica a organizarse, pero creo que por ahora le resulta más barato rentar funcionarios.

¿En este escenario, dónde está la izquierda peruana?

Para decirlo poéticamente, después de muchísimo esfuerzo la izquierda logró suicidarse. Ahora, es cierto que subsiste un temperamento de izquierda, pero este discurso no es viable porque no se atreve a hacer el balance de lo que suponen estos años. Además, existe una costra burocrática que impide la formación de nuevos cuadros.